La ciudad de código abierto como horizonte de la democracia radical transnacional Estado del poder 2016

Fecha de publicación:

Las experiencias y experimentos realizados en España, Brasil, Estambul y otras ciudades apuntan a que un municipalismo transnacional, basado en los conceptos de la ciudad de código abierto (herramientas digitales gratuitas y la participación ciudadana activa) pueden potencialmente regenerar la democracia y construir una geopolítica de los comunes contra el neoliberalismo.

Cover of Open Source City essay

Sobre la ciudad de código abierto como horizonte de la democracia radical transnacional

Tipo de publicación
Report
Part of series
State of Power 2016
ISBN/ISSN
2405-7592

Autores

Autores

Bernardo Gutiérrez

En junio de 2015, Pedro Kumamoto, un joven de 25 años, se convirtió en el primer diputado federal de México que accedió a su cargo sin pertenecer a un partido político. Su colectivo, Wikipolítica, surgido tras los desdoblamientos mexicanos de Occupy Wall Street, decidió intentar el salto a la política representativa aprovechando la nueva ley que abría el camino a los candidatos independientes. El primer lema electoral escogido por Wikipolítica tenía un fuerte peso urbano: “Ocupar la ciudad, habitar la política”.

Kumamoto y su equipo apostaron por recorrer puerta a puerta el territorio del distrito 10 (Estado de Jalisco), invocando la participación y la pertenencia a una comunidad local. Progresista y antineoliberal, Pedro Kumamoto conquistó un distrito históricamente conservador que mostraba un profundo desencanto con los partidos políticos tradicionales. El propio Kumamoto asegura que en “su labor como diputado federal se quiere apoyar mucho en la ciudad, en su caso Guadalajara y Zapopan, y en el territorio”.1

La irrupción de la Wikipolítica de Pedro Kumamoto se complementa al nivel del estado con el Movimiento Ciudadano, un nuevo partido político que se alzó con el gobierno de 24 ayuntamientos. Las competencias legales de un diputado federal no siempre son suficientes para influir en la gestión urbana o la participación territorial, pero Pedro Kumamoto va a activar laboratorios ciudadanos locales para trabajar su línea política desde el prisma municipal, desbordando sus propias competencias. Una de las prioridades de Wikipolítica en Jalisco es encontrar espacios y modos de facilitar el diálogo político al nivel local. Eli Parra, de la comisión tecnológica de Wikipolítica, subraya la importancia de las conversaciones en persona: “Hablar a la gente cara a cara es un lujo del que no podemos prescindir”. El reto, según Eli Parra, es cómo transferir las condiciones y atmósfera de la conversación cara a cara ideal al terreno digital: “Desde el punto de vista tecnológico, ¿cómo va a ser la conversación grupal en tiempo real a través del último sistema de mensajería instantánea?”.

Al otro lado del Atlántico, en España, encontramos un caso similar: nuevos gobiernos municipales que tienen la ambición de ir más allá de sus competencias. La explosión del denominado “municipalismo” español representa la cara más visible del creciente papel de las ciudades y de los gobiernos locales en el mundo. Un proceso que en mayo de 2015 conquistó, a partir de frentes ciudadanos independientes, el gobierno de ciudades tan relevantes como Madrid, Barcelona o Zaragoza ha supuesto la mayor sorpresa política de las últimas décadas en España.2 El periodista británico Paul Mason3 considera que el municipalismo español está ya construyendo un nuevo modelo de ciudad basado en la inteligencia colectiva y la colaboración ciudadana que va a disputar la hegemonía al paradigma de la smart city de las grandes corporaciones neoliberales.

El municipalismo español consiguió por un lado canalizar buena parte del espíritu y simbología del movimiento 15M – Indignados del año 2011 hacia la política de la democracia representativa, que solía ser su principal enemigo y tabú. Así, el municipalismo made in Spain se ha convertido en el primer caso del ciclo de revueltas en red abierto por la Primavera Árabe en el que un movimiento resistió la política representativa y luego ha buscado cómo transformarla. En segundo lugar, inspirándose en las formas de organización del 15M, el municipalismo español inventó el formato político de la “confluencia”, que no es “una coalición ni una mera sopa de letras de partidos políticos, y va más allá de la suma aritmética de las partes que las integran”.4

Sin embargo, hay un detalle de la breve gestión política de algunas de las confluencias españolas que los grandes medios de comunicación no han resaltado: la ambición de marcar la agenda en temas que exceden las competencias municipales tradicionales. Cuando el nuevo gobierno de Ahora Madrid5 declara a la ciudad de Madrid zona libre de transgénicos, uniéndose a una red europea de 200 regiones y 4.500 autoridades locales, no es un acto inocuo. La red de ciudades6 para acoger a refugiados sugerida por Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, pasó de ser un mensaje viral en Facebook a una realidad a la que se sumaron muchas otras ciudades de Europa. Las competencias para cambiar leyes y prácticas exceden los poderes municipales, pero las ciudades pueden activar mecanismos, encontrar brechas legales y, sobre todo, abrir una narrativa de resistencia y acción común. El caso de la crisis de los refugiados, en el que las ciudades han conseguido marcar la agenda política, frente a la inacción de la Unión Europea, es un ejemplo vivo del potencial de las ciudades en el inestable ecosistema macropolítico global.

La ambición municipal del diputado federal mexicano Pedro Kumamoto y la vocación global de las confluencias que gobiernan las principales ciudades españolas son dos caras de la misma moneda: el papel creciente de las ciudades en los nuevos rumbos de gobernanza política. A su vez, ambos casos abren la posibilidad de una red global de ciudades orientadas al procomún, que cuestionen el orden neoliberal. Lo hiperlocal se va reconectando poco a poco globalmente en un nuevo ecosistema planetario en el que las superestructuras que aglutinan a los Estados-nación tienen cada vez menos influencia en la política. ¿Cuál debería ser el modelo de ciudad del siglo XXI? ¿Cuáles son los desafíos en un mundo en el que los Estados-nación están diezmados por el orden económico global?

Una red de ciudades contra el Estado-nación

En City of fears, City of hope7 (2003), Zygmunt Bauman reflexiona sobre dos aspectos importantes relacionados con la ciudad moderna: la mixofobia (el miedo utilizado por las instituciones para inhibir el uso del espacio público) y la mixofilia (mezcla humana y cultural en las ciudades). Sin embargo, la principal conclusión del estudio es que los Estados-nación están en decadencia y que las ciudades son el principal espacio político de nuestra era.

anciera que desestabilizó la economía global en 2008 llevó a destacados economistas como Joseph Stiglitz a predecir el final del neoliberalismo y el resurgimiento de la inversión pública, pero ha ocurrido justo lo contrario.8 Todo lo que han hecho los Estados es alimentar una creciente deuda pública, entregar fondos públicos a la banca privada y perder peso a través de políticas de austeridad. La capacidad de los Estados-nación para determinar su propia política económica ha seguido en descenso, mientras que la influencia de las instituciones supraestatales al servicio del neoliberalismo, tales como la Troika, ha aumentado. El resultado de las negociaciones de la Troika9 con el Gobierno griego de Alexis Tsipras confirma el reducido espacio de los Gobiernos nacionales para maniobrar contra el capital internacional..

En este contexto, autores como Benjamin Barber,10 sostienen que el mundo sería más justo y equitativo si estuviera gobernado por alcaldes y alcaldesas. Por descontado, las competencias jurídicas son en la mayoría de los casos insuficientes para alterar el orden político económico diseñado por el neoliberalismo global. Sin embargo, mantengo que los gobiernos municipales pueden desarrollar otra agenda política y una nueva forma de hacer política con el apoyo y colaboración de los movimientos sociales y de una nueva ciudadanía empoderada.

Entonces, ¿cuál es el papel real y/o potencial de las ciudades del siglo XXI? Parte de la respuesta puede encontrarse en la Historia. Los antiguos fenicios, griegos o cartagineses crearon redes de ciudades cuya organización no seguía o encajaba en el formato del Estado-nación. Lo mismo ocurría con la red de ciudades italianas que emergió a partir del siglo XI, o la Liga Hanseática, que no contaban con funcionarios o ejército. Estas redes no eran tanto ciudades-estado como ciudades contra el Estado, ya que su existencia les permitió evitar quedar atrapadas en los vericuetos estatales.

En el siglo XXI, los Estados e instituciones suelen desplegar restricciones legales de todo tipo que agudizan la mixofobia. Sin embargo, las ciudades pueden fomentar la mixofilia desde “adentro” (con medidas municipales) y desde “afuera” (a través de una ciudadanía que se autoorganiza). Los ayuntamientos pueden ser beligerantes contra los transgénicos, como Madrid, provocando un desplazamiento del tablero de juego: lo más importante no es hablar si los transgénicos son o no perjudiciales para la salud, sino cuestionar el capitalismo de las multinacionales transgénicas que causan devastaciones humanas y naturales en el proceso. Las ciudades, abanderando causas que exceden sus competencias, abren camino a nuevas políticas, leyes, prácticas y herramientas. Las ciudades griegas que, desobedeciendo a la Troika, cancelaron la tasa de electricidad son un buen ejemplo: forzaron un cambio (reformulación de este impuesto) con la llegada de Alexis Tsipras a la presidencia.

El libro La apuesta municipalista,11 responsable en parte del éxito de las “confluencias” españolas, apostaba por “la política de lo cercano” frente al Estado. El libro exploraba una intuición sobre el “afuera” que existe desde las revueltas del 2011: lo urbano podría ser la palanca del cambio. El “derecho a la ciudad”, formulado por Henry Lefebvre en 1968, se ha convertido en un concepto en boga en los últimos años: derecho al espacio urbano que nos pertenece. El marxista David Harvey, en sus últimas reflexiones, iba más allá de la Carta Mundial del Derecho a la Ciudad12 que surgió del Foro Social Mundial (FSM). Su libro Ciudades rebeldes,13 publicado al calor de Occupy Wall Street, dio una vuelta de tuerca magistral: el derecho a la ciudad se transforma en un “derecho a modificar la ciudad de forma colectiva” y a “cambiarnos” en el proceso.

La calle global

El año 2011, que fue testigo del mayor número de revueltas ciudadanas de los últimos tiempos, reconfiguró el espacio urbano como una nueva interfaz de acción y creación política. El formato del activismo en la calle, exportado desde la Primavera Árabe al 15M español u Occupy Wall Street sacudió el formato de la protesta. Incluso Saskia Sassen, que acuñó el paradigma de la “ciudad global” como urbe atravesada por los mercados financieros internacionales, adaptó su propia teoría tras la ocupación de la plaza de Tahrir de El Cairo. Empezó a hablar de la “calle global”, un “espacio duro” donde “los que no tienen poder” consiguen “hacer política”.

La reinvención de la ciudad global a la calle global constituye una agenda política deseable para el planeta. La calle global (espacio físico y semántico) y las ciudades rebeldes (como remezcla combativa del derecho a la ciudad) se han convertido en horizontes narrativos del “afuera” global. De hecho, algunos de los estallidos sociales más relevantes de los últimos tiempos, como las revueltas del parque Gezi en Turquía, del Movimento Passe Livre (MPL) en Brasil o Gamonal (Burgos), han tenido en lo urbano su causa inicial. Lo urbano también es el espacio donde continúan muchas revueltas, como lo muestran el Parque Augusta en São Paulo, Can Batlló en Barcelona o la gestión comunal del Embrós Theater en Atenas, entre otras muchas.

Lo urbano es el espacio de batalla de muchos movimientos contra el neoliberalismo. “Luchar por una ciudad habitable es una forma de disidencia”, apuntan en Temblor, rama española del proyecto Radical Democracy: Reclaiming the Commons.14 En cierta forma, algunas de las ocupaciones de plazas de los últimos años funcionan como metáfora del modelo de ciudad por el que lucha el heterogéneo “afuera”.

Estas revueltas también han permitido la construcción de nuevos modelos de participación y gobierno. Durante la Acampada Sol del 15M, entre mayo y junio de 2011, surgió la herramienta digital Propongo,15 con la que cualquier persona podía realizar propuestas políticas. Aunque tales propuestas no necesariamente se traducían en cambios políticos, la herramienta digital, cuyo código fuente fue usado por el gobierno de Rio Grande do Sul (Brasil), visibilizaba el anhelo de democracia participativa de la sociedad. La ocupación de Gezi Park en Estambul en mayo y junio de 2013 respondía igualmente a una lucha por los bienes comunes urbanos bajo el lema “la autoorganización ciudadana y el deseo de democracia directa”. De forma similar, la ocupación del Parque Augusta de São Paulo creó un espacio de resistencia colectiva al neoliberalismo y la gentrificación al igual que una forma de hacer política no jerárquica. A través de asambleas, reuniones y eventos, los participantes del movimiento y ocupación del Parque Augusta se hicieron cargo de la gestión del espacio durante meses sin depender del ayuntamiento de Sao Paulo o del sector privado. El movimiento colocó el procomún en el epicentro de la lucha, sosteniendo que “un parque público es un bien común que pertenece a la red social de la ciudad y no debe permanecer bajo intereses privados o especulativos”.16

¿Qué lecciones pueden aprender los gobiernos locales de estas revueltas ? ¿Qué puntos en común tienen los protagonistas de dichas rebeliones y los gobernantes de las ciudades? ¿Existe alguna posibilidad de agenda común? ¿Cuáles de las nuevas herramientas y metodologías participativas pueden adoptar los gobiernos locales?

El código abierto como modelo de ciudad

El escritor Matthew Fuller y el urbanista Usman Haque, ambos británicos, investigan desde hace años la relación entre la denominada ética hacker y las ciudades. Inspirados en el movimiento copyleft que surgió con las revolucionarias cuatro libertades del software libre en 1984,17 Matthew y Usman intentaron crear una licencia para la construcción y diseño de ciudades de código abierto: el Urban Versioning System 1.0.1 (UVS).18

Los autores argumentan que el copyleft, que libera la restricción sobre la copia y la reutilización de un código, constituye la mejor herramienta para acabar con la arquitectura espectáculo, el urbanismo que trabaja con objetos de enfoque cerrado. Defienden que la colaboración ciudadana se base en tecnología libre, información compartida y prácticas colectivas que lleven a transformaciones radicales de nuestro espacio urbano: “UVS reconoce que el mundo está construido por sus habitantes en cada momento”; “la gente llevará el diseño, de una forma colaborativa, en direcciones nunca imaginadas”; “solo un modelo de construcción que es capaz de perder su trama es adecuado”.

El modelo de ciudad sugerido por Fuller y Haque estaría basado en una apertura del código de su sistema operativo, ya sea jurídico, arquitectónico o informacional (datos, contenido). El cambio es radical: la ciudad se transformaría en un artefacto democrático a todos los niveles. La ciudadanía podría participar en los procesos de construcción de la ciudad, gestionar sus datos o cambiar las leyes, entre otras opciones. La ciudad dejaría de ser un artefacto diseñado de arriba abajo y se convertiría en algo que cada uno podría cambiar a través de procesos de abajo arriba. El urbanista Domenico di Siena también teoriza sobre la ciudad de código abierto y considera vital pasar de modelos urbanos “basados en la creación de productos y servicios eficientes que nos obligan a un movimiento constante (y al consumo constante), a modelos basados en la gestión de la información y producción del conocimiento (autoorganización)”.19

La ciudad de código abierto choca frontalmente con el paradigma de la smart city basado en tecnología propietaria y vigilancia masiva imperante hasta hoy en el mundo. El modelo de la smart city creado por las grandes multinacionales considera los datos urbanos como producto comercial. Además, la manera en que se gestionan esos datos carece de toda transparencia. La relación entre las multinacionales y los gobiernos locales también suele ser estrictamente comercial, lo que contradice el espíritu de la práctica de los servicios públicos. La alternativa, como propone Paul Mason, es una ciudad no neoliberal basada en “tres principios que no son bienvenidos en el mundo de las grandes compañías tecnológicas: apertura, participación democrática y una clara política de que los datos generados desde los servicios públicos sean públicos”. Mason señala al nuevo gobierno municipal de Madrid, que ha puesto en marcha la web de democracia directa Decide Madrid,20 como el modelo de democracia radical urbana basada en tecnología libre. “En lugar de ver la ciudad como un ‘sistema’ para automatizar y controlar, la visión sobre la que se experimenta en la capital española concibe la ciudad como un ‘ecosistema’ diverso de redes humanas rivales e incontrolables”.

Algunos ejemplos ayudarán a entender el potencial del código fuente abierto en el entorno urbano. La iniciativa independiente DCDCity-Aire Madrid es uno de los mejores casos de la dirección que las ciudades pueden tomar si adoptan las ideas y prácticas de código abierto.21 DCDCity-Aire Madrid fue la primera aplicación teórica y práctica propuesta por The Data Citizen Driven City, un proyecto diseñado por MediaLab Prado de Madrid. En lugar de utilizar sensores instalados por las compañías tecnológicas, con un formato de gestión centralizado y cerrado, el proyecto veía a todo ciudadano como un productor potencial de datos. Gracias a la proliferación de los teléfonos inteligentes y la profusión de tecnologías libres, todos y cada uno de los ciudadanos puede convertirse en un punto de recogida de datos. Una simple placa Arduino (hardware libre) conectada a un teléfono móvil con un sistema operativo Android es suficiente para permitir a un ciudadano reunir información sobre el funcionamiento de la ciudad.

DCDCity-Aire Madrid aspira a construir una comunidad en torno al problema de la calidad del aire en Madrid a través de la recogida de datos participativa utilizando tecnología libre. La forma en que surgió el proyecto refleja la importancia de las sinergias entre la esfera pública y una ciudadanía autónoma que activa los procesos independientemente de los gobiernos. El apoyo de MediaLab Prado, un laboratorio financiado con fondos públicos, fue vital para que DCDCity-Aire Madrid despegara. Medialab acogió tanto la wiki como la comunidad digital, sustentada por iniciativas privadas como la Internet of Things Meet Up Madrid. En el transcurso de un día de trabajo puede construir un prototipo y diez desarrollo para medir la calidad del aire, con la esperanza de que puedan replicarse más sistemas para cubrir otros tipos de datos relacionados con la ciudad. Aunque la falta de financiación paralizó temporalmente el proyecto, un nuevo equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Madrid liderado por Ahora Madrid podría relanzar la financiación y ayudar a construir un modelo alternativo de recogida de datos urbanos que aproveche la inteligencia colectiva de una red ciudadana extensa. Además, un modelo operativo abierto de gestión de datos puede inaugurar un nuevo tipo de relación entre lo público y el procomún, abriendo el camino a otras ciudades.

La lógica del software libre, los repositorios de códigos informáticos compartidos y la cooperación en red de diferentes agentes facilitaron la expansión de candidaturas municipalistas que lograron tomar el poder. Ahora Madrid, la plataforma ciudadana que gobierna actualmente en la capital, aprovechó, por ejemplo, el código fuente de la plataforma digital de Zaragoza en Común para elaborar su programa electoral de forma colaborativa.22 El código abierto forma parte, por tanto, del ADN de las candidaturas municipalistas españolas. Ya en el poder, estas confluencias están incentivando esa misma lógica de ciudades cooperativas que incentivan la tecnología libre, prácticas orientadas al bien común y protocolos de acción colectiva. Decide Madrid, la plataforma de democracia directa lanzada por Ahora Madrid, está ya siendo replicada en otras ciudades.

De la tecnología a la construcción de relaciones sociales

Para llegar, sin embargo, a un modelo basado en la inteligencia ciudadana debemos ampliar la definición de tecnología. Ted Nelson, uno de los pioneros de la cultura digital, aseguraba que “nuestro comportamiento social es el software y que nuestros cuerpos son el hardware. El sistema operativo de una sociedad sería, pues, un conjunto de prácticas comunes y de relaciones humanas, no apenas un conjunto de plataformas digitales. El código abierto iría más allá de la tecnología en sí misma. El concepto de ciudad de código abierto sintoniza con el concepto de la ‘ciudad relacional’”.23 El modelo de ciudad relacional propone el encuentro, la relación y el diálogo contra el modelo de vigilancia masiva y control centralizado de datos representado por la smart city. “La seguridad, en el modelo relacional, pasa sobre todo por recrear el lazo social. No vaciar la calle, sino todo lo contrario: repoblarla de relaciones de vecindad, de buena vecindad también entre desconocidos”.24 La ciudad relacional de código abierto debería aspirar a ser un código fuente que pueda ser modificado por la inteligencia colectiva.

La experiencia de El Campo de Cebada en Madrid, un espacio autogestionado que ha tenido el apoyo legal del ayuntamiento durante cinco años, es un buen ejemplo. Mientras que DCDCity-Aire Madrid ejemplifica el camino a seguir para recabar datos e información de forma colaborativa, El Campo de Cebada ilustra cómo las ideas y prácticas de código abierto pueden vincularse al espacio físico. El Campo de Cebada ocupa un terreno de unos 5.500 metros cuadrados donde el ayuntamiento iba a construir un complejo deportivo en 2009. Con el frenazo de la crisis económica, el espacio quedó vacante.

A partir de 2010, vecinos y vecinas del barrio de todas las edades lo han transformado en un lugar de encuentro, celebración de eventos y aprendizaje colectivo. Finalmente, el ayuntamiento firmó un acuerdo de cesión temporal del espacio con el colectivo vecinal y grupos comunitarios. Con el apoyo y la energía de grupos de jóvenes arquitectos y la inspiración de las asambleas comunitarias surgidas del 15M, El Campo de Cebada se ha convertido en un espacio para todo tipo de iniciativas comunitarias, incluyendo proyectos de autoconstrucción de mobiliario, permacultura y actividades culturales diarias organizadas por la comunidad.25 En 2013 El Campo de Cebada ganó el prestigioso premio Golden Nica en el festival Ars Electronica en la categoría de “comunidades digitales”. El hecho de que El Campo de Cebada, una iniciativa con un componente territorial muy fuerte, fuera reconocida por su gestión de comunidades digitales es sintomático de una nueva era en la que las redes digitales y el territorio se fusionan en un nuevo espacio híbrido más democrático y participativo.

Es importante hacer notar, sin embargo, que El Campo de Cebada también revela los problemas y límites de la autogestión ciudadana. Para mantener el espacio en funcionamiento, la comunidad ha recurrido al crowdfunding, dado que hasta ahora no había recibido financiación del ayuntamiento. A pesar del éxito de El Campo de Cebada, la experiencia ha demostrado que no es suficiente para obtener respaldo legal a prácticas relacionadas con el procomún a menos que cuenten con fondos públicos. El riesgo resulta evidente: la idea de The Big Society26 auspiciada por David Cameron en el Reino Unido o los proyectos de participación comunitaria del Gobierno holandés consisten, en buena medida, en promover trabajo voluntario ciudadano para justificar la desaparición del Estado de bienestar. Para evitar reforzar esta dinámica, la autonomía, autogestión y colaboración de la ciudadanía desempeñan un papel crucial para incentivar la complementariedad mutua entre administración pública y ciudadanía.

En Madrid, la llegada de Ahora Madrid al gobierno local está abriendo la vía a nuevas formas de gestión pública del bien común. El proyecto independiente Los Madriles,27 un compendio de iniciativas vecinales que alimenta cientos de proyectos en toda la ciudad, es utilizado por el nuevo equipo consistorial para entender los procesos autónomos que están teniendo lugar en Madrid. Además, en el presupuesto para 2016, el ayuntamiento ha introducido estas iniciativas de gestión participativa por parte de grupos vecinales. A finales de 2015 el Ayuntamiento de Madrid también aprobó una normativa para ceder espacios y recursos públicos a grupos comunitarios. La combinación de recursos públicos y el respeto a la autonomía de los movimientos sociales pueden abrir la vía a un nuevo modelo de municipalismo de las ciudades contra el Estado neoliberal.

Antonio Negri y Raúl Sánchez Cedillo, teóricos del procomún, trazan una sugerente relación entre ciudad y democracia: “Las formas de vida metropolitana son modos políticos y productivos. Haciendo que interactúen democracia y (re)producción de la ciudad tendremos la posibilidad de articular lo político”. Dicha relación entre ciudad y formas de vida metropolitanas con la democracia coloca a los gobiernos locales en un tesitura especial y privilegiada. Por eso, además de usar la tecnología libre, se deben reconocer y proteger las prácticas ciudadanas que reproducen el común y fortalecen ese nuevo modo de producción poscapitalista, ya se trate de centros sociales, espacios autogestionados, red de huertos, o redes de intercambio entre pares.

Las dos caras de la ciudad de código abierto (las herramientas digitales libres y los territorios participativos) conforman un nuevo horizonte para la democracia radical. El repertorio participativo de la confluencia política Barcelona en Comú, que gobierna en la actualidad la ciudad de Barcelona, se considera uno de los modelos a replicar. “Su democracia radical viene de un conjunto de herramientas, técnicas, mecanismos y estrucuturas para generar políticas municipales desde abajo. Entre ellos hay varios niveles de asambleas (barriales, temáticas, coordinación, logística, medios, comunicación, etc.) y plataformas online (para comunicar, votar o trabajar)”.28 The role of Spain’s confluences, forged in networks and the street at a time when the other traditional social movements have failed to set the pace of change, is thus shaping up as one of the twenty-first century’s most advanced democratic laboratories.El papel de las confluencias españolas, fraguadas en las redes y las calles en una era en la que los movimientos sociales tradicionales no han marcado el ritmo del cambio, se presenta como uno de los laboratorios democráticos más avanzados del siglo XXI.

Replicabilidad global irreversible

El 4 de diciembre de 2015, el ayuntamiento de la ciudad española de Oviedo, gobernado por la confluencia Somos Oviedo, presentó su plataforma digital29 de democracia directa y participativa. La plataforma de Oviedo fue una réplica de Decide Madrid, ya que la web lanzada por el ayuntamiento de Madrid hace unos meses estaba basada en software libre y tenía una licencia abierta. Pablo Soto, concejal de participación del ayuntamiento de Madrid, que entró en streaming en el acto de presentación de la plataforma de Oviedo, aseguró que Decide Madrid “está siendo estudiada por otras ciudades como Barcelona, Zaragoza, La Coruña o Santiago de Compostela”. En todas las ciudades en las que se ha establecido una plataforma de democracia deliberativa, la ciudadanía puede presentar propuestas políticas concretas. Cuando una propuesta alcanza un nivel de apoyo determinado, es aprobada, si es necesario con un cambio en la ley, como ya ha hecho el Ayuntamiento de Madrid. El hecho de que diferentes ciudades compartan el código de sus plataformas digitales rompe con la lógica de la tecnología propietaria de la smart city y con el paradigma de la ciudad marca, que pone a diferentes urbes a competir entre sí. El que ya ha sido bautizado como “intermunicipalismo” español pretende generar una red de “ciudades rebeldes del bien común” que compartan repositorios, herramientas, plataformas digitales y metodologías comunes.

El intermunicipalismo asesta igualmente un duro golpe a la lógica de mercado, basada en vender el mismo producto tecnológico a diferentes ciudades. Comenzando por sus herramientas y plataformas tecnológicas compartidas, el intermunicipalismo aspira a construir prácticas políticas irreversibles, para que no haya vuelta atrás en la democracia participativa. Esta encaja más con el poscapitalismo propugnado por Paul Mason o con la economía del bien común que con el anticapitalismo clásico de los movimientos sociales tradicionales. “La geopolítica del común –escribe Daniel Vázquez en el prólogo del libro del Buen Conocer / FLOK Society,30 posiblemente la hoja de ruta de políticas públicas hacia el poscapitalismo más completa– “abre un nuevo frente en la batalla del capitalismo cognitivo y lo hace conectando códigos”. Que una ciudad como Madrid pueda compartir el código de sus estructuras digitales con cualquier ciudad del mundo, con regiones o incluso Estados-nación, revela una inspiradora nueva era de transnacionalismo en red tejido alrededor del bien común y de los códigos abiertos.

Un municipalismo transnacional podría reconfigurar las luchas de los movimientos sociales para construir una geopolítica del común contra el neoliberalismo. Como demuestra el caso español, la palanca de cambio de gobiernos municipales conquistados con nuevas lógicas, podrían dar a las luchas del común reconfiguradas una nueva escalabilidad institucional. No es casualidad que algunas ciudades brasileñas, como Belo Horizonte o Río de Janeiro, o estadounidenses, a partir del movimiento Occupy Wall Street, estén estudiando cómo replicar el exitoso modelo de las confluencias españolas. Por otro lado, las tesis del municipalismo libertario de Murray Boochin,31 vislumbraban ya en 1984 la posibilidad de una nueva red escalable de territorios: “Interconectar pueblos, barrios, pequeñas y grandes ciudades en redes confederales”. En la era digital, la confederación podría estar formada por ciudades contra o sin el Estado, interterritoriales y cooperativas, que vayan más allá de la bienintencionada Red Mundial de Ciudades y Gobiernos Locales y Regionales (UCLG), que se queda en el horizonte del Derecho a la Ciudad. Está en juego simultáneamente la vida de los barrios y la superviviencia de la participación democrática del mundo. El planeta/barrio intermunicipalista, ensamblado para siempre, puede convertirse en la nueva piedra angular del poscapitalismo global. El primer paso es abrir el código de los gobiernos locales, u abrirlo para desbordar, para escalar hacia nuevas esferas de política pública y para conectar transnacionalmente el nuevo horizonte de la democracia radical.

Notas

1.Entrevista realizada con Pedro Kumamoto en Guadalajara, México, el pasado mes de septiembre. Todavía sin publicar. Parra, E. (9 de diciembre de 2015), “Lo que creo estamos aprendiendo en Wikipolítica Jalisco”. https://medium.com/so%C3%B1ando-en-colectivo/lo-que-creo-estamos-aprend…
2. La formación política Barcelona en Comú ha realizado un mapa interactivo que muestra las ciudades gobernadas por confluencias o donde las confluencias han sido clave para formar gobierno.
3. Mason, P. (2015, 25 de octubre). We can’t allow the tech giants to rule smart cities. theguardian.co.uk . 
4. Extracto del manifiesto Guanyem Barcelona publicado el 15 de junio de 2014.
5. Plataforma oficial de Ahora Madrid 
6. El Diagonal (2015, 1 de septiembre). Las ciudades del cambio desafían al Gobierno con una red de acogida de refugiados.
7. Bauman, Z (2013). City of fears, city of hope. London: Goldsmiths College, University of London.
8. Stiglitz, Joseph E. (2008), ¿El fin del neoliberalismo? elpais.com. 
9. La Troika de acreedores implicada en la crisis de deuda en la eurozona incluye a la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
10. Barber, B. (2013). If Mayors Ruled the World: Dysfunctional Nations, Rising Cities. New Haven: Yale University Press.
11. Observatorio Metropolitano de Madrid (2015). La apuesta municipalista. Madrid: Traficantes de Sueños.
12. World Charter on the Right to the City (2005). New York: UN Habitat.
13. Harvey, D. (2012) Rebel cities: from the right to the city to the urban revolution. London and New York: Verso.
14. Temblor Municipal / Radical Democracy: Reclaiming the Commons (blog)
15. La herramienta Propongo ya no funciona, pero está documentada en 15Mpedia:
16. Objetivos del Parque Augusta: www.parqueaugusta.cc/ja/objetivosmetas/
17. El software libre surgió con la declaración de las cuatro libertades del software libre de Richard Stallman, que aprovechan el copy right para proteger la copia y la remezcla de un código fuente. La licencia copyleft fue más allá del software y contaminó otros ámbitos de la sociedad.
18. Urban Versioning System 1.0.1 (UVS)
19. Di Siena, D. (2012, 18 April), #DELG: Sentient city. De la ciudad creativa a la ciudad del aprendizaje. paisajetransversal.org. 
20. https://decide.madrid.es/
21. http://airqualityegg.com/; http://wiki.medialab-prado.es/index.php/Data_Citizen_Driven_City; http://medialab-prado.es/article/visualizar15convocatoriacolaboradores
22. The Zaragoza en Común collaborative election manifesto 
23. Fernández-Savater, Amador (2013, 11 de noviembre). (María Naredo) Dos modelos de seguridad: policial y relacional
24. Ibid.
25. Artículo publicado en PublicSpace.org
26. UK Politics (2010, 19 de julio) “David Cameron launches Tories’ ‘big society’ plan”, BBC. 
27. Post in Intermediae on the initiative:
28. Zechner, M. (6 de marzo de 2015), “Barcelona en comú: the city as horizon for radical democracy”, Roarmag.org http://www.resilience.org/stories/2015-03-06/barcelona-en-comu-the-city…
29. La plataforma www.oviedoparticipa.es usó el código fuente de la plataforma matriz de Madrid.
30. El libro Buen Conocer/ Flok Society book se puede descargar aquí
31. Seis tesis sobre el Municipalismo Libertario

Ideas en movimiento

Impulsa nuestra labor

Si deseas apoyar nuestro trabajo, considera realizar una donación. Nos comprometemos a que nuestra valiosa investigación esté accesible sin costo, pero para eso necesitamos de tu ayuda. Si todas las personas que leen nuestro contenido realizan una donación de tan solo €12 podremos apoyar nuestro trabajo durante tres años.

Done Ahora