Las comunidades que viven de la pesca a pequeña escala sufren por el aumento de la mundialización, la disminución de los recursos naturales, el cambio climático y la degradación medioambiental.
Paralelamente, la Unión Europea promueve acuerdos pesqueros de gran alcance e iniciativas que tienen por objetivo colmar la demanda de la gran flota pesquera industrial europea dándole acceso a caladeros en otros lugares del mundo. Así es y ha sido la política pesquera de la Unión: lleva décadas favoreciendo el crecimiento de la pesca industrial a expensas de los pescadores que pescan a pequeña escala, los cuales han perdido acceso a caladeros y mercados. La situación en la Unión forma parte de la tendencia mundial a que el sector privado domine el sector pesquero. Los acuerdos en materia de pesca llevan esta tendencia a los países del sur y con ello crean un problema de gobernanza mundial.
Dado que la Unión es el quinto «país» pesquero del mundo, su comportamiento es crucial para la economía pesquera mundial. En 2013, los países integrantes de la Unión pescaron más de 4.900 millones de kilos de pescado, de los cuales el 83 por ciento en el Atlántico Noroeste y el Mediterráneo y el 17 por ciento en el resto del mundo. Esto le da a la Unión un poder considerable a la hora de firmar acuerdos pesqueros con otros países. La Unión mantiene una serie de acuerdos de colaboración de pesca sostenible con países de África Oriental y Occidental, el Caribe y el Pacífico por los que se establecen compensaciones económicas a cambio de acceso a los recursos pesqueros de estos países. El presente documento se centra sobre todo en analizar esos acuerdos.
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