El polémico Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (AGCS, GATS) de la Organización Mundial del Comercio (OMC) ha generado una gran preocupación social por el suministro equitativo de servicios públicos básicos.
La arremetida de las elites empresariales y de la oposición contra la política comercial de Bolivia con la UE fue tan sonada que parecía que el país hubiera anunciado el fin del comercio exterior. Sin embargo, la postura del Gobierno boliviano se basa en la experiencia; durante décadas, la mayoría de los ciudadanos ha pagado un precio demasiado alto por el libre comercio.
Mientras el mundo está todavía evaluando uno de los choques más violentos jamás sufridos por los mercados financieros internacionales, los países en desarrollo tienen que ser precavidos frente a los peligros asociados a la ulterior liberalización de sus sectores financieros.
Los movimientos y organizaciones sociales que se han enfrentado al libre comercio y a la globalización neoliberal en el Cono Sur se encuentran ante el desafío que les impone el escenario de la integración regional.
Dos proyectos de integración se enfrentaron a lo largo de los últimos años en América Latina: uno de matriz compleja cuyos orígenes se pueden situar en la noción del desarrollismo y un segundo más preocupado por la globalización de la economía.
El Área de Libre Comercio China-ASEAN (CAFTA) entró en vigor el 1 de enero de 2010. Para China, los beneficios están claros, pero el sudeste asiático pagará un alto precio por un mal trato.