Si seguimos el paradigma militar-corporativo para afrontar el cambio climático, podemos construir muros más altos, fronteras más militarizadas, sociedades más vigiladas; pero, ¿acaso será un mundo en el que queramos vivir?
Convertir el cambio climático en un problema de seguridad crea una doble injusticia. Quienes menos culpa tienen del cambio climático no solo son los que más sufren sus consecuencias, sino que, además, están siendo puestos en el punto de mira con las respuestas de seguridad a los impactos climáticos mismos.
Nosotras y nosotros, reunidos en la Asamblea de Movimientos Sociales, realizada en Tunis durante el Foro Social Mundial 2013, afirmamos el aporte fundamental de los pueblos del Magreb-Mashreck (desde la África del Norte hasta el Medio Oriente) en la construcción de la civilización humana.
Estamos asistiendo a una profundización demencial del paradigma capitalista y de su ámbito de dominio que ha desplazado sin pena ni pestañeo el concepto de sustentabilidad para usarlo en el campo de las finanzas.
En la apuesta por la energía nuclear la humanidad se parece a la mariposa que revolotea alrededor de la llama. Al menor descuido se le queman las alas.
Límites al crecimiento económico dentro de un modelo de desarrollo sostenible. Consideraciones a partir del VIII Foro internacional de Greenaccord sobre la protección de la Naturaleza, en Cuneo, Italia.
El FSE de este año en Estambul ha unido a los movimientos sociales de todo el continente en un llamamiento por una transición social y ambientalmente justa.
China, al igual que Hamlet, el atormentado príncipe de Dinamarca de Shakespeare, quedó atrapada entre corrientes enfrentadas en Copenhague. Su incapacidad para gestionar estos desafíos la llevó a su mayor debacle diplomática en años.
Para frenar el cambio climático se necesita una transición a modelos políticos y económicos solidarios, justos, igualitarios y basados en la armonía con el medio ambiente.
Arranca en Bolivia una histórica conferencia de los pueblos sobre cambio climático a la que se espera que asistan miles de personas de más de 120 países. Se prevé que participen muchas más a través de internet en http://envivo.cmpcc.org.bo/?lang=es
La mayoría de los líderes políticos enfrentan un reto que se niegan a reconocer: para tomar el control del cambio climático desbocado deben abandonar la conveniencia, la presunción incuestionable de que las grandes corporaciones son los medios y el fin de las políticas.
No habrá solución a la crisis ecológica del planeta,en la medida en que no se reemplace un sistema económico-social que considera a hombres y mujeres y a la naturaleza, como simples insumos para la incesante generación de ganancias.
Una mirada sin pretensiones, pero no exenta de crítica, a lo que se cuece en las negociaciones sobre el clima de la ONU en Copenhague. Visitar el blog>
¿Por qué algunos países quieren acabar con Kyoto? ¿Tiene sólo que ver con los objetivos de reducción de emisiones? ¿Y quién lo pagará? Todas las respuestas sobre las negociaciones del clima de la ONU en Copenhague.
Seattle ofrece una lección a los delegados africanos en Copenhague: al retirarse –junto con los manifestantes de la sociedad civil– e impedir la concreción de un acuerdo negativo en Copenhague el 18 de diciembre, podemos entre todos allanar el terreno para seguir avanzando.
La escritora y politóloga Susan George lleva años liderando movimientos sociales que defienden una economía ecológica y es una voz crítica contra el sistema de mercado y sus consecuencias, entre ellas el cambio climático.
El sistema de comercio de emisiones no ha conseguido reducir las emisiones; ya va siendo hora de que abordemos los fallos del sistema económico que nos han conducido a la crisis climática.
Una población educada desde la infancia para comportarse como ciudadanos, no como consumistas, es la mejor garantía de cambio del comportamiento humano y de las leyes económicas que promueven la devastación del planeta.
La actual crisis financiera ofrece la oportunidad de poner en marcha reformas fiscales que financiarían la conversión hacia una industria respetuosa con el medio ambiente: un keynesianismo ecológico que sacaría al mundo de la catástrofe económica y el caos social.