Falsas soluciones corporativas vs. sistemas públicos de energía para avanzar en la descarbonización de manera democrática

Fecha de publicación:
7:40 minutos

Las falsas soluciones a la crisis climática, son medidas que aparentan combatir el cambio climático pero que en realidad consolidan el sistema actual de sobreconsumo, dependencia de combustibles fósiles y desigualdad económica. Por tanto, no reducen las emisiones en su origen ni cuestionan las causas sistémicas del cambio climático, sino que buscan justificar la continuación del modelo extractivista, consumista y basado en las fuentes fósiles. La transición energética corporativa está plagada de estas falsas soluciones así como de mitos, que son repetidos como mantras por los medios de comunicación y los funcionarios malintencionados. 

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¿Quiénes promueven las falsas soluciones corporativas?

Las falsas soluciones son respuestas que promueven las grandes empresas, los organismos multilaterales y gobiernos del Norte Global. Bajo el pretexto de enfrentar la crisis climática, perpetúan las estructuras y sistemas que originaron la crisis. Estas iniciativas son presentadas como innovaciones tecnológicas o estrategias de adaptación al cambio climático, pero su objetivo real es asegurar el lucro y el control de los recursos por parte de las corporaciones. Utilizan una terminología que parece innovadora y comprometida con el medio ambiente, como "economía verde", "neutralidad en carbono" y "soluciones basadas en la naturaleza". Estas estrategias de comunicación buscan ocultar los impactos negativos de estas medidas y evitar la implementación de soluciones verdaderas a la crisis climática. Lo peor de todo es que estas falsas soluciones derivan en el despojo de comunidades y pueblos, pues implican el acaparamiento de tierras y recursos. 

Una de las falsas soluciones más utilizadas son los mercados de carbono, que permite a las empresas contaminar mientras compran "créditos" que compensan sus emisiones. Esto no solo perpetúa las prácticas contaminantes, sino que también genera nuevos espacios de lucro para las corporaciones y especuladores financieros. Otra de las propuestas es la del hidrógeno verde, que es presentado como un reemplazo elemental a los combustibles fósiles, pero al explotarse en países del Sur global donde existe una histórica escasez de agua, como en Chile, o los países del sahara africano, genera un aumento en el estrés ecológico, dificultando la reproducción de la vida en estos territorios y multiplicando la generación de zonas de sacrificio. Aunque estas propuestas suenan sostenibles, muchos megaproyectos de energías renovables como las represas, la minería del litio o los monocultivos para producir biocombustibles, generan muchos impactos negativos en las comunidades locales y en la biodiversidad. 

A su vez,  grandes empresas e inversores sostienen que todas estas medidas deben ser impulsadas por el mercado, es decir, que el dinero para estas políticas venga del sector privado, y que el rol de las instituciones públicas sea solamente la de facilitar y proteger dichas inversiones. Sin embargo, en la práctica, es el sector público y no el privado, el que lidera la transición energética. Un estudio reciente del Instituto Tecnológico de Massachusetts sobre las inversiones de las empresas de servicios públicos entre 2005 y 2016, reveló que las empresas públicas dedicaron un porcentaje mayor de sus inversiones a energías renovables como la solar, eólica, biomasa y geotérmica, que las del sector privado. Entre 2019 y 2020, los fondos públicos y los hogares comprendieron el 60% de toda la financiación climática, superando al total de la inversión privada. La verdad es que, sin los subsidios estatales, la inversión privada desaparece. 

¿Cuáles serían las soluciones verdaderas?

Las soluciones verdaderas a la crisis climática son ambientalmente sostenibles, es decir, promueven modelos que respetan los límites ecológicos del planeta, como la agroecología, la regeneración de ecosistemas y la transición hacia energías limpias y descentralizadas. Además, estas alternativas buscan redistribuir la riqueza y el poder, priorizando el bienestar de las comunidades más vulnerables. En otras palabras, promueven una descarbonización real de la economía, lo que significa dejar los combustibles fósiles en el subsuelo y reducir el consumo excesivo, pero buscando siempre la justicia social y ambiental. 

Asimismo, una transición energética implica recuperar la energía de manos del mercado y promover la colaboración entre el sector público, los pueblos y comunidades. Eso implica la participación directa de los Estados en la transición energética. Es decir, promover la propiedad pública del sector energético, con rendición de cuentas y participación de los trabajadores del sector y los usuarios de la energía. También significa reconocer el papel de la energía como una necesidad social básica a través de una estrategia de bienes públicos mundiales, que priorice la equidad, la justicia y el acceso a la energía por encima del beneficio privado.

Dejar en manos del mercado las herramientas para hacer frente a la crisis climática sólo está empeorando la situación. La transición energética corporativa es una maquinaria perversa de extracción de recursos del Sur global hacia el norte, sin ningún miramiento en impactos ambientales ni sociales. Para lograr una transición energética justa y duradera debemos guiarnos por la seis letras D: Desfosilizar, Desprivatizar, Desconcentrar, Descentralizar, Desmercantilizar y Democratizar. 

Ya existen muchas experiencias comunales y públicas que avanzan en este sentido. Experiencias como las de energía ciudadana, ciudades en transición, cooperativas de consumo y producción. Todas estas dan cuenta de un aspecto esencial: la posibilidad de apropiarnos de las políticas energéticas, de no delegarlas en los gobiernos, de construir espacios populares que alienten otro modelo energético, renovable, participativo, inclusivo, congruente con la idea de los límites planetarios y la inequidad existente.

Todo esto nos lleva a concluir que la lucha contra la crisis climática no puede ser efectiva si se basa en las falsas soluciones promovidas por las corporaciones y élites políticas. Estas medidas no sólo son ineficaces, sino que perpetúan las causas estructurales del problema, desviando recursos y atención de las alternativas reales. Las soluciones verdaderas y populares, en cambio, ofrecen una esperanza para enfrentar el cambio climático desde un enfoque justo, inclusivo y sustentable. Estas alternativas deben ser apoyadas y ampliadas para garantizar un futuro en el que las personas y la naturaleza puedan coexistir, priorizando el bienestar colectivo sobre el lucro corporativo. 

Te invitamos a escuchar la serie completa "Transición energética, poder corporativo y resistencias territoriales", una producción del Instituto Transnacional y de Radio Universidad de Chile 102.5 FM. 

Fuentes: 

Las falsas soluciones como distracciones a la crisis climática y ambiental https://www.mapafalsassoluciones.com/saber/las-falsas-soluciones-como-distracciones-a-la-crisis-climatica-y-ambiental/ 

Guía para entender y resistir las falsas soluciones a la crisis climática https://www.mapafalsassoluciones.com/wp-content/uploads/2023/12/Cartilla-Falsas-Soluciones-espanol.pdf  

Los Mitos de la Transición Energética: el desmantelamiento de los seis mitos políticos que amenazan la descarbonización. Transnational Institute (marzo, 2024). https://www.tni.org/es/publicaci%C3%B3n/los-mitos-de-la-transicion-energetica 

State ownership and technology adoption: the case of electric utilities and renewable energy. MIT-Center for Energy and Environmental Policy Research (agosto, 2020).   https://ceepr.mit.edu/wp-content/uploads/2021/09/2020-016.pdf 

Transición energética justa; pensando la democratización energética. Pablo Bertinat. Fundación Friedrich Ebert (diciembre, 2016). https://viejo.unter.org.ar/imagenes/Transicion_energetica_justa.pdf 

El hidrógeno verde, una falsa solución. Elisangela Soldatelli, Fundación Rosa Luxemburgo-Buenos Aires (julio, 2021) https://rosalux-ba.org/2021/07/08/el-hidrogeno-verde-una-falsa-solucion/