México: Las rutas de la droga y el dogal de la dependencia

Hace tres años, organismos internacionales especializados en el fenómeno mundial de las drogas advirtieron que México iba en camino de convertirse en un narcoestado.

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Carlos Fazio
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Hace tres años, organismos internacionales especializados en el fenómeno mundial de las drogas advirtieron que México iba en camino de convertirse en un narcoestado.

En febrero de 1997, la detención del zar antidrogas de México, general de división Jesús Gutiérrez Rebollo, involucró directamente a las Fuerzas Armadas, consideradas hasta entonces como el último baluarte del Estado y la sociedad contra el poder corruptor de los barones de las drogas, y pareció avalar las hipótesis de algunos especialistas acerca del rápido proceso de colombianización que vive México.

A lo largo de este año, los ingredientes que conforman un narcoestado han estado presentes en forma recurrente en las noticias. Palabras como narcoeconomía, narcocorrupción, narcopolítica, narcosociedady hasta narcolimosnas se suceden en forma intermitente en los titulares de prensa y ocupan los principales espacios de los noticieros de la radio y la televisión, abarcando, sin excepción, a todos los actores sociales.

En forma paralela, y para la gran masa de manera inconexa, Estados Unidos ha ido involucrando cada vez más a México en su guerra contra el narcotráfico, en una operación de pinza que incluye una creciente dependencia de los servicios de seguridad mexicanos -incluidas las Fuerzas Armadas-, del Pentágono y la comunidad de inteligencia (CIA, DEA, FBI, DIA), así como graves recortes de la soberanía nacional que permiten ya, por la vía de acuerdos bilaterales entre la Cancillería de Tlatelolco y el Departamento de Estado, la actividad de agentes extranjeros en el combate antidrogas, que gozan de inmunidad diplomática, y también operaciones en caliente y de interdicción sobre aguas, cielos y territorio mexicano, de las distintas corporaciones militares y policiales de Washington.

En este proceso, uno de los elementos clave con que ha contado la Casa Blanca para presionar y sacar nuevas concesiones a México, ha sido la profusa recopilación de inteligencia sobre las rutas y formas de operar de los cárteles de la droga mexicanos, calificados por la DEA como sucesores aventajados de las organizaciones colombianas de Medellín y Cali.

Este reporte, que presenta información pública sobre un aspecto muy parcial del problema de las drogas, pretende brindar al lector un resumen escueto de las principales vías y formas operativas utilizadas por las bandas de narcotraficantes en el territorio mexicano, y esbozar quién se ha beneficiado en términos estratégicos con el avance del narcopoder en México.

De la mula al Caravelle 727

A comienzos de los años ochenta, el Triángulo de Oro del Sudeste Asiático había hecho de la heroína una gran industria mundial, y el carismático general Khun Sa, el rey del opio, también conocido por el alias de Chang Chifu, controlaba el setenta por ciento del negocio al mando de cuatro mil rebeldes shan, muy bien equipados con fusiles, lanzagranadas, aparatos de radio y mulas.

Desde el decenio de los cincuenta, los chinos nacionalistas del Triángulo -paraíso del opio ubicado entre Tailandia, Laos y Birmania (hoy Myanmar)- habían sido estimulados en la fabricación y venta de heroína por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que utilizaba sus servicios en actividades paramilitares y de espionaje a lo largo de la frontera entre China y Birmania.

Pronto, el Frankenstein que Estados Unidos ayudó a crear quedó fuera de control y Khun Sa, el general Tigre Rojo, con el apoyo de influyentes círculos de Bangkok incluso en el seno de las Fuerzas Armadas, se convirtió en una pesadilla para las principales capitales del mundo occidental.

En rigor, como ocurre ahora, se trataba de un sencillo asunto de oferta y demanda, y la heroína fluía de la fuente al mercado a través de mil canales siempre diferentes. Los pathans afganos vendían opio en el Khyber Pass a fin de apoyar su guerra contra la Unión Soviética; traficantes karachis lo convertían en heroína y la introducían en Europa mediante la vasta comunidad turca de gastarbeiter (trabajadores extranjeros) que vivían en la ex Alemania Occidental.

Una tribu nepalesa de las montañas, thugs de lengua tibetana, llamados manangis, utilizaban el circuito del sur asiático, llevando la heroína del Triángulo de Oro a través del aeropuerto Tribhuvan, de Katmandú o del de Dum Dum, en Calcuta o bien Nueva Delhi, desde donde sus contactos occidentales intermedios lo llevaban de contrabando a Londres, Vancouver, Honolulú, París o Sidney. Los prestamistas de Hong Kong chantajeaban a sus deudores para que hicieran las veces de correo, llevando la mercancía desde Bangkok.

A través de rutas de caravanas, refinerías y derechos, el general Khun Sa controlaba anualmente casi 250 toneladas de opio, de donde se obtenían treinta toneladas de heroína. Los shan, una minoría, luchaban por su autonomía y financiaban sus soldados y armas mediante el tráfico del opio y la producción de heroína. Pero los expertos en drogas de la Embajada estadounidense en Bangkok no veían esas actividades como un acto patriótico. Para ellos y su gobierno, Khun Sa era un gangster con ejército; el enemigo público número uno.

Sin embargo, la consolidación de los cárteles colombianos de Medellín y Cali, a mediados de los años ochenta, modificó el escenario del comercio internacional de drogas. Los capos Pablo Escobar Gaviria y Gilberto Rodríguez Orejuela, sucesores de Carlos Lehder, los hermanos Ochoa y Juan Ramón Matta Ballesteros, ocuparon el lugar del general Khun Sa, y fueron acusados por la DEA de inundar de cocaína y heroína el mercado estadounidense, controlando las plazas de Nueva York, San Diego y Los Angeles, asociados con la Cosa Nostra, la antigua mafia norteamericana convertida en una auténtica corporación industrial, financiera y comercial; de haber ampliado su dominio sobre Europa en sociedad con la Camorra y la 'ndrangheta de Calabria, y de ejercer además su hegemonía sobre el Triángulo de Oro, mediante la concertación de una alianza con los traficantes de opiáceos asiáticos con base en intereses recíprocos.

Desde entonces, también, asociados primero con capos mexicanos como Miguel Angel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca, y con Amado Carrillo, los hermanos Arellano Félix o Juan García Abrego después, los cárteles colombianos comenzaron a utilizar el territorio de México como principal trampolín hacia la insaciable albercaestadounidense. Así, en sólo seis años, la heroína sudamericana desplazó a la asiática en el mercado norteamericano, y según datos del jefe de la DEA Thomas Constantine, pasó de 15 por ciento en 1993 a 62 por ciento en 1996.

Las rutas acuáticas

De acuerdo con un documento elaborado en abril de 1991 por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), de Colombia, con base en informaciones suministradas por la red de países afiliados a la Policía Internacional (Interpol), la cocaína procesada por los cárteles de Medellín y Cali salía hacia Europa y Estados Unidos a través de ocho rutas:

  • Cúcuta-Caracas-Aruba-Madrid-Amsterdam;
  • Cúcuta-Caracas-Trinidad y Tobago-Europa;
  • Punta Gallinas-Cayo Largo-Cayo Lobo-Cayo Aguila-Miami;
  • Bogotá-San Juan-Madrid;
  • Bogotá-Aruba-Rotterdam;
  • Bogotá-Caracas-San Juan-Madrid;
  • Bogotá-San José-Tegucigalpa-Guatemala-Madrid;
  • y Bogotá-Tegucigalpa-Miami-Tampa.

Sin embargo, desde que la administración Bush sustituyera la cruzada ideológica contra el fantasma comunista por la guerra al narcoterrorismo, los mercaderes de droga tuvieron que modificar constantemente sus rutas, almacenes (centros de acopio) y métodos de transportación.

Así, la cocaína y la heroína colombiana, pero también la peruana y boliviana, sustituyeron la tradicional ruta marítima del Caribe, con eje en Panamá y con destino final en Miami, Florida, por la del Pacífico con base en los puertos mexicanos de Acapulco, Mazatlán y Ensenada. También fueron utilizados barcos que zarparon de los puertos peruanos de Pimentel, Salaverry y Chimbote, con destino a Buenaventura, Colombia; Panamá; Corinto, Nicaragua; Puerto Cortés, Honduras; Champerico, Guatemala, y Veracruz y Tampico, en el golfo de México.

En 1993-94, agentes federales de Estados Unidos identificaron cargamentos del Cártel de Cali en barcos semisubmarinos, muy parecidos a los submarinos, con capacidad para una tonelada, que navegaban por debajo del agua sin poder ser detectados por los radares. (1))

Por otra parte, y a raíz de la detención por la CIA del narcotraficante colombiano José Castrillón Henao, quien presuntamente destinó 51 mil dólares a la campaña del presidente panameño Ernesto Pérez Balladares, organismos de inteligencia estadounidenses descubrieron otra ruta marítima del Cártel de Cali, que unía el puerto de Balboa, en el país canalero, con Ensenada, Baja California (territorio del Cártel mexicano de los Arellano Félix), y cuyos destinos finales eran San Diego (EEUU), Canadá y Europa (España, Francia e Italia). En los puertos de Balboa y Ensenada los buques eran reacondicionados con doble fondo para trasportar la droga. (2))

Las pesquisas permitieron identificar una serie de barcos y empresas que servían de tapadera a la alianza de los hermanos Rodríguez Orejuela-Arellano Félix, entre ellas las pesqueras Carimar, Ciprés, Mar Pacífico y Santo Tomás, y las embarcaciones Vizcaíno y El Fori, todas propiedad de Castrillón Henao y del mexicano Manuel Rodríguez López, principal accionista del Grupo Pesquero Rodríguez, en Baja California. (3)

Otra investigación de la DEA y de la Procuraduría de Justicia de Estados Unidos, que formó parte del denominado Operativo Piedra Angular, establece que desde 1991 el Cártel de Cali entró en contacto con los mexicanos Oscar Malherbe (capturado en febrero de 1997) y José Luis Medrano (también preso) -ambos lugartenientes del capo Juan García Abrego, ex jefe del Cártel del Golfo detenido en 1996 y entregado sumariamente a Estados Unidos, donde actualmente purga cadena perpetua en una prisión de Houston-, a quienes se acusa de querer introducir 200 toneladas de cocaína a través de la aduana de Miami. (4)

Para sus operaciones criminales utilizaron de empresas pantalla a Centro Americana Agrícola y Valencia Import and Export. Ambas firmas exportaban verdura congelada (brócoli) y café, que iba acompañada de otra carga: cocaína pura. La mercancía era acondicionada en puertos de Honduras y Guatemala, y llegaba hasta las bodegas ubicadas en el número 5417 de la Avenida 72, en Miami. (5)

Informes de los servicios de inteligencia de Estados Unidos afirman que el ex banquero Carlos Cabal Peniche, a quien el ex presidente Carlos Salinas de Gortari exhibía por el mundo como ejemplo del nuevo empresario mexicano y que se encuentra prófugo de la justicia acusado de fraude, aportó una gran estructura empresarial con base en el sureño estado de Chiapas, para poder encubrir el tráfico de cocaína y lavar dinero. (6)

Con ese objetivo habría adquirido la poderosa transnacional Del Monte y acondicionado puertos del estado de Chiapas (tradicional puerta de entrada de la cocaína procedente de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia), en sus afanes exportadores, además de adquirir tierras en Guatemala y Costa Rica.

Cabal, quien en sociedad con otro mexicano compró Del Monte Fresh Produce en 560 millones de dólares, es propietario de una treintena de empresas, entre ellas Platanera San Carlos y San Carlos Banana Inc.

La investigación menciona que desde Chiapas se exportan grandes cantidades de plátano al extranjero, por lo que las pistas clandestinas que proliferan a ambos lados de la frontera con Guatemala, sobre todo en plantaciones bananeras, han servido de cobertura ideal y desempeñan un papel estratégico para los intereses de los barones de la droga. (7)

En julio de 1995, el Instituto Nacional de Combate a las Drogas (INCD) de México -transformado en fiscalía después de la captura del general Gutiérrez Rebollo- confirmó que toda la flota camaronera del estado de Sinaloa, tanto en Mazatlán como en Topolobampo se encontraba bajo sospecha de estar involucrada en el transporte de estupefacientes, por lo que más de 80 embarcaciones eran investigadas. En ese estado, considerado la cuna y el emporio del narcotráfico mexicano, se desarrolló el Cártel de Sinaloa, cuyos capos Miguel Angel Félix Gallardo, Joaquín "El Chapo" Guzmán y Héctor "El Güero" Palma, están en prisión. (8)

De acuerdo con expertos, y a pesar del incremento del tráfico aéreo de cocaína a bordo de narcojets, la vía marítima sigue siendo la preferida y más eficaz para los barones de la droga.

La llamada ruta de oro del tráfico de cocaína desde Sudamérica utiliza el Océano Pacífico. Los buques cargueros de gran calado llegan frente a las costas de Chiapas (Puerto Madero), Oaxaca (Salinas Cruz), Nayarit (San Blas), Sinaloa (Mazatlán) y Baja California Sur (Los Cabos) y, sin tocar puerto, trasladan la cocaína a lanchas rápidas, que se encargan de transportar el alcaloide a tierra firme. (9) También hay barcos con droga que ingresan por el Golfo de México y descargan la cocaína frente a los puertos de Veracruz y de Altamira, en Tamaulipas.

Una de las rutas utilizadas para hacer pasar la droga desde Guatemala a territorio mexicano, tiene como base el puerto de Ocós, en el Pacífico guatemalteco. De allí salen lanchas rápidas que llegan a desembarcar la droga en una zona llamada Mar Muerto, en lo que sería la frontera marítima de Chiapas y Oaxaca. (10)

En noviembre de 1996, la revelación periodística de un informe de la Procuraduría General de la República dio cuenta de la existencia de narcosubmarinoscompactos en miniatura que, teledirigidos y sin tripulación humana, trasladaban cocaína desde Colombia a Europa y Estados Unidos, utilizando a México como puente.

De acuerdo con la información, los submarinos inteligentes, con apenas cinco a seis metros de eslora, están equipados con sistemas electrónicos sumamente avanzados, lo que les permite navegar en forma autónoma, bordeando los litorales. Usan una tecnología similar a la que emplea la NASA, tienen casco de fibra de vidrio, muy difícil de detectar por los radares de base terrestres y por los guardacostas. Se lanzan desde algún puerto colombiano y automáticamente hacen rumbo a su punto de reunión en alta mar, donde son pescados por barcos de gran calado, que trasladan la droga a sus destinos. (11)

Después de la captura del narcotraficante Juan García Abrego, cuya organización habría contado entre sus colaboradores y prestanombres con altos personajes de la clase política del salinismo, entre ellos el número dos del sexenio, José Córdoba Montoya, el empresario y banquero Carlos Cabal Peniche y Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente, testigos en el juicio que se le sigue en Houston revelaron que el Cártel del Golfo cuenta con ayuda de miembros de la Armada de México y la Guardia Nacional de Estados Unidos.

En una declaración jurada, Carlos Rodríguez, condenado a 62 años de prisión por haber introducido cincuenta toneladas de cocaína a Estados Unidos, entre 1986 y 1993, dijo que García Abrego, socio del Cártel de Cali, contaba con tres ranchos en el municipio de Soto de la Marina, Tamaulipas, a donde llegaba la droga colombiana. Según Rodríguez, oficiales de la Armada de México cruzaban la droga de Tamaulipas a Texas. Ya en Houston, integrantes de la Guardia Nacional de Estados Unidos cargaban la cocaína en trailers del Ejército norteamericano. (12)

Lavagás Juárez-Los Angeles

En forma paralela, los capos mexicanos hicieron de la porosa frontera de tres mil kilómetros, entre México y Estados Unidos, un verdadero paraíso de los traficantes. Según autoridades norteamericanas, se trata de una larga zona fuera de control, donde los cargamentos de droga, ante el voluminoso tráfico terrestre vehicular, son más difíciles de identificar que en aeropuertos o aduanas marítimas.

Allí funcionan desde narcocarreteras hasta narcotúneles. Uno de éstos, de dos kilómetros de largo, conectaba los sistemas de drenaje de las ciudades gemelas de Nogales, una en Sonora y la otra en Arizona, y presuntamente durante qqquince años fue utilizado para el trasiego de mariguana, cocaína y armas. (13)

Según reportes de las autoridades estadounidenses y mexicanas, los corredores de la frontera más utilizados son: Tijuana (Baja California)-San Diego (California); Rodrigo M. Quevedo (Chihuahua)-Columbus (Nuevo México); Mexicali (Baja California)-Calexico (California); Nogales (Sonora)-Nogales (Arizona); San Luis Río Colorado (Sonora)-Desierto de Yuma (Arizona); Ciudad Juárez (Chihuahua)-El Paso (Texas); y Reynosa (Tamaulipas)-McCallen (Texas). Otras rutas utilizadas por el recompuesto Cártel del Golfo son los puntos fronterizos de Matamoros-Bronwnsville y Nuevo Laredo-Laredo (en los estados de Tamaulipas y Texas).

Una de las investigaciones más sonadas e inexplicablemente frenada en el ocaso del salinismo, tuvo que ver con la ruta utilizada por el Cártel de Juárez para transportar más de 200 toneladas de cocaína al año, a lo largo de mil 700 kilómetros de freewaysen Estados Unidos. (14)

El caso del freeway de la cocaína, como lo llamó el periodista investigador José Reveles, involucra al presunto narcotraficante Rafael Muñoz Talavera, cabeza de la organización Muñoz-Tapia, fundadora del Cártel de Juárez (el del fallecido Amado Carrillo), con la poderosa familia Zaragoza Fuentes, de Chihuahua, propietaria de una intrincada red de compañías de gas, con bienes muebles e inmuebles en diez países: México (empresas en varios puntos del territorio nacional), Guatemala (14 empresas), El Salvador, Nicaragua, Honduras (5), Costa Rica, Panamá, Puerto Rico (3), República Dominicana (2) y Bahamas (3).

Una investigación solicitada por el gobierno mexicano al despacho Fernández de Lara, Marshal y del Real, sobre las propiedades de Eduardo Zaragoza Fuentes, arrojó que en junio de 1993 éstas tenían un valor que oscilaba alrededor de los 80 millones de dólares. Además de varias propiedades en Chihuahua y Tamaulipas, la lista incluía una red de empresas gaseras en Centroamérica y El Caribe: Compañía de Gas Metropolitano, Gas del Caribe, Movigás, Super Gas, Maya Gas, Gas del Centro, Transporte del Istmo, Transportadora Zeta, Cilindros y Tanques, Terminales de Gas, Tropigás, Tipic, Western Energy, Cilindros de Centroamérica (todas estas compañías en Guatemala), además de Tropigás, Hidro Gas Caribe, Comercial Atlántica y Aceros Tissot Pittsburg des Moines-Crispin en Honduras; Caribbean Associates en Panamá; Trans World Gas and Oil, Norvest Limited, y Paso del Norte International Limited, en Nassau, Bahamas.

También Puerto Rico Fuels Inc., Liquilux Gas Corporation y Compañía Gas del Pueblo Inc. en Puerto Rico; Norvest Limited y Western Energy Dominicana en Santo Domingo; Tropigás de El Salvador, Tropigás de Nicaragua, Tropigás de Costa Rica. Según el Ministerio de Hacienda y la Procuraduría de México, el grupo de empresas de Eduardo Zaragoza registró en 1993 ventas anuales por 281 millones de dólares. (15)

El modus operandi del Cártel de Juárez por la autopista de la cocaína, era el siguiente: el alcaloide procedente de Colombia por vía aérea, era bajado en pistas clandestinas de Chihuahua y almacenado en bodegas de Ciudad Juárez. Luego se introducía mediante tractocamiones y carros tanque (pipas de gas de la Organización Zaragoza) por El Paso, la carga subía por el freeway 25 hasta pasar el poblado de San Antonio, en Nuevo México. De allí doblaba a la izquierda, atravesaba lo que restaba de Nuevo México y Arizona, hasta llegar a Los Angeles, California.

Las sospechas sobre Pedro Zaragoza, dueño del hato de ganado lechero quizá más importante del norte de América Latina (30 mil cabezas), y su hermano Eduardo, propietario de la empresa Hidro Gas Juárez y de compañías gaseras en diez países de Centroamérica y el Caribe, comenzaron en 1990 cuando el perro Snag, adiestrado para olfatear drogas, olisqueó alcaloides en un carro tanque que aparentemente transportaba gas propano al sur de California: camuflado en el interior de la pipa, en un doble fondo, había un cargamento de tres mil 957 kilogramos de cocaína.

No sería la única carga que viajara en pipa bajo la forma de ladrillos, envueltos en paquetes de diversos colores y con nombres tales como Bush, Reagan, Coca Cola, DEA, FBI. Ni tampoco el único medio de transporte utilizado en el freeway de la cocaína: la organización acondicionó automóviles con amortiguadores de aire para que pudieran soportar hasta 400 kilos de droga; aunque eso es nada, comparado con las cinco o seis toneladas capaces de ser transportada en trailers. (16)

Ando volando alto

Como el general Khun Sa, hasta los años setenta los contrabandistas que operaban en la ruta Colombia-México-Estados Unidos traficaban a lomo de mula. Sin embargo, la tecnificación y expansión del negocio de la droga a comienzos de los ochenta, cuando se estableció la sociedad entre los cárteles de Sinaloa (Félix Gallardo) y Medellín (a través del narcotraficante hondureño Juan Ramón Matta Ballesteros), hizo que se recurriera a avionetas Cessna y Turbo Commander, que a pesar de ser lentas, con capacidad de carga reducida y poca autonomía de vuelo, permitían aterrizar en pistas cortas y abruptas. Dicha alianza formó parte del famoso Irangatedel mayor Oliver North, que intercambiaba armas por droga a la contra nicaragüense.

Se calcula que en 1990 aeronaves colombianas alcanzaron a descargar cerca de 400 toneladas de drogas. Entre los aviones decomisados por las autoridades mexicanas en la Operación Halcón figuraban DC-6, Convair, Grumman, Learjet, Piper, Super King Air, Aerocommander, Cessna y Turbo Commander. (17)

Las tres rutas aéreas primarias eran entonces el corredor occidental, que abarca a Yucatán, Veracruz y Tamaulipas; el corredor del Pacífico, que incluye todo ese litoral mexicano, y un tercer corredor que pasa por Chiapas para llegar a Sonora y Baja California.

Pronto, la intensidad del negocio llevó a la utilización de aviones con capacidad superior a la de los de turbohélices. El caso más comentado fue el de un narcojet Caravelle, aparato con características similares a las del Boeing 727, que el 4 de agosto de 1994 salió de la isla colombiana de San Andrés, hizo una escala en Panamá y aterrizó en el poblado de Sombrerete, Zacatecas, habiendo ingresado a territorio mexicano por Campeche. El vuelo fue rastreado por el Servicio de Aduanas de Estados Unidos y se pudieron decomisar dos toneladas y media de cocaína. Sin embargo, al avión se le habían quitado los asientos y se estimó que tenía capacidad para transportar 10 toneladas: las siete y media restantes, según The New York Times, llegaron a su destino. (18)

De fabricación francesa, el Caravelle alcanza una velocidad crucero de 750 kilómetros por hora y cuenta con sofisticados instrumentos de comunicación, que hacen más difícil su detección por algunos radares.

La madrugada del 11 de marzo de 1995, otro Caravelle 727, con una bandera colombiana pintada en el fuselaje, fue ubicado en el poblado de Punta Baja, cerca de Hermosillo, Sonora. Dos aviones de la Procuraduría siguieron al narcojet e inclusive filmaron su aterrizaje y cuando la cocaína fue trasegada a camiones torton, pero ni el Ejército ni la policía llegaron a tiempo para capturar a los traficantes. Otro Caravelle fue hallado a finales de 1995, quemado y semienterrado en Bahía de Todos los Santos, Baja California Sur. (19)

El 15 de septiembre de 1995 quedó comprobada la conexión entre La Paz (Bolivia) y Mexicali (Baja California), cuando un Douglas DC-6 de la línea boliviana Aerobol fue capturado en Lima, Perú, con 4.1 toneladas de cocaína ocultas entre joyas, artesanías y muebles de mimbre. (20)

Desde 1993, cuando menos cuatro vuelos de aviones bolivianos atravesaron medio continente para unir los aeropuertos de La Paz y Mexicali. Fueron vuelos charter de la aerolínea estatal Lloyd Aéreo Boliviano, transportando cocaína para el mercado estadounidense. En todas esas operaciones se identificó la mano de Amado Carrillo, El Señor de los Cielos, cuyo seudónimo provino de que, en sus orígenes, fue propietario de flotillas y empresas de aviación.

Según algunos informes, luego de los golpes policiales contra los cárteles de Medellín y Cali, Carrillo habría establecido cabezas de playa en Bolivia y Ecuador, en sociedad con capos peruanos del círculo íntimo del presidente Alberto Fujimori.

Fracturada la ruta Perú-Colombia-México-Estados Unidos, la conexión entre Amado Carrillo y el clan peruano de los hermanos López Paredes, capos de la región de Trujillo, habría sentado las bases de una nueva multinacional del narcotráfico.(21)

De acuerdo con informaciones de la prensa peruana, citadas por un enviado del diario mexicano Reforma, los López Paredes viven actualmente en México. Tienen relación cercana con Fernando Zeballos González, dueño de la empresa Aero Continente (la tercera aerolínea peruana) y con directivos de Hay Duc, la segunda empresa pesquera de Perú, y contarían con la protección de Vladimiro Montesinos, el cerebro gris del régimen de Fujimori, y de Santiago, hermano del mandatario. (22) La información consignaba, también, que en mayo de 1996 fue detenido el ex avión presidencial, en el que viajaba un edecán de Fujimori con 174 kilos de cocaína, y, en julio siguiente, un barco de la Marina peruana fue capturado en Vancouver, Canadá, con un cargamento de cocaína.

En septiembre de 1997, a raíz de las pesquisas sobre la conexión peruana del fallecido narcotraficante Amado Carrillo, las autoridades de Lima y México intercambiaron informes sobre la presunta liga de El Señor de los Cielos con Jorge López Paredes, quien supuestamente residiría en Guadalajara, Jalisco, y era el contacto del grupo peruano Los Norteños o Cártel del Norte.

Se ha confirmado que Amado Carrillo estuvo en Lima en 1994 y 1995, bajo los nombres falsos de Carlos Alberto Rodríguez y Armando Barrón, ocasiones en que habría establecido su alianza con los López Paredes. Según datos del expediente judicial, que ventila actualmente una sala superior antidrogas de Lima contra la organización criminal de los López Paredes, Los Norteños habrían logrado transportar a México al menos dos cargamentos de clorhidrato de cocaína que sobrepasaron las diez toneladas. Los cargamentos fueron exportados ocultos en latas de conserva y en bolsas de polietileno y térmicas, que fueron dejadas en una hacienda de Guadalajara. (23)

Avión policial con droga

La detención in fraganti de dieciocho agentes policiales, que el 2 de septiembre de 1997 arribaron al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en una avión de la Procuraduría General de la República (PGR) que transportaba 74 kilos de cocaína, confirmó la penetración del narcotráfico en los servicios de seguridad. (24)

Desde un comienzo, la noticia exhibió las contradicciones oficiales en cuanto a qué corporación pertenecían los policías. Eduardo Ibarrola, subprocurador jurídico de la PGR, declaró a un noticiero radial que los detenidos eran pilotos del Equipo de Intercepción Aérea, cuya misión principal es la detección de aeronaves transportando drogas.

Sin embargo, poco después la dependencia emitió una aclaración donde se precisaba que los detenidos pertenecían a la Dirección de Servicios Aéreos que, estrictamente, nada tiene que ver con el combate al tráfico de estupefacientes.

La confusión se acentuó porque, en el primer boletín que difundió, la PGR dio los datos del avión, un Grumman tipo G-1, pero no aclaró que le pertenecía. El avión, que transportó un cargamento de coca con un valor superior a los 370 mil dólares, había partido del aeropuerto internacional de Tapachula, Chiapas, en la frontera con Guatemala. La localidad está considerada como el principal punto de partida del tráfico hormiga de estupefacientes procedente de Centro y Sudamérica.

Ibarrola calificó la aprehensión de los pilotos como algo muy delicado y reconoció la narcocorrupción en la PGR. Su afirmación de que pertenecían al Equipo de Intercepción Aérea, involucraba directamente a la recién formada Fiscalía Especial para los Delitos contra la Salud, que sustituyó en marzo pasado al Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, luego que su titular, Gutiérrez Rebollo, fue encarcelado, acusado de ser cómplice del narcotraficante Amado Carrillo.

El Equipo de Intercepción Aérea fue formado en 1995 y sus elementos fueron capacitados y entrenados por Estados Unidos para leer radares sofisticados. Son pilotos expertos en manejar aviones y helicópteros bajo circunstancias climatológicas adversas. Su capacitación formó parte de una donación de ocho millones de dólares de Estados Unidos a México, que incluyó la instalación de radares en la isla de Cozumel y en otros puntos del Pacífico mexicano.

De acuerdo con una fuente no identificada, citada por el diario Reforma, una llamada anónima alertó al Alto Mando castrense de que el avión de la PGR que había salido de Tapachula traía un cargamento de droga, al parecer proveniente de Colombia. La fuente dijo que el Ejército, la policía fiscal y Migración mantienen operaciones en el aeropuerto de Tapachula, pero sus equipajes pasan sin revisión en el aeropuerto.

Dos días después, la institución reveló que otros diez elementos de una unidad antinarcóticos de la Policía Judicial Federal (PJF), estaban involucrados en el hecho. La PGR informó que los agentes antinarcóticos habrían sido los contactos o enlaces entre los narcotraficantes y los pilotos capturados, a quienes habrían ofrecido entre 40 y 50 mil dólares por transportar la carga.

El 1 de octubre de 1997, la Policía Judicial Federal confiscó en el aeropuerto internacional de la ciudad de México, 31 kilos de cocaína que estaban ocultos en un avión Airbus A-320 de la compañía comercial Mexicana de Aviación, que provenía de Bogotá. El vuelo se encontraba en tránsito en la capital mexicana, y tenía como destino la ciudad de Los Angeles, California. (25) A raíz del incidente, que involucró a las autoridades de Estados Unidos, Colombia y México, la línea aérea mexicana suspendió temporalmente sus vuelos a Bogotá.

Autos por cocaína

El 29 de septiembre, una denuncia periodística del diario Reforma dejó al descubierto otra forma de operar del crimen organizado. Mediante una compleja red nacional que involucra a robacoches, policías, finqueros chiapanecos, narcotraficantes, jueces y funcionarios corruptos, se legalizan autos robados en la zona centro del país y se les intercambia por cocaína en la frontera con Guatemala. (26)

Los vehículos, robados principalmente en el Distrito Federal y su zona conurbada, son pintados y transformados en talleres clandestinos de Cuernavaca y Cuautla, ambas poblaciones de Morelos, estado gobernado por el ex jefe del espionaje mexicano y ex comisionado contra las drogas, general retirado Jorge Carrillo Olea, acusado por The New York Times de haber brindado protección a El Señor de los Cielos. (27)

Luego son trasladados por carretera hasta la frontera con Guatemala, donde se intercambian por cocaína. Avanzan en caravanas de siete u ocho automóviles, siempre custodiados por elementos de la Policía Federal de Caminos. Las nuevas unidades son documentadas con tarjetas de circulación, placas y licencias obtenidas ilegalmente en la Oficina de Control Vehicular de la Dirección General de Servicios al Transporte, en la Ciudad de México.

La droga entra a México por tierra, y es movilizada por medio de trailers, confundida entre cajas de plátanos, hasta la frontera norte, para ser distribuida en todo el territorio estadounidense.

Una de las hipótesis manejada por las autoridades antinarcóticos en el decomiso de cocaína en un avión oficial de la policía, está vinculada con esta forma operativa del crimen organizado. Además, en mayo pasado fueron detenidos cinco presuntos responsables de estar involucrados en el tráfico ilegal de vehículos y cocaína, según propia confesión. Sin embargo, un juez de Cuernavaca, Roberto Caletti, consideró que las confesiones fueron arrancadas mediante torturas y sólo los consignó por robo de autos. Ahora Caletti está prófugo y se le sigue un juicio luego de que el Consejo de la Judicatura encontró irregularidades en sus sentencias dictadas en favor de presuntos secuestradores.

Según el reportaje-denuncia de Daniel Lizárraga, la otra parte de la banda se encuentra en Chiapas. Su base de operaciones sería un rancho platanero conocido como El Estribo, ubicado entre los poblados de Ciudad Hidalgo y Libertad, a 20 kilómetros de la frontera con Guatemala. Su propietaria es Beatriz Paredes de Parlangue. Paredes y otro sujeto, Carlos Luján, compran la droga en el poblado guatemalteco de Tecun-Uman y la empacan en la finca. Luego la cocaína es cargada en trailers, escondida entre cajas de plátanos de la empresa La Chiquita, y trasladada de noche por carretera hacia la frontera con Estados Unidos, escoltada por la Policía de Caminos.

Presiones sobre México

A finales de febrero de 1997, debilitado por el escándalo provocado por la captura del general Gutiérrez Rebollo y los condicionamientos impuestos por el Senado estadounidense a la certificaciónantidrogas, el gobierno de Ernesto Zedillo aceptó que agentes de la DEA formaran parte de una nueva fuerza conjunta bilateral, que se encargaría de combatir a los narcotraficantes en seis puntos específicos del territorio mexicano.

El 1 de marzo, una fuente diplomática no identificada citada por los diarios El Financiero y El Universal, reveló que la formación de la fuerza de inteligencia, que sería integrada por dieciocho miembros de la PGR e igual número de agentes estadounidenses, le fue pedida al procurador mexicano Jorge Madrazo por el administrador de la DEA, Thomas Constantine.

De acuerdo con la información, se formarían seis células de trabajo compuestas por tres agentes de la DEA y tres de la PGR, además de un intérprete. El punto de mayor discusión era, entonces, la demanda estadounidense de que los agentes de la DEA pudieran portar armas para su defensa personal en casos extremos, a lo que se habían venido negando de tiempo atrás las autoridades mexicanas.

Los 39 agentes de la DEA, que operaban oficialmente en México, contaban con inmunidad diplomática, pero carecían de licencia para portar armas. De acuerdo con la versión periodística, los espías norteamericanos podrían participar en la intervención de teléfonos para grabar conversaciones sospechosas, así como interferir otros aparatos electrónicos utilizados en sus comunicaciones por los narcos, y en cateos a casas en donde supuestamente se realicen contactos con narcotraficantes. Asimismo, estarían facultados para infiltrar personal en sitios donde se presume que el comercio ilícito de drogas.

La fuente dijo que la fuerza conjunta binacional contaría con un presupuesto desahogado para poder pagar a informantes y servicios, y sería provista de equipo y vehículos sofisticados.

La información pareció confirmar la noticia divulgada por la revista estadounidense Time, cuando reveló la creación de una nueva fuerza antidrogas en México, en sustitución del Instituto Nacional para el Combate a las Drogas (INCD), cuyo último director fue el general Jesús Gutiérrez Rebollo. Segun Time, la fuerza "será a imagen y semejanza" de la DEA y sus miembros serán seleccionados y entrenados por la DEA, el FBI y la CIA. La revista recogió la declaración de un importante funcionario mexicano que garantizó que "la nueva dirección será a prueba de las balas de la corrupción". (28)

Por otra parte, y en medio de duras críticas y acusaciones contra el gobierno de que había cedido soberanía ante los condicionamientos de Washington, observadores políticos locales dieron como un hecho que el presidente Ernesto Zedillo autorizaría la extradición de los principales barones de la droga mexicanos que estaban presos.

En agosto siguiente, cuando se había producido un nuevo pico en el escándalo de los narcogenerales, con la revelación de que eran 36 los militares presos investigados por sus presuntos vínculos con los cárteles de la droga, (29) trascendió a la opinión pública que existía un programa del Pentágono para adiestrar a los militares mexicanos que conformarían las unidades antinarcóticas de respuesta rápida.

Según revelaciones de funcionarios del Pentágono reproducidas en la capital mexicana, en el periodo julio 1996-julio 1997, cerca de mil oficiales del Ejército y la Marina de México habían recibido entrenamiento antinarcóticos en Estados Unidos. (30)

De acuerdo con la información, al concluir el año fiscal 1997 (en octubre), el Pentágono habría preparado a trescientos elementos de las unidades de respuesta rápida, 131 pilotos y doscientos mecánicos de la Fuerza Aérea, y más de quinientos marinos de la Armada de Guerra. Con doce semanas de duración, cada curso de las unidades de respuesta rápida capacitó a un grupo de cuarenta oficiales. El propósito declarado era crear equipos de cien efectivos y asignar uno a cada una de las doce regiones militares que tiene México.

La cooperación antinarcóticos incluye transferencia y adquisición de equipo. Durante 1997, la Armada mexicana compró cuatro fragatas a Estados Unidos.

El programa de cooperación entre el Pentágono y el Ministerio de Defensa mexicano se gestó a partir de 1995, cuando Washington logró romper la tradicional resistencia de los militares locales a un mayor involucramiento de las Fuerzas Armadas en la campaña antidrogas. El acercamiento entre las fuerzas militares de ambos países se inició después de la histórica visita del secretario William Perry a México, en octubre de 1995. (31)

Inteligencia, tarea de Washington

En ese contexto, el gobierno mexicano autorizó el incremento de seis agentes del FBI y seis de la DEA (que ya tenía operando 39 elementos) que fueron asignados a trabajar bajo la dirección de Mile (Michael) Garland, quien antes de desplazarse a México se desempeñó como el número dos de la DEA en Bogotá.

Según James Milford, subadministrador de la DEA en Washington, "las relaciones con México han avanzado, no son perfectas, pero ahora tenemos interlocutores confiables. En febrero la situación se había deteriorado a tal grado que la(información de) inteligencia que les dábamos era inmediatamente comprometida". Milford se refirió así al incidente protagonizado por el ex zar antidrogas mexicano, general Gutiérrez Rebollo.

A finales de julio último, cuando la revista Proceso reveló documentos de inteligencia militar que involucraban a un grupo de generales y coroneles con el narcotráfico, quedaron al descubierto las relaciones directas entre el Ministerio de Defensa mexicano y los organismos de inteligencia de Estados Unidos. Uno de los informes aludía a una coordinación entre el secretario particular del ministro de Defensa, general Enrique Cervantes, con el "señor Paul Bradley de la EMBA USA". (32)

Cuando se aludió al vínculo entre el general Tomás Angeles, secretario particular de Cervantes y de éste, ex agregado militar mexicano en Washington, con el "experto" Bradley de la embajada norteamericana, se hizo mención a un misterioso organismo, el CIAN. (33)

Según dedujo el ex policía Eduardo Valle, el CIAN, que no aparece en el organigrama oficial de las Fuerzas Armadas mexicanas, era el Centro de Inteligencia de Análisis Nacional que se reporta directamente ante el general-ministro Cervantes. De acuerdo con Valle, la existencia del CIAN es lo que habría permitido decir a Milford, "que ahora sí tenemos interlocutores confiables". (34)

El brío que le impuso Washington a la nueva cooperación con las Fuerzas Armadas mexicanas permite especular sobre una próxima guerra de las galaxias contra los narcos. A raíz también de la revelación sobre el nexo orgánico Angeles-Bradley, se manejó que ambos habían considerado la posibilidad de utilizar satélites y aviones espías tipo FLIR o Schweizer para ubicar el paradero de los barones de la droga.

"Si se usaron para ubicar a los líderes de los cárteles colombianos, no veo por qué no se haga lo mismo en México," dijo Norman Bailey, exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el gobierno de Ronald Reagan. (35)

Los satélites son propiedad de la Oficina de Reconocimiento Nacional del Pentágono y, desde el espacio cósmico, tienen la capacidad de fotografiar imágenes con gran precisión. Bailey señaló que hay una diferencia entre esos satélites y los de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), que se concentran en interferencias de comunicaciones electrónicas y cuyo uso es bastante común.

Según documentos de inteligencia estadounidenses desclasificados en mayo del 1996, la NSA reforzó sus operaciones de espionaje sobre México después del estallido zapatista, aunque también se rastreó información sobre finanzas, corrupción oficial y narcotráfico mediante interferencias electrónicas de comunicaciones telefónicas, radiofónicas, Internet y fascímil. (36)

Por su parte, un exfuncionario de la DEA reveló en Washington a la corresponsal Dolia Estévez, que los métodos utilizados en México para recabar información son una combinación que consiste en infiltración encubierta, reclutamiento de informantes y vigilancia electrónica, que incluye el uso de equipo de observación nocturna para detectar pistas clandestinas, aterrizajes de narcoaviones y descargas aéreas en mar abierto. (37)

México cuenta ya con aparatos FLIR (Forward, Looking, Infrared), equipo de observación nocturna que se instala en aviones y helicópteros, y según un informe de la Agencia de Inteligencia del Pentágono (DIA), de mayo de 1994, la Fuerza Aérea mexicana compró cuatro SA-2 Schweizer, que se caracterizan porque sus motores no hacen ruido, lo que facilita el espionaje nocturno. (38)

Según Dolia Estévez, quien no pudo confirmar oficialmente tal versión, en Chiapas fue utilizado equipo high-tec para medir el poderío logístico y humano de los zapatistas. La reticencia a confirmarlo, tanto por el gobierno mexicano como por Washington, se debe, según expertos locales, a que su uso habría significado la violación de los términos del alto al fuego que prohibe los sobrevuelos militares.

La excusa de la guerra al narcotráfico con fines contrainsurgentes fue denunciada, también, por el presidente del Consejo Internacional de Tratados Indios (CITI), William Means, un veterano de Vietnam originario de Dakota, que en marzo de 1997 realizó una gira de observación por Chiapas, Oaxaca y Guerrero, los tres estados indígenas donde operan las guerrillas del EZLN y el EPR. Dijo que pudo ver equipo vendido o donado por Estados Unidos para combatir a los narcotraficantes y que había sido desviado por el Ejército local para combatir a los grupos armados. El material citado incluía helicópteros, transportes, lanza granadas, morteros y ametralladoras M-16 y M-60. (39)

Asimismo, en junio de 1997, la prensa mexicana reveló que la Embajada de Estados Unidos estaba investigando si en sus enfrentamientos de este año con el EPR, el Ejército mexicano había utilizado helicópteros Huey UH-1H donados por el Pentágono para ser usados exclusivamente en el combate al narcotráfico. (40)

El 29 de septiembre, el gobierno de México anunció que había definido nuevas reglas para los sobrevuelos de aviones-radares de Estados Unidos en el territorio nacional, así como el ingreso de buques de la Guardia Costera de ese país en aguas jurisdiccionales mexicanas.

De acuerdo con la información de la Cancillería de Tlatelolco, aviones antinarcóticos P-3 del Servicio de Aduanas estadounidense podrían descender y atracar en bases militares mexicanas, para reabastecerse de combustible, y los guardacostas podrían realizar escalas con ese mismo fin. En todos los casos las escalas serían breves y en situaciones excepcionales.

También se informó que México podría autorizar el sobrevuelo de los P-3 con fines de seguimiento de aeronaves y embarcaciones sospechosas de transportar drogas, dentro de las 24 horas siguientes a la recepción de la solicitud.

Sin embargo, los senadores Héctor Sánchez y Luis Bravo, del los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN) condenaron las maniobras bajo el agua del canciller Gurría y lo acusaron de faltarle el respeto a la Cámara alta.

Según explicó un vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, las nuevas reglas quedarían fijadas en las Bases de Coordinación para Autorizar Sobrevuelos en el Espacio Aéreo Mexicano de Aeronaves Extranjeras, que el gobierno se proponía publicar en breve en el Diario Oficial de la Federación.

El funcionario de Tlatelolco dijo que se evaluaría cada solicitud estadounidense de sobrevuelo de manera individual, caso por caso, pero que no se autorizará la realización de vuelos para la persecución en caliente de naves sospechosas. Tampoco se autorizará el establecimiento de bases e instalaciones aéreas para llevar a cabo operaciones contra el narcotráfico.

Los aviones-radares P-3 tienen una cobertura más amplia que las estaciones terrestres, que no tienen capacidad para detectar vuelos a gran altura. La fuente de Cancillería admitió que los sobrevuelos de los aviones de Estados Unidos en el espacio aéreo mexicano son incómodos, pero argumentó que son necesarios.

Anunció que México planea la compra de aviones-radares así como radares de tierra y marítimos al mejor postor, para realizar labores de monitoreo con mayor efectividad.

En la actualidad los narcotraficantes eluden los radares terrestres, al volar por debajo del alcance del aparato de detección. Otra modalidad, considerada por las autoridades como tecnología de punta, es bombardeardesde aviones las costas mexicanas con paquetes de droga que luego son recuperados por lanchas rápidas.

Las lanchas están provistas de radares que detectan las señales emitidas por sensores instalados en cada paquete, que son reproducidas por boyas que los cárteles tienen flotando en el mar; lo que permite realizar la recolecta de los cargamentos incluso de noche y en mar abierto.

¿Cuál es el nombre del juego?

El 4 de noviembre, la prensa mexicana registró en grandes titulares que naves de Estados Unidos habían realizado una persecución en caliente en aguas jurisdiccionales mexicanas. Según la Casa Blanca, México autorizó la acción.

El hecho ocurrió el pasado 11 de agosto, cuando la oficina de la Joint Interagency Task Force West, a cargo del Centro de Interdicción del Pacífico de Estados Unidos, obtuvo información acerca de una operación de narcotráfico al sur de Acapulco, que involucraba la transferencia de drogas de una barco madre a lanchas rápidas. (41)

Según relatan documentos de la oficina del zar antidrogas de la Casa Blanca, general Barry McCaffrey, un barco de la Guardia Costera (Cutter Boutwell), un helicóptero HH-65, un avión P-3 Orion de la Marina y un avión turbo King de la PGR de México persiguieron a una embarcación de la que fueron arrojadas 2.7 toneladas de cocaína al mar. Según el informe, operaciones conjuntas similares ya habían ocurrido en las penínsulas de Yucatán y Baja California.

La revelación dejó al descubierto el doble discurso de las autoridades mexicanas, al tiempo que evidenció que la soberanía nacional había sido violada. La nueva normatividad para autorizar sobrevuelos en el espacio aéreo y la incursión de naves extranjeras en aguas jurisdiccionales mexicanas había entrado en vigor el 4 de octubre. Pero, según se asienta en el documento publicado en el Diario Oficial, "en ningún caso se autorizará un sobrevuelo con propósitos de interceptación en persecución de una aeronave que se presuma realiza actividades ilícitas".

A modo de epílogo, podría concluirse que el diseño represivo ideado por algunos líderes estadounidenses en el combate a las drogas, constituye una inversión de beneficio cuádruple para las grandes compañías financieras transnacionales.

Como apunta José Alberto Villasana, el narcotráfico nació, desde su prohibición en 1920, como un gran negocio al amparo directo del poder político de Washington. "Lejos de ser algo que haya escapado al control gubernamental, se convirtió en una fuente de ingresos con la cual el gobierno de Estados Unidos podía financiar movimientos de insurrección en el extranjero, e incluso operaciones clandestinas de los cuerpos de inteligencia." (42)

Para el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, las grandes compañías ganan invirtiendo en la venta clandestina de los psicotrópicos, ganan en el lavado de dinero, y ganan en la industria militar y tecnolóciga antidrogas, lo que les permite, por ende, desarrollar nuevos esquemas de contrainsurgencia y de control policiaco regional. Lo que a su juicio está llevando a la creación de nuevas estructuras regionales y continentales, cuyo arquetipo es el Estado terrorista, y cuyas unidades operativas tienden a convertirse en cuerpos de élite de reacción rápida, aunque normalmente éstas sean camufladas como estrategia antinarcótica o antiguerrillera, con un mantenimiento millonario.

Llamadas

1. Dolia Estévez, El Cártel del Golfo, sólo un tentáculo desechable para los barones de la droga. Diario El Financiero, México, 11 de octubre de 1994.
2. Miguel Badillo, Empresas mexicanas, entre las redes del narcotráfico. Narcofinanciamiento a Pérez Balladares, punta del iceberg. El Financiero, México, 5 de julio de 1996.

3. Ibid.
4. Rossana Fuentes-Beráin, Los caminos del Cártel, Diario Reforma, México, 11 de junio de 1995.
5. Ibid.
6. José Reveles, Chiapas, paraíso del narcotráfico. Supercártel en etapa de gestación. Diario El Financiero, México, 4 de febrero de 1996.
7. Ibid.
8. Diario La Jornada, Bajo sospecha de narcotráfico, la flota camaronera de Sinaloa. México, 11 de julio de 1995.
9. José Reveles, La marítima, la vía de oro del narco. El Financiero, México, 21 de febrero de 1996.
10. Ibid.
11. José Reveles, Nao submarina de coca colombiana a México. El Financiero, México, 10 de noviembre de 1996.
12. César Romero Jacobo, Vinculan a Armada con García Abrego. Diario Reforma, México, 1o. de octubre de 1996.
13. Ciro Pérez y Juan Manuel Venegas, Narcotúnel de Sonora a Arizona. La Jornada, México, 19 de julio de 1995.
14. José Reveles, Ciudad Juárez-Los Angeles, el freeway de la cocaína. El Financiero, México, 19 de mayo de 1996.
15. José Reveles, Frenó el salinismo pesquisas sobre casos de narcolavado. El Financiero, México, 18 de mayo de 1996.
16. José Reveles, Ciudad Juárez-Los Angeles, el freeway de la cocaína, ya citado.
17. Santiago Pérez, Los nuevos contrabandistas. Diario Reforma, México, 11 de julio de 1995.
18. Citado por Santiago Pérez, y en Droga decomisada, jugoso negocio de Mario Ruiz, José Reveles, El Financiero, México, 7 de enero de 1996.
19. José Reveles, Capturan narcojets sin nada de coca. El Financiero, México, 7 de enero de 1997.
20. José Reveles, Relevan narcos mexicanos a los cárteles de Cali y Medellín. El Financiero, México, 30 de septiembre de 1995.
21. César Romero Jacobo, Nueva multinacional del narcotráfico. Reforma, México, 1o. de agosto de 1996.
22. Ibid.
23. Reforma/El Comercio, Amado Carrillo: la conexión peruana. Diario Reforma, México, 7 de octubre de 1997.
24. Daniel Lizárraga y Jorge Reyes, Trafican droga en avión de PGR. Detenidos 'combatían' narcotráfico. Reforma, México, 4 de septiembre de 1997.
25. Luis Guillermo Hernández, Transporta droga avión de Mexicana. Reforma, México, 2 de octubre de 1997.
26. Daniel Lizárraga, Contacto en el sur. Autos por cocaína. Reforma, 29 de septiembre de 1997.
27. El 23 de febrero de 1997, los periodistas Sam Dillon y Craig Pyes publicaron un extenso reportaje en The New York Times sobre el narcotráfico en México, que involucraba a Carrillo Olea y al gobernador de Sonora, Manlio Fabio Beltrones, con el capo Amado Carrillo. Ambos mandatarios estatales promovieron un juicio en México por difamación contra los periodistas y el diario neoyorquino y perdieron la disputa legal.
28. Revista TIME, 2 de marzo de 1997.
29. Jesús Aranda, Serían 36 los militares implicados en el narcotráfico. La Jornada, México, 29 de julio de 1997.
30. El Financiero, 9 de agosto de 1997.
31. Una visión del rápido proceso de dependencia de las Fuerzas Armadas mexicanas del Pentágono, aparece documentada en el libro El Tercer Vínculo. De la teoría del caos a la militarización de México, Carlos Fazio, Editorial Joaquín Mortiz, México, diciembre de 1996.
32. Revista Proceso No. 1082, 27 de julio de 1997.
33. Ibid.
34. Eduardo Valle, El Financiero, columna La Otra orilla, 3 de agosto de 1997 y 21 de septiembre de 1997.
35. Dolia Estévez, Guerra de galaxias contra narcos, El Financiero, 7 de agosto de 1997.
36. El Financiero, México, 15 de mayo de 1996.
37. Guerra de las galaxias contra narcos, ya citado.
38. Ibid.
39. Matilde Pérez, Se usa equipo antinarco contra el EZLN, La Jornada, y Claudia Guerrero, Utilizan armamento de EU contra guerrilla, Reforma, México, 20 de marzo de 1997.
40. José Luis Ruiz, Usó México contra el EPR helicópteros donados por EU, El Universal, y David Aponte, Investiga EU si se usan helicópteros Huey contra el EPR, La Jornada, México, 3 de junio de 1997.
41. David Aponte, Persecución en caliente por naves de EU en Acapulco, La Jornada, y Carlos Benavides y Salvador Rico, Un hecho las persecuciones en caliente, confirma Washington, El Financiero, México, 4 de noviembre de 1997.
42. José Alberto Villasana, El doble juego de la guerra antidroga, Le Monde Diplomatique, México, agosto de 1997.

Carlos Fazio es periodista uruguayo radicado en México.