La inclusión de la hoja de coca en las listas de sustancias susceptibles al uso indebido en la Convención Única de 1961, y por tanto, sujetas a fiscalización internacional, no ha producido el efecto deseado en un principio: el consumo tradicional –ya sea la masticación de las hojas o su uso en infusión– se sigue practicando de manera generalizada, aunque se concentra en gran medida en los pocos países donde estas prácticas tienen antecedentes históricos. La demanda potencial es elevada, sobre todo para el mate de coca. La prohibición de esta costumbre inocua sigue siendo una de las demandas que se repite, año tras año, en las declaraciones de la JIFE, el organismo interpretativo del sistema de fiscalización de la ONU. Esta postura poco razonable ha desembocado recientemente en la solicitud formal de un Gobierno para derogar de la Convención de 1961 los artículos que exigen abolir la masticación de la hoja de coca.
Este número de Drogas y Conflicto pretende desmontar y esclarecer los mitos más prominentes en torno a la hoja de coca. Su objetivo es arrojar luz sobre estas cuestiones y ayudar a conducir el debate hacia juicios que se basen en evidencias empíricas. El debate lleva demasiado tiempo estancado en el punto muerto en que se encuentra ahora y, en algún momento de un futuro no muy lejano, se deberán tomar decisiones políticas sobre el destino y la situación jurídica de la coca.
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