Resúmen ejecutivo
En esta nueva era de capitalismo digital, los datos son la nueva materia prima que alimenta la industria tecnológica. Esos datos están teniendo una creciente importancia en términos de valor, pero sobre todo en términos estratégicos.
Así, las empresas se cuestionan dónde almacenar sus datos de forma tal que sea seguro, accesible y barato. Esta necesidad se ha traducido en la firma de diversos Acuerdos de Libre Comercio con la cláusula de libre movilidad de datos, que determina que las empresas pueden transportar los datos a través de las fronteras libre de restricciones y aranceles. Dicha cláusula se está firmando en una creciente cantidad de Acuerdos entre países, pero sobre todo, entre países pertenecientes a la lista de paraísos fiscales.
Las grandes empresas de tecnología no solo están almacenando su materia prima digital (datos) en estas locaciones, sino que además existe una creciente relación entre las mismas y la evasión impositiva a nivel global. Nunca antes en la historia se vio empresas con la tasa de ganancia de las corporaciones digitales, y sin embargo son famosas por el magro pago que hacen anualmente en términos impositivos.
En efecto, existe una relación que no es directa pero sí que viene afianzándose entre los paraísos fiscales y los centros de almacenaje de datos. Podríamos decir que el poder financiero se está fusionando con el poder tecnológico en los mismos sitios geográficos poco a poco.
Las razones por las que ocurre esto son múltiples:
- Los paraísos fiscales poseen leyes de secreto bancario y de dificultoso acceso a la información de privados por parte de los Estados. Esto resulta beneficioso para los intereses que tienen las empresas de monopolizar los datos a fin de que nadie más pueda desarrollar herramientas de industria digital en el mundo: acaparar esta materia prima digital en manos de unos pocos a fin de eliminar a la competencia y sobre todo, a los Estados que potencialmente podrían utilizar datos para un mejor diseño de políticas públicas, entre otros usos.
- Los paraísos fiscales, al ser centros de riqueza y manejo de información relevante siempre fueron enclaves bien conectados y con una infraestructura robusta. Esto es deseable a la hora de almacenar datos ya que se precisan buenas redes de conectividad e infraestructura física para importar y exportar los datos de forma veloz y mantener los servidores internamente dentro del país.
- La energía es el otro punto clave. En efecto, la gran cantidad de energía que consumen los centros de datos hace que sean el blanco de críticas por parte gobiernos y sociedad civil. Por este motivo es que se encuentran invirtiendo fuertemente en países para que desarrollen estrategias de energía limpia que beneficien a estás empresas de almacenamiento de datos. Muchos paraísos fiscales se encuentran en ese camino y resulta escandaloso que mientras un país invierte en el desarrollo de energías verdes, gran parte de esa energía vaya a sostener centros de datos y no al sistema productivo o a la población.
- La locación geográfica y los puntos de intercambio son, finalmente, la última razón por la cual los paraísos fiscales resultan elegidos. A medida que los servicios digitales avanzan y se requiera mayor rapidez y precisión para el desarrollo de nuevos productos, los centros de datos deben estar alojados en lugares geográficos estratégicos diseminados por el mundo y con fuerte capacidad de intercambiar y distribuir información. Los paraísos fiscales contienen esas dos características, lo que los hace atractivos a la hora de fijar la infraestructura física de la economía digital.
Por estos motivos existe una relación creciente entre ambos. Los mismos puntos geográficos donde hoy se esconde el poder económico- financiero, es donde parece ha elegido esconder la información y el poder digital las grandes corporaciones tecnológicas.