Hacia finales de 1989, dos muros históricos se derrumbaron, asombrando e inspirando a personas de todo el mundo. El primero, el 9 de noviembre de 1989, fue la caída del Muro de Berlín después de 28 años. El segundo muro era más simbólico, pero igualmente impactante en la forma en que dividía a las personas y segregaba vidas. Fue el sistema de apartheid en Sudáfrica. Mientras que los berlineses comenzaban a desmantelar el muro que los separaba pieza por pieza, el recién nombrado presidente sudafricano F.W. de Klerk había comenzado a negociar con el ANC, iniciando un proceso para acabar con el apartheid. En febrero de 1990, de Klerk anuló la prohibición del Congreso Nacional Africano, liberó a Nelson Mandela y a otros presos políticos y puso fin al estado de emergencia.
Es realmente contundente que 30 años después nos encontremos en un mundo con más muros que nunca. De seis muros en 1989, hemos pasado actualmente a por lo menos 63 muros a lo largo de las fronteras o en territorios ocupados en todo el mundo y los líderes políticos en todas partes están pidiendo más. Y esto solo incluye los países con estructuras físicas amuralladas. Muchos más países han militarizado sus fronteras mediante el despliegue de tropas, barcos, aviones, drones y vigilancia digital, patrullando tierra, mar y aire. Si contamos estos “muros”, serían cientos. Como resultado, ahora es más peligroso y mortal que nunca cruzar las fronteras para las personas que huyen de la pobreza y la violencia y, una vez que han cruzado, el aparato de las fronteras sigue activo y constituye una amenaza.
Realmente estamos en un mundo amurallado. Y mientras construimos estas fortalezas, también estamos segregando a las personas, protegiendo los privilegios y el poder de unos y negando los derechos humanos y la dignidad de otros. Es por eso que nuestro informe sostiene que 30 años después de su colapso en Sudáfrica, nuestro mundo amurallado está creando un nuevo tipo de apartheid global. Las fronteras como el apartheid se construyen sobre ideologías racistas, niegan a grupos de personas los derechos básicos y perpetúan la violencia. Como sostiene este informe, el concepto de apartheid global “ayuda a explicar las tendencias y estructuras de poder y la segregación global” en las que “los muros son solo una de las dimensiones físicas y visibles de la creciente violencia cultural, estructural y física que este sistema crea en el mundo”.
En este informe examinamos el aumento de los muros construidos por parte de cada vez más gobiernos, las causas subyacentes del surgimiento de un apartheid global y las empresas que buscan lucrarse con ello. Además de proporcionar una descripción global de los muros fronterizos, el informe analiza siete estudios de caso: Australia, India, Israel, México-Guatemala, España, Siria y el Sahara Occidental. Entre sus conclusiones, el informe revela que:
- Ha habido un aumento constante de muros desde 1989 con notables oleadas de construcción de muros en 2005 y 2015. Solo en 2015 se construyeron catorce muros. Desde 2018, hay 63 muros en todo el mundo.
- La investigación concluye que 6 de cada diez personas en el mundo viven en un país que ha construido uno de estos muros en sus fronteras.
- Asia tiene el mayor número de muros (56 por ciento) seguida de Europa (26 por ciento) y África (16 por ciento).
- Las principales razones que dan los gobiernos para justificar los muros son para detener la inmigración y el terrorismo, atribuidas como los motivos clave para construir la mitad de los muros del mundo. Las razones dadas para la construcción de muros son las siguientes: inmigración (32 por ciento), terrorismo (18 por ciento), contrabando de bienes y personas (16 por ciento), narcotráfico (10 por ciento), disputas territoriales (11 por ciento) y entrada de militantes de otros países (5 por ciento).
- Israel es el país con el mayor número de muros (seis), seguido de Marruecos, Irán e India (tres), y Sudáfrica, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Turquía, Turkmenistán, Kazajstán, Hungría y Lituania (dos).
- India ha construido tres muros fronterizos de 6.540 kilómetros de largo, lo que significa que el 43 por ciento de sus fronteras están amuralladas.
- El Sahara Occidental tiene un muro construido por las fuerzas de ocupación marroquíes considerado “la barrera militar funcional más grande del mundo”, de 2.720 km de largo rodeado por nueve millones de minas terrestres, lo que lo convierte en uno de los países más minados del mundo.
- El ejemplo de Australia muestra cómo los países no necesitan muros físicos para mantener alejados a los migrantes. Las fuerzas armadas de Australia y el Comando de Fronteras Marítimas de la Fuerza Fronteriza de Australia utilizan una gama de patrulleras y aviones para proteger las fronteras marítimas, junto con un sistema de detención fuera de sus fronteras sumamente controvertido y que viola los derechos humanos. Australia ha gastado aproximadamente 5 mil millones de dólares australianos en políticas de seguridad fronteriza entre 2013 y 2019.
- México y su frontera con Guatemala es otro caso de fronteras militarizadas que no dependen de muros. Aquí se ha construido una extensa infraestructura de seguridad en la frontera y sus alrededores, con equipos y fondos estadounidenses a través del programa Frontera Sur, lo que empuja a los migrantes a embarcarse en rutas más peligrosas y en manos de traficantes y contrabandistas.
- Hasta 4 países de un total de 5 han construido muros fronterizos contra Siria en algunos de sus tramos, donde la situación de la población civil es extremadamente grave, 13 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y 6,2 millones se encuentran desplazados de sus hogares en su propio país.
Dirigir y sacar provecho de este aumento en la construcción de muros es todo un Complejo Industrial Fronterizo. Esta industria ha reforzado una narrativa en la que la migración y otros desafíos políticos y/o humanitarios en la frontera se enmarcan principalmente como un problema de seguridad, donde la frontera nunca puede ser lo suficientemente segura y para el cual sus últimas tecnologías militares y de seguridad son siempre la solución.
Muchos muros y vallas son construidos por empresas de construcción locales o por organismos gubernamentales, como el ejército. Sin embargo, los muros están siempre acompañados por una variedad de sistemas tecnológicos -como equipos de monitoreo, detección e identificación, vehículos, aviones y armas- que proporcionan las empresas militares y de seguridad. Los sistemas autónomos y robóticos, como los drones y las torres inteligentes, también se utilizan (o prueban) cada vez más para la seguridad fronteriza, incluso como parte de, o conectados a, muros y vallas.