La política local entra en la contienda global

Los municipios europeos se suman a la batalla contra el TTIP para proteger la soberanía y los servicios públicos, demostrando cómo tomar la iniciativa política y construir una economía alternativa.

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Marten van Dijl

Milieudefensie Marten van Dijl

Amigos de la Tierra Países Bajos pone una señal en los límites de la ciudad de Amsterdam durante la visita de la Comisaria de la UE Cecilia Malmström

Los opositores al Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP) están viendo incrementadas sus posibilidades de victoria. Las autoridades locales toman también ahora una fuerte posición en contra de las estructuras supranacionales que negocian tratados de comercio opacos.

Las recientes declaraciones de los dos candidatos a la presidencia de Austria asegurando que bloquearían el TTIP, el discurso del presidente francés Hollande proclamando que no aprobaría el TTIP a cualquier coste y el rechazo del ministro polaco de Agricultura a la actuales disposiciones del TTIP sobre las reglas de seguridad alimentaria reveladas en las filtraciones publicadas por Greenpeace Países Bajos, han puesto a la Comisión Europea y a la Cámara de Comercio de Estados Unidos a la defensiva. Tienen razones para estar preocupados: el apoyo al TTIP se hunde en Estados Unidos y Alemania ─de más del 50% en 2014 a menos del 20% ahora,─ hasta el punto de que las empresas consultoras de Estados Unidos que trabajan para los grupos pro-TTIP llaman a acciones coordinadas para ganar el debate público y "controlar el ciclo de la cobertura informativa".

En efecto, la noticia ahora es que el TTIP se desmorona. El periódico alemán Der Spiegel reconoce que "un movimiento de protesta sin precedentes" amenaza con acabar con el TTIP. Tanto Der Spiegel como el británico The Guardian alaban el profesionalismo de los activistas anti-TTIP, muchos de los cuales aplican las lecciones de dos décadas de lucha contra el régimen de comercio construido en torno al FMI, el Banco Mundial y la OMC. Esto ocurre en un contexto de nuevas prácticas organizativas inspiradas en la ocupación del espacio público y el uso de tecnologías de la información. El último ejemplo entró en escena en mayo de 2016, con el éxito del movimiento francés Nuit Debout y su llamamiento a un #WorldDebout, un 'debout' mundial, autoorganizado.

En la lucha contra el régimen de comercio global las trincheras son diferentes a las de hace una década, y ello explica que el movimiento en contra del TTIP se haya expandido más allá de los círculos antineoliberales y opositores al modelo de comercio dirigido por las corporaciones. El nuevo contexto se evidenció el pasado abril  en el primer encuentro de la red de ciudades libres de TTIP organizado en Barcelona. El anfitrión del encuentro, el primer teniente de alcalde y representante de la ciudad de Barcelona, Gerardo Pisarello, enmarcó el TTIP en términos de pérdida de soberanía y democracia: “Nosotras las ciudades queremos tener voz en las políticas que afectan a las vidas de nuestros ciudadanos y ciudadanas”, señaló, añadiendo que, que con este tratado, muchas políticas sociales “serán efectivamente bloqueadas”. Hasta hoy, más de 1.800 ciudades europeas se han declarado Zonas Libres de TTIP.

La defensa de la democracia al nivel local está vinculada al florecimiento de una nueva economía, de alternativas que emergen ante la incapacidad del Estado y del mercado ─los actores claves del siglo pasado─ de resolver las necesidades diarias de un número creciente de personas. Esta nueva economía toma muchas formas y nombres, y no es coincidencia que Barcelona sea uno de los lugares donde encontramos muchos ejemplos de prácticas de economía colaborativa de lo común. Tal y como declaraba acertadamente en Barcelona la presidenta de Attac Austria y activista clave de la alianza europea en contra del TTIP, Alexandra Strickner: “No estamos trabajando solo contra los tratados de libre comercio como en el pasado; es una lucha por las alternativas”.

Para las municipalidades representadas en Barcelona, su propia capacidad para promover alternativas públicas fue un tema de preocupación fundamental. La contratación pública es una herramienta clave para expandir y consolidar las alternativas locales al sistema económico actual, basado en cadenas de valor globales dependientes de combustibles fósiles y bajos estándares sociales. La declaración de Barcelona expone: “Estamos muy preocupados/as por la posibilidad de que estos tratados puedan poner en riesgo nuestra capacidad de legislar y de utilizar los fondos públicos ─incluida la contratación pública─, perjudicando seriamente nuestra labor de ayuda a la ciudadanía  en aspectos tan elementales como la vivienda, la salud, el medio ambiente, los servicios sociales, la educación, el desarrollo de la economía social o la seguridad alimentaria, que podrían ser vulnerados”. En otras palabras, los tratados de libre comercio pueden bloquear y revertir tendencias globales tales como la remunicipalización de los servicios de agua u otros servicios. La conferencia de Barcelona confirmó que instrumentos de gobernanza global ampliamente aceptados como el principio de subsidiariedad o directivas útiles como 2014/24/UE sobre contratación pública están siendo desmantelados con la nueva generación de tratados de comercio.

¿Cuáles son los siguientes pasos? La amplia coalición de movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil y los sindicatos más combativos deben consolidar su alianza con la red de ciudades libres de TTIP. Ahora que algunos Gobiernos están cuestionando abiertamente el TTIP, la coalición europea se está centrando en el CETA. Llamado el TTIP canadiense, el CETA está pendiente de ratificación este próximo otoño como “puerta de atrás” para las multinacionales estadounidenses con sede en Canadá que pretenden introducirse en los mercados europeos que hasta ahora se han mantenido protegidos. Ya se esta preparando un “otoño de disenso” con movilizaciones contra diversos tratados de libre comercio y las corporaciones transnacionales que los promueven. Esta es una buena oportunidad para encajar a las ciudades en las movilizaciones, lo cual requerirá imaginación y compromiso político.

Si el CETA es derrotado será un golpe fatal para el TTIP. Sin embargo hay más batallas en el horizonte, tales como el TiSA (Acuerdo en comercio de servicios). Estas batallas contra acrónimos varios de tratados comerciales simplemente evidencian una realidad más amplia: la captura corporativa de las institucionales nacionales y supranacionales, lo cual fuerza a la sociedad civil a estar a la defensiva. Sin embargo el encuentro de Barcelona demuestra que los gobiernos municipales unidos en la lucha para defender la democracia y la soberanía representan una estrategia efectiva que puede proteger y promover los florecientes espacios poscapitalistas.

Los gobiernos locales se están convirtiendo en actores estratégicos para proteger los derechos de los ciudadanos allá donde los Estados nación han fallado. Y se están tomando compromisos. Grenoble, una de las primeras ciudades en remunicipalizar los servicios de agua en Francia, tomó la antorcha y organizará el siguiente encuentro de Zonas Libres de TTIP-CETA y TiSA. Estas ciudades transformativas no deben convertirse en islas en un mar de globalización neoliberal, sino en espacios donde desarrollar prácticas que protejan y alimenten lo local mientras consolidan la solidaridad y la cooperación internacional.