Mike Marqusee, analista brillante y creativo, activista y amigo

Sentimos profundamente la pérdida de Mike Marqusee, colaborador y aliado del Transnational Institute. Mike murió el 13 de enero de 2015 de mieloma múltiple, un cáncer de la médula ósea.

Autores

Article de

Mike Marqusee (1953-2015) empezó a colaborar con el TNI con el libro Casus belli: cómo los Estados Unidos venden la guerra y fue un amigo muy apreciado.

El investigador del TNI Achin Vanaik fue amigo personal de Mike y ha escrito el siguiente obituario:

“Me sobresaltó la noticia del fallecimiento de Mike, aun sabiendo que era inminente. Diagnosticado con mieloma múltiple en 2007 a la edad de 53 años cuando le dieron cuatro años de vida, consiguió –fiel a su modelo de vida– desafiar las probabilidades al vivir dos veces más. Acababa de recibir mi visado y había reservado billete para ir a verlo a Londres a principios de febrero, con el fin de presentarle en persona una copia de mi último libro que critica la trayectoria de las armas nucleares en la India desde 1998. Se publicará a finales de enero y se lo he dedicado por todo lo que ha significado para mí y para mi familia. Pero no ha podido ser.

Conocí a Mike en 1990, cuando se puso en contacto conmigo después de leer mi primer libro sobre el sistema de gobierno, la economía y la sociedad de la India y que se publicó simultáneamente en el Reino Unido y la India. Congeniamos enseguida. Había pasado mis años universitarios y siguientes en Inglaterra, participando y radicalizándome en los movimientos antirracista y contra la guerra de Vietnam. Una de mis primeras inspiraciones fue el movimiento estadounidense Black Power.

Mike, judío de ascendencia lituana, había estudiado en Estados Unidos y también le habían influido Malcolm X y la resistencia negra de aquellos momentos; estaba tan asqueado por la guerra de Vietnam que se mudó a Inglaterra desde donde viajaba a Europa, Asia y con especial afecto a la India. Si en el Reino Unido era activo en la campaña para defender a Rushdie contra la fatua iraní, también le estremeció e indignó el recrudecimiento comunitario que representó la campaña dirigida a destruir la mezquita de Babur.

Cuando venía a Delhi con su extraordinaria compañera, Liz Davies, se quedaban en nuestro hogar, desde donde viajaban a diversos sitios del país. Mientras por un lado su curiosidad lo llevaba aun a una edad tardía –para nuestro asombro– a escuchar, absorber y entusiasmarse con las complejidades de la música clásica carnática, por otro se conectaba fácilmente con una muestra muy representativa de jóvenes a causa de su interés apasionado y aprecio de la cultura popular de masas expresada en la música, el cine, todo tipo de series televisivas y el deporte.

Observaba todo esto con un agudo ojo político y crítico, plenamente consciente de que este tipo de entretenimiento y la gestión de los deportes mayoritarios suelen ir de la mano de la promoción de estereotipos culturales degradantes, actitudes racistas y sexistas y el reforzamiento de los valores interesados de los ricos y poderosos. Precisamente esta capacidad de compartir con sinceridad el ‘disfrute’ del espectador sin sentir o hacer sentir culpabilidad, a la vez que criticaba con tal autoridad y conocimiento dichas formas, le permitió de la manera más discreta y nada pedante dejar una poderosa huella política en las mentes jóvenes.

Recuerdo todavía sus vivas interacciones con mis dos hijos sobre los méritos y limitaciones de Sholay y Garm Hava. Lo que transmitía fue que uno puede compartir las alegrías de una existencia corriente y feliz y comprometerse también con la difícil tarea de intentar mejorar el mundo.

En Gran Bretaña, Mike era conocido tanto por sus escritos como por su activismo. Fue el principal responsable de prensa de la coalición Stop The War, que organizó la marcha en Londres contra la invasión de Estados Unidos de Iraq en 2003 a la que acudió más de un millón de personas. Fue un socialista libertario antiestalinista y antiburocrático que trabajaba dentro del Partido Laborista debido a los fuertes vínculos de este con las personas trabajadoras y para oponerse a los que abogaban por una involución autoritaria en la toma de decisiones como el necesario preludio del cambio neoliberal derechista del Partido.

Fue coautor del libro Defeat from the Jaws of Victory, sobre cómo la dirección de Kinnock dentro del Partido Laborista británico preparó el terreno para este cambio. Mike fue especial porque sus escritos se entrelazaban profundamente con sus inquietudes, que vivía con pasión: las exploraciones de la mente y el corazón. Fue dichoso porque combinaba la funcionalidad sofisticada del análisis con una gran creatividad expresiva que hacía que leerlo fuera un placer.

No le parecía raro que un blanco escribiera uno de los mejores libros sobre Muhammad Ali, el boxeador, y otro sobre las luchas antirracistas del momento, titulado Redemption Song, en referencia al clásico reggae de Bob Marley, un libro que figuró entre los mejores 25 libros del año de la biblioteca pública de Nueva York. Tampoco le extrañaba que un estadounidense criado con el béisbol se atreviera a escribir el mejor libro –según muchos– sobre el críquet, Anyone but England, desde Beyond the Boundary, de CLR James, con quien Mike compartía su visión de la política. El libro fue uno de los tres mejores libros del año sobre el deporte en el Reino Unido y recibió críticas calurosas en la India del historiador Ramchandra Guha, del profesor emérito de la Universidad Nacional de Jodhpur, Prabhat Patnaik, del vicerrector actual de la universidad de Ashoka, Rudrangshu Mukherjee, del poeta Gulu Ezekeil, y la admiración del presentador y periodista Rajdeep Sardesai.

Es más conocido en la India por esta obra, seguido de un largo relato War Minus The Shooting sobre la Copa Mundial de Críquet de 1996, que se celebró en Asia del Sur (en la que Mike apoyó al equipo de Sri Lanka en la final). Escribió también un capítulo sensacional para un libro que edité para el Transnational Institute en el que se recogieron las aportaciones de un colectivo notable de intelectuales y activistas progresistas afincados en Ámsterdam. Se llamaba Casus belli: cómo los Estados Unidos venden la guerra y se publicó en Asia del Sur con el nombre de Masks of Empire. La contribución de Mike fue una crítica punzante sobre las arrogancias de la “excepcionalidad estadounidense”.

Pero faltaban por escribirse sus obras más líricas, Chimes of Freedom (Wicked Messenger en Estados Unidos) sobre los enigmas políticos del arte de Bob Dylan, una recopilación de sus poemas y la intensamente personal If I Am Not For Myself, en que tejió la historia del radicalismo judío en Nueva York con sus propias experiencias en la izquierda británica, con el fin de rastrear su evolución como un judío antisionista, secular e internacionalista profundamente comprometido con la lucha por la justicia del pueblo palestino.

Aun después de su diagnosis de cáncer, siguió llenando su vida –a pesar de los periodos de intenso dolor y hospitalización– de activismo político en Gran Bretaña, alternándolo con viajes a Marruecos, España y Portugal para saborear sus placeres arquitectónicos y culturales, para sumergirse en el estudio de sus historias y políticas respectivas.

Siempre que podía, venía a la India para visitar a sus viejas amistades, a la vez que hacía nuevos amigos. Desde el Reino Unido escribió durante mucho tiempo una columna quincenal para el diario The Hindu sobre una diversidad de temas y fue columnista habitual de la revista británica de izquierda de mayor tirada, Red Pepper, editada por la indómita Hilary Wainwright.

Sus últimos textos de 2014 fueron The Price of Experience: Writings on Living with Cancer, sobre el Servicio Nacional de Salud británico, encargado de su tratamiento. Para explicar cómo era Mike, he escogido tres fragmentos de este libro. Ante los recortes propuestos por el Gobierno, los trabajadores del Servicio Nacional de Salud amenazaron con ir a la huelga. Muchos medios de comunicación convencionales reaccionaron como era de esperar, ya que acusaron a los trabajadores de traicionar su vocación prioritaria de cuidar a sus pacientes.

“Finalmente, un paciente muy agradecido hizo un llamamiento a los trabajadores del Servicio Nacional de Salud: el Gobierno se aprovecha de vuestro sentido de compromiso con vuestros pacientes, pero si cedéis, no hacéis ningún favor a esos pacientes… Necesitamos que actuéis por nosotros, ya que la huelga es una extensión necesaria de la dedicación que os guía en vuestro trabajo cotidiano.”

En otro fragmento, Mike recrimina a las farmacéuticas que monopolicen las licencias de ciertos medicamentos con el fin de cobrar precios excesivos cuando su coste de producción es muy bajo. Una de estas firmas, la estadounidense Celegne “afirma que sus altos precios son necesarios para pagar la investigación y desarrollo, pero, francamente, son estupideces. Gasta más en marketing y en ejercer presión política que en investigación y desarrollo. Además, presume de un beneficio extraordinario del 26%, mucho más alto que la media ya desorbitada de la industria farmacéutica del 17%. Una de las razones por las que me alegro de estar vivo es porque puedo meterme con estos bastardos”.

Cuando Heinrich Heine estaba muy enfermo, escribió: “Gracias a Dios, vuelvo a tener un Dios para que cuando me duela mucho, pueda maldecir y blasfemar. Al ateo se le niega ese consuelo”. Mike se consolaba de otra manera: “Alguna vez me he arrepentido de no tener un poder divino al que poder maldecir y contra el que blasfemar. Tendrá que bastar con los poderes de este mundo”.

Achin Vanaik


Foto de Felix Clay

Ideas en movimiento

Impulsa nuestra labor

Si deseas apoyar nuestro trabajo, considera realizar una donación. Nos comprometemos a que nuestra valiosa investigación esté accesible sin costo, pero para eso necesitamos de tu ayuda. Si todas las personas que leen nuestro contenido realizan una donación de tan solo €12 podremos apoyar nuestro trabajo durante tres años.

Done Ahora