La resolución de la ONU impulsada por EE.UU. que está a punto de ser aprobada por el Consejo de Seguridad no es más que un tupido velo sobre la ocupación de Irak desde el ámbito internacional.
Los cambios que se han producido en algunas políticas nacionales sobre el cannabis y en prácticas para la reducción del daño ponen en evidencia la crisis en el ámbito de la ONU.
La creación de la ONU fue acompañada de la creación de la Comisión de Estupefacientes, en cuya primera reunión se hicieron obvias las discrepancias sobre el cannabis.
En un primer análisis de la revisión de mitad de período de la UNGASS 1998, celebrada en abril de 2003, TNI llega a la conclusión de que los resultados son muy decepcionantes. Los avances destacables durante los últimos cinco años han brillado por su ausencia. La reunión se limitó a reafirmar los objetivos y metas adoptados por la UNGASS. La mayoría de países prefirieron a mantenerse al margen de las medidas aplicadas y evitaron realizar un verdadero análisis sobre el impacto de dichas medidas. ¿El resultado? Una imagen distorsionada de mejoras virtuales con la que poder justificar el mantenimiento del statu quo. Al parecer, prevalece la absurda idea de que la realidad conseguirá, de alguna manera, amoldarse a los deseos de los cuerpos legisladores.
La ONU se ha comprometido a lograr un mundo libre de drogas para 2008, a pesar de que el problema empeora a mayor velocidad de la que necesita el remedio aplicado para solucionarlo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cumple un rol particular en la formulación de políticas de drogas de la ONU, relativamente independiente del trío central PNUFID-JIFE-Comisión.