Descarbonizar la electricidad Los costos de las energías renovables impulsadas por el sector privado y las oportunidades de alternativas en Australia, Alemania y la Indias
Las empresas privadas de energías renovables se anuncian como salvadoras del planeta, pero tanto en el norte como en el sur el modelo del sector privado está concentrando el poder empresarial, socavando la descarbonización y despojando a los pueblos de sus tierras y su poder. Sin embargo, la transición energética también abre nuevas posibilidades, con resistencias y movilizaciones que apuntan hacia una vía de control social de las energías renovables.

Illustration by Matt Rota©

Las energías renovables neoliberales refuerzan los monopolios privados
La lucha por detener la quema de combustibles fósiles para producir electricidad es fundamental para la política climática mundial. En todo el mundo, la mayoría de los países están planeando pasar a las energías renovables, como una “victoria” tanto para la economía como para el clima. Las energías renovables baratas, el último “regalo” de la naturaleza a la sociedad industrial, sientan las bases de una nueva ola de crecimiento “verde”. La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) prevé que en 2050 el 75 % de la electricidad mundial procederá de fuentes renovables, frente al 16 % actual, y calcula que el 95 % será de propiedad privada.
El nuevo modelo de desarrollo está dominado por empresas energéticas mundiales y fondos de inversión que construyen plantas eólicas y solares a gran escala, y captan así el flujo de ingresos de las energías renovables. A pesar de los cuellos de botella en la cadena de suministro, los inversores están eufóricos con las energías renvables, tanto para los minerales “críticos”, aguas arriba, como para el hidrógeno y el amoníaco “verdes”, aguas abajo. Los gobiernos nacionales y regionales compiten por atraer la financiación “verde”, que busca una participación en las nuevas industrias emergentes.
Cortejar al gran capital conlleva grandes anuncios, pero oculta el alcance total del apoyo público y el desembolso financiero. Las empresas de energías renovables dependen de la regulación gubernamental para facilitar nuevas conexiones a la red, imponer la compra de electricidad de fuentes renovables y garantizar los flujos de ingresos que sustentan los beneficios. Los inversores privados construyen y explotan los parques eólicos y solares a gran escala, y generan electricidad a un precio acordado. Los acuerdos de suministro, denominados “Contratos de Compra de Energía” (CCE), pueden durar décadas, y constituyen un puerto seguro para los inversores que buscan rentas. A menudo, las autoridades públicas invitan al sector privado a suministrar bloques de energía renovable y adjudican los CCE al proveedor más barato. Así, fuerzan los precios a la baja. Estas “subastas inversas” requieren enormes economías de escala y empresas de servicios públicos más grandes que nunca, expulsan a los operadores más pequeños, incluidos los generadores comunitarios y sin ánimo de lucro, y desincentivan el reparto de beneficios.
Todo esto tiene un costo. Las energías renovables a gran escala provocan nuevos desplazamientos y la concentración empresarial genera nuevas desigualdades. Los terratenientes situados en lugares favorables son los que más se benefician y afianzan su poder, los medios de vida agrícolas se ven desplazados, las ecologías se transforman. Confiar en la inversión privada en energías renovables alimenta la concentración empresarial y la masificación energética. En Alemania se ha pasado rápidamente de la energía eólica cooperativa y municipal a la energía eólica empresarial a gran escala. En la India se ha producido un cambio similar, de pequeñas empresas de energía eólica a entidades corporativas cada vez mayores, de modo que en 2022 muy pocas empresas indias presentaban ofertas de licitación por los CCE nacionales. En Australia Meridional encontramos una marcada bifurcación entre la energía solar de los hogares y el creciente apalancamiento de los grandes proyectos liderados por empresas.
Con estas limitaciones, las energías renovables neoliberales ocultan el verdadero potencial de las energías renovables. A menudo se ha señalado que la energía renovable es ampliable, desde un dispositivo portátil hasta la instalación a escala de servicios públicos. Las infraestructuras y la financiación públicas podrían destinarse a un beneficio más amplio. Hay capacidad y agencia para las energías renovables distribuidas, para las transformaciones energéticas y para nuevas formas de participación y democratización de la energía. Sin embargo, la opinión generalizada, de IRENA hacia abajo, es que solo las energías renovables privadas a gran escala pueden hacer frente a la crisis climática. Que garanticen la “legitimidad social” es otra cuestión y un componente crucial para alcanzar los objetivos de las energías renovables.
With these limitations, neoliberal renewables obscure the real potential of renewable energy. It has often been pointed out that renewable energy is scaleable, from the hand-held device to the utility-scale installation. Public infrastructure and finance could be directed for wider benefit. There is capacity and agency for distributed renewables, for energy transformations, and for new forms of energy participation and democratisation. Yet the received wisdom, from IRENA down, is that only large-scale private renewables can address the climate crisis. But whether they secure ‘social legitimacy’ is another matter, and a crucial component to achieving renewable energy targets.

Las energías renovables neoliberales socavan la descarbonización
La transición energética neoliberal −basada en la búsqueda de rentas y la monopolización de los rendimientos del capital− puede socavar la descarbonización. La financiación de las energías renovables es una clase de activo intercambiable con otros activos no renovables. No se caracteriza por la necesidad de reducir las emisiones. Al contrario, los intereses de esta inversión privada a menudo pueden entrar en conflicto directo con la abundancia de energía renovable necesaria para la estabilidad climática. Las empresas confían en la escasez, pero con el descenso a largo plazo de los costos de las energías renovables y la electricidad diurna prácticamente ilimitada, se enfrentan a un problema para mantener los flujos de beneficios.
La energía eólica y solar intermitente produce energía excedentaria. En épocas de exceso, los precios caen a cero (y por debajo). Para proteger a los inversores y mantener los precios, a menudo se desconectan las energías renovables. Este “recorte” o “derrame” es habitual: algunos días en Australia se derrama hasta el 20 % de la energía renovable. La contradicción es desconcertante: la abundancia de energía renovable se convierte en un problema que hay que limitar, no en una virtud que hay que potenciar.
Con ello, las formas más distribuidas de energía renovable se convierten en una amenaza para la cuota de mercado de las empresas. La creciente prevalencia de las energías renovables domésticas en Australia −proporcionalmente la mayor del mundo−, por ejemplo, socava los beneficios de los generadores a escala de servicios públicos. En lugar de apoyar la energía distribuida, la política se orienta hacia las grandes empresas de servicios públicos. En 2023
Australia anunció un precio mínimo subvencionado para los generadores, explícitamente para reducir aún más el riesgo de inversión.
Por último, está el reto de que más industria, alimentada con electricidad renovable barata, acelera el crecimiento económico. A mayor producción, mayores emisiones. Para IRENA, las energías renovables garantizarán las reducciones de emisiones necesarias, pero solo si también disminuye la demanda energética. El aumento anual del 1,1 % en el consumo de energía, paralelo al crecimiento económico, tiene que convertirse en un descenso anual del 0,2 %. Para IRENA, el crecimiento debe desvincularse del consumo de energía: una tarea difícil cuando la energía es tan barata. La experiencia sugiere la trayectoria contraria: que la energía barata alimenta la demanda energética.

Tres casos
Nuestra investigación se ha centrado en los estados de Karnataka (India), Brandemburgo (Alemania) y Australia Meridional: todos ellos son regiones pioneras en energías renovables, aunque muy diferentes en cuanto a su historia y su ubicación en la economía mundial.
En los tres contextos, las promesas iniciales han dado paso a un compromiso activo con el modelo empresarial imperante de desarrollo de energías renovables a gran escala. Los activistas, las organizaciones comunitarias y los grupos de interés han desarrollado una serie de tácticas, estrategias y objetivos políticos para rebatir el modelo privado y las políticas estatales de reducción de riesgos que lo sustentan. En respuesta, gobiernos y empresas han ajustado la normativa y ofrecido concesiones en un panorama dinámico, con- testado y en constante evolución.
Karnataka
Karnataka es ahora uno de los estados líderes en energías renovables de la India, a tal punto que, en mayo de 2023 el 54 % de la capacidad instalada procedía de la energía eólica y solar; frente al 31 %, de carbón; el 12 %, de energía hidroeléctrica, y el 3 %, de energía nuclear. La energía eólica a pequeña escala predominó hasta mediados de los años 2000, cuando Karnataka se convirtió en un estado líder en energía solar a escala comercial. Prácticamente toda su energía renovable es de propiedad privada, lo que contrasta con el carbón y la energía hidroeléctrica “heredados”, que son principalmente de propiedad estatal. Predominan las grandes empresas: diez de ellas poseen el 58 % de la capacidad solar y el 30 % de la eólica.
Karnataka ha aplicado una política proactiva en materia de energías renovables desde finales de los años noventa. El Estado pretendía atraer la inversión privada y reducir los costos energéticos de las deficitarias empresas estatales de distribución de electricidad (que subvencionan los precios, sobre todo en las zonas rurales). El Estado tiene condiciones favorables para la energía solar y eólica, y era importador neto de energía de carbón, que ahora ha cambiado por energías renovables. Los promotores de energías renovables licitan contratos de suministro a largo plazo con las empresas distribuidoras mediante subastas inversas supervisadas por la agencia estatal de energías renovables, la Karnataka Renewable Energy Development Limited (KREDL).
La KREDL desempeña un papel clave de mediación entre promotores privados, propietarios de tierras, empresas de distribución y redes de transmisión. Sus ingresos proceden de una tasa a los promotores de proyectos y promete conseguir todas las autorizaciones en un plazo de sesenta días. También ha creado agencias conjuntas de “fines especiales” con el Gobierno federal, como la Karnataka Solar Power Development Corporation Limited (KSPDCL), que estableció el proyecto solar Pavagada, de 2 GW, el mayor del mundo cuando fue terminado en 2019. KREDL planea ahora duplicar con creces el tamaño de la planta de Pavagada, hasta 5 GW, y está construyendo otra central híbrida eólica-solar-batería de 5 GW en Shimoga, al norte de Karnataka.
El ejemplo de Pavagada resume las tensiones y posibilidades del desarrollo de las energías renovables en la India. El parque se extiende a lo largo de 4856 hectáreas y abarca cinco localidades con una población de diez mil habitantes. La zona es árida y propensa a la sequía, con niveles elevados de pobreza, sobre todo entre las mujeres y las comunidades tribales y de castas desfavorecidas, y ha sido escenario de luchas por los derechos sobre la tierra y su redistribución. La tenencia de la tierra sigue estando muy estratificada, con algunos grandes terratenientes y muchos minifundios, mientras que aproximadamente la mitad de la población carece de tierras.
El KSPDCL reunió tierras de 1422 propietarios diferentes mediante la firma de contratos de arrendamiento de veintiocho años a un precio fijo con incrementos establecidos para todo ese período. Las autoridades estatales subastaron varios PPA de veinticinco años para los promotores y el precio disminuyó constantemente hasta menos de la mitad del precio medio de la electricidad generada a partir del carbón. Hubo cierto apoyo del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo, y el parque atrajo grandes empresas privadas de energías renovables como Tata, Fortum, Adani, ReNew y Softbank.
El modelo de arrendamiento de tierras de Pavagada contrasta con otros enfoques de adquisición de tierras que esencialmente expulsan a la gente de la tierra y crean un espacio aparentemente vacío para las energías renovables. La coexistencia con los terratenientes ofrece un mejor enfoque, pero plantea nuevas cuestiones. El arrendamiento beneficia a los terratenientes pero agudiza la desigualdad. Como nos dijo un sin tierra: “La gente que tiene más tierras se hace más rica. Nosotros estamos donde estamos, sin tierra”.
Los arrendamientos se negociaron durante una sequía y los terratenientes se sintieron presionados a aceptar: “Vinieron, nos lo pidieron, teníamos hambre, se lo dimos”. Los ingresos por arrendamiento de los pequeños agricultores no son suficientes para vivir y la seguridad alimentaria se ha resentido. Como dijo un agricultor: “Si cultiváramos lentejas durante un año, las utilizaríamos para el consumo familiar durante dos años… Ahora, para cualquier pequeña cosa, dependemos del mercado”.
Pero los sin tierra son los principales perdedores. Históricamente han dependido del trabajo agrícola estacional y de la cría de animales a pequeña escala, que se han visto desplazados por el parque solar. Uno de los sin tierra entrevistados dijo: “Antes de la energía solar, nuestras ovejas vivían muy bien. Después de la energía solar hay dificultades… No hay espacio para pastar”.
La pérdida de medios de subsistencia no se compensa con el empleo en la planta. Hay algunos empleos locales en seguridad, limpieza y corte de césped, pero no son suficientes. Esto ha afectado especialmente a las mujeres de las comunidades tribales y de casta baja, que han perdido fuentes de autonomía financiera. Como dijo una mujer: “Tenemos que depender de los ingresos de nuestros esposos y ellos nos controlan aún más”. Se les prometió mejor educación, formación y empleo: “No queremos que nuestros hijos lleven una vida como la nuestra. Queremos darles una educación mejor para que puedan salir adelante”.
Las autoridades afirman que han aprendido la lección y que la ampliación de Pavagada y la propuesta de una central híbrida de 5 GW suponen una nueva fase en la planificación de las energías renovables. En Pavagada se observa un mayor compromiso con la financiación de las escuelas locales y las infraestructuras sociales (Subramanian, 26 de abril de 2023). Sin embargo, los programas de formación y los puestos de trabajo prometidos aún no se han materializado, aunque existen propuestas de uso mixto y de energía agrosolar para permitir la coexistencia de la agricultura con las plantas solares. La colaboración prevista con la población local sigue sin desarrollarse.
La central híbrida propuesta tendrá que coexistir con la agricultura local, ya que el norte de Karnataka es más fértil y la tierra está más repartida: el movimiento de reforma agraria tuvo éxito en esta parte del Estado y hay menos gente sin tierra. La propuesta de un modelo “híbrido” más variado, que combine energía eólica, agrosolar y capacidad de baterías, en lugar de una extensión uniforme de paneles solares, ofrece potencialmente más espacio para la agricultura. También existen posibilidades de cogestión, que podrían basarse en los consejos de los pueblos (panchayats), que tienen una gran capacidad de gobernanza local.
Brandenburgo
Al igual que Karnataka, Brandeburgo apuesta decididamente por las energías renovables. En 2023 obtendrá el 70 % de su electricidad a partir de estas energías, principalmente energía eólica. Su Estrategia Energética 2022 preveía un 100 % de energías renovables para 2030. Para ello ha propuesto un cambio hacia la energía solar: la generación de energía eólica se duplicará, de 8 GW a 15 GW, mientras que la energía solar se cuadruplicará, de 4 GW a 18 GW.
La fiebre por la energía solar ya está en marcha. A principios de 2023, un estudio del Gobierno descubrió un gran potencial para la energía solar en tejados (29 GW), en terrenos degradados o de escaso valor (33 GW) y también para estacionamientos, energía hidráulica y agrosolar (hasta 270 GW). En agosto de 2023, el Estado anunció una “ofensiva de expansión de la energía solar” (Bhambhani, 15 de septiembre de 2023) centrada en iniciativas locales de planificación del uso del suelo y en la energía solar distribuida dirigida por mu- nicipios, incluido un impuesto local a la energía solar destinado a las comunidades afectadas, así como subvenciones y formación para ampliar la mano de obra local.
La ofensiva solar marca la última fase de la trayectoria de las energías renovables en Brandeburgo. A partir de los años noventa, las energías renovables en Alemania se centraron sobre todo en iniciativas cooperativas y municipales de energía eólica, especialmente en el oeste del país. En Brandeburgo, sin embargo, los parques eólicos privados a mayor escala eran más comunes y esto se convirtió en la norma en todo el país después de que la Ley Federal de Energías Renovables de 2017 exigiera licitaciones competitivas para todos los contratos de suministro de energía y favoreciera, de esta manera, a los operadores privados más grandes.
A esto le siguió una caída en las aprobaciones de proyectos de energía eólica, ya que las instalaciones propuestas enfrentaron cada vez más oposición local. Como constató el grupo federal Energía del futuro en 2021, los problemas en las zonas rurales eran “considerables”. La movilización de la población local contra los grandes parques eólicos de propiedad corporativa retrasó y anuló proyectos. Hay escasez de emplazamientos disponibles, ya que la normativa sobre el uso del suelo define la proximidad permitida a las zonas residenciales, y la disponibilidad de terrenos forestales, por ejemplo, es limitada.
La energía eólica puede coexistir con otras formas de uso del suelo rural, pero el desencanto es cada vez mayor, sobre todo a medida que las turbinas son más grandes. Si nos centramos en la región meridional de Teltow-Fläming, comprobamos que la aceptación local estaba disminuyendo, ya que “poco a poco, uno empieza a sentirse rodeado”. La población era poco consciente de lo que se avecinaba. En palabras de un residente: “Nos dimos cuenta de que estaba ocu- rriendo cuando las torres aparecieron de repente”.
En 1997 el Estado dio prioridad a la energía eólica en la ordenación del territorio y, en 2003, la legislación federal exigió la designación de “zonas de aptitud eólica”. Con ello, los cinco organismos regionales de planificación de Brandeburgo elaboraron mapas de uso del suelo para la energía eólica. Los críticos locales de la energía eólica habían sido elegidos para los consejos locales y con una serie de partes interesadas de sindicatos, grupos ambientalistas y la comunidad habían vuelto a regular efectivamente las asignaciones de energía eólica. Como resultado, la energía eólica se limita ahora a un 2 % de la superficie, concentrándose en zonas concretas.
El proceso de planificación dio lugar a un compromiso local más activo y a una mayor oposición de la planificación regional. Esto puede interpretarse como un proceso democratizador, en el que la toma de decisiones a nivel regional y estatal sobre la energía y la industrialización “verde” se politizó y sometió a un mayor escrutinio. Irónicamente, la llegada de la energía eólica corporativa a gran escala instigaba la participación local, articulada a través de estructuras de gobernanza local. Es importante destacar que el proceso se basó en el diálogo y no en la oposición frontal: el grupo Country Life, por ejemplo, favoreció la “armonía” con la energía eólica, buscando obtener beneficios de esta.
La distribución de los beneficios es una cuestión clave. Prácticamente los 350 parques eólicos que funcionan en el Estado son de propiedad privada; solo diez son de propiedad local. La desigualdad en la propiedad genera desigualdad financiera. Los terratenientes se benefician. Como declaró un residente: “Puedo obtener treinta mil euros al año por arrendar una hectárea de tierra, para algunas personas eso significa que ya no tendrían que trabajar”. Los municipios asumen el costo. Para compensarlo, a partir de 2019 el Gobierno estatal exigió a las empresas eólicas el pago de una tasa de diez mil euros anuales a los ayuntamientos; esta medida se reforzó en 2021 con una subvención federal comunitaria de 0,2 euros por kWh.
Nuestra investigación concluyó que las empresas también estaban respondiendo a las presiones, con esfuerzos más sofisticados para anticipar y prevenir la oposición. Las empresas iniciaban las consultas en la fase de concepción, en lugar de esperar hasta el final del proceso de planificación, como permite la legislación urbanística, y ofrecían mayores beneficios a la comunidad. Una empresa había estado consultando sobre el uso de terrenos forestales para un parque eólico, ofreciendo un modelo de “20:80”, con una financiación comunitaria fijada en cuatro veces el costo de alquiler del terreno.
La energía eólica ha precipitado nuevas formas de gobernanza energética y en estas se basa la actual introducción de la energía solar. Los paneles solares suponen una amenaza para el uso preexistente del suelo, lo que explica que el Estado se centre actualmente en los tejados, los estacionamientos y las superficies de agua sin utilizar, así como en los terrenos infrautilizados. El Gobierno estatal se esfuerza por paliar las repercusiones en la agricultura mediante la ordenación del territorio y cada vez hay más interés por la energía agrosolar, que puede coexistir con la agricultura. Es probable que haya alguna pérdida de tierras agrícolas, aunque se calcula que alrededor del 15 % de la agricultura se destina a biocombustibles y la sustitución por energía solar sería más eficiente.
Los ingresos de la energía solar son hasta diez veces superiores a los de los cultivos: encontramos arrendadores a los que se les ofrecen contratos de treinta años a 2500 euros por hectárea, frente a cuatrocientos euros por hectárea de la agricultura. Los peligros son evidentes para los agricultores arrendatarios, que pueden ser desalojados cuando sus arrendadores opten por la energía solar. Esto supone una gran amenaza, ya que el 73 % de las tierras agrícolas del estado son arrendadas.
La energía solar, al igual que la eólica, presenta economías de escala: se calcula que el tamaño mínimo viable de un parque solar es de cincuenta hectáreas. Ya se está produciendo una ampliación. En 2021, el mayor parque solar del estado y de Alemania era de 164 hectáreas en Werneuchen, cerca de Berlín. Un año más tarde se aprobaron cincuenta y cinco proyectos solares en el estado federado, con una superficie de 2800 hectáreas. Las autoridades de Teltow-Fläming habían recibido la propuesta de un promotor de un parque solar de mil hectáreas. En palabras de un promotor: “No hay límites de tamaño, al menos legales”. Esta salvedad es importante, ya que las respuestas normativas serán decisivas para determinar el resultado.
Sin duda, los recientes compromisos del Gobierno estatal en materia de energía solar sugieren que las posibilidades de reparto de beneficios están ganando terreno. Se está pasando de considerar que la “aceptación social” de las energías renovables impone una limitación a su instalación, a verla como un medio para permitir una mayor aceptación. Las propuestas estatales de energía solar hacen hincapié en las iniciativas distribuidas y municipales para el espacio no utilizado destinado a paneles solares. También hay una mayor aceptación de la ejecución y planificación a nivel local, incluidos los ingresos locales y la recualificación.
La energía solar entraña nuevos peligros, pero podría decirse que ofrece un nuevo potencial de suministro distribuido y de propiedad social. La actual respuesta estatal refleja las varias décadas de movilización, compromiso e innovación institucional en torno a la energía eólica. La oposición ha permitido una mayor participación en la gobernanza energética: el proceso de “guerra estratégica” en torno a las energías renovables, como lo describió un residente, va a continuar en un nuevo terreno.
Australia Meridional
Al igual que Brandeburgo, Australia Meridional también aspira a alcanzar el 100 % de electricidad renovable en 2033. En 2023, las energías renovables no hidráulicas suministrarán cerca del 66 % de la electricidad del estado, el 24 % procedente de la energía solar y el 44 % de la eólica (Energy & Mining, 2022). El crecimiento ha sido rápido: en 2000 las energías renovables solo cubrían el 1 % de las necesidades eléctricas del estado.
En 2002 el Gobierno estatal había previsto un 26 % de energía eólica y solar combinadas (McGreevy y Baum, 12 de marzo de 2021), para lo cual puso en marcha un esfuerzo coordinado de inversores, emplazamientos y contratos de suministro. Desde el principio la atención se centró en el golfo de Spencer y en el llamado “Triángulo de Hierro”, formado por Port Pirie (con una fundición de plomo), Whyalla (con una planta siderúrgica) y Port Augusta (con una central eléctrica de carbón, cerrada en 2016). El golfo tiene un gran potencial para la energía eólica y solar y está bien conectado a las líneas de transmisión. También cuenta con una mano de obra industrial (aunque con marcadas desventajas socioeconómicas), factores todos ellos que lo hacen atractivo para los inversores en energías renovables.
Como en Karnataka y Brandeburgo, las energías renovables en Australia Meridional han pasado por varias etapas. Hubo entusiasmo inicial, sobre todo en Port Augusta, donde se consideraba que ofrecía una “transición justa” para dejar de depender del carbón. La central eléctrica local había sido un importante empleador y, cuando su propietario privado, Alinta, anunció el cierre en 2015 (ABC News, 10 de junio de 2015), una campaña local exigió una nueva central termosolar a gran escala para sustituirla.
Alinta cerró la central antes de tiempo, en 2016, sin transición directa a las energías renovables. Sin embargo, la campaña tuvo efectos más amplios, ya que la región se convirtió en foco de atención para los inversores en energías renovables. Esto llevó a la construcción de varios grandes parques eólicos privados, como el de Lincoln Gap, con 101 turbinas en veinte mil hectáreas, y el Parque Renovable de Port Augusta, con cincuenta turbinas en cinco mil hectáreas. La energía solar de gran tamaño es menos común, aunque hay un parque solar de ochocientas hectáreas cerca de Port Augusta, propiedad de la Bungala Aboriginal Corporation, y una planta termosolar de veinte hectáreas, Sundrop, dedicada a la desalinización y calefacción para tomates de invernadero.
Tras una oleada inicial de inversiones, la normativa estatal se volvió más estricta en 2019, con reglas sobre impactos acumulativos, proximidad a municipios y sobre el acceso a “zonas de alto valor medioambiental, paisajístico o cultural” (State Planning Commission, 2019). También hubo medidas sobre notificación pública, desmantelamiento, estabilidad de la red, niveles de ruido y corredores de fauna y, con ello, un aumento de la altura permitida para las turbinas de 150 a 240 metros. Estas medidas coincidieron con un descenso de las solicitudes, en parte por el anuncio de un interconector de 900 km con Nueva Gales del Sur, cuya finalización está prevista para 2025, lo que pareció atraer las propuestas hacia el oes- te del estado.
Una tercera fase del desarrollo de las energías renovables ha llegado a la región, cada vez más centrada en los usos “derivados”, sobre todo del hidrógeno “verde” procedente de energías renovables, tanto para la exportación como para su uso “en tierra”, como en la planta siderúrgica de Whyalla. El Plan de Empleos del Hidrógeno del Gobierno estatal, anunciado en 2023, se considera ahora generador de una nueva ola de interés por las energías renovables en la región.
La planificación de las energías renovables en Australia Meridio- nal se ha centralizado en el Panel de Evaluación de la Comisión Estatal, que organiza consultas y audiencias públicas. Las empresas intentan definir sus proyectos como “proyectos de la Corona” de importancia estatal (PlanSA, 2024), lo que impide apelar toda decisión final del ministro; de ese modo, tienen acceso a un “servicio previo a la autorización” acelerado con un departamento patrocinador, que identifica las “infraestructuras estatales esenciales”.
El proceso de planificación estatal soslaya a las autoridades locales, aunque estas podrían permitir una mayor participación e implicación de la comunidad. Los ayuntamientos colaboran en el grupo Spencer Gulf Cities, que recientemente ha promocionado la zona como “centro neurálgico” de las energías renovables (Spencer Gulf Cities, 13 de septiembre de 2022). Su papel formal es limitado y ni siquiera reciben ingresos fiscales de las energías renovables, ya que la electricidad está exenta de las tasas locales. Los ayuntamientos elaboraron un informe en 2018 para cuestionar esta exención (AEC, 2018), pero el Gobierno estatal se ha negado a abordarlo.
La cuestión fiscal, que hace que los contribuyentes locales subvencionen a las grandes empresas mundiales de energías renovables, ha suscitado el descontento. La preocupación se centra en la falta de beneficios locales, sobre todo en términos de empleo. Los contratistas traen su propia mano de obra y solo recurren al mercado laboral local para trabajadores poco cualificados, contratados de forma eventual. No existe un plan local de mano de obra y el trabajo es intermitente, aunque algunas agencias de empleo locales establecen contratos recurrentes.
Como reflejo de décadas de desventaja regional, la región cuenta con muy pocas empresas capaces de aceptar trabajo en la industria. La política estatal hace poco porcolmar las lagunas de cualificación. Los planificadores se basan en la afirmación de que las industrias consumidoras de materias primas generarán puestos de trabajo, en lugar del sector de las energías renovables. Mientras tanto, la mayoría de los nuevos puestos de trabajo llegan de forma indirecta, en los sectores de la salud, el transporte, el comercio minorista y la hostelería.
Como en Karnataka y Brandeburgo, los principales beneficiarios son los terratenientes anfitriones. Las tierras son áridas y la energía eólica tiene un impacto mínimo en los ingresos de las explotaciones. Cada turbina puede reportar unos ingresos anuales de alquiler de hasta veinticinco mil dólares australianos durante unos treinta años; el 40% del estado pertenece a arrendamientos de pastoreo, tierras apropiadas a los pueblos indígenas locales y concedidas a los colonos por las autoridades coloniales. Estos terratenientes son ahora los que más se benefician de las energías renovables, lo que reafirma la desposesión colonial y agrava la desigualdad.
Sin embargo, la situación está cambiando, dado que se han recnocido los derechos sobre la tierra. El Gobierno federal se vio obligado a reconocer el título de propiedad aborigen con el caso Mabo de 1992 y la legislación federal de 1994 permitió a los pueblos aborígenes reclamar la titularidad de las tierras. Tras veintiocho años de lucha, los pueblos nukunu y barngarla obtuvieron el Título Nativo en la región a partir de 2016. Se han devuelto algunas “tierras de la Corona” de propiedad estatal y los propietarios tradicionales han obtenido algunos derechos de negociación sobre las tierras estatales arrendadas cada vez que se produce algún cambio en los acuerdos de tenencia, como en el caso de las energías renovables.
Hasta la fecha, las empresas de energías renovables han sido responsables de una serie de acuerdos de “consentimiento” ad hoc y muy divisivos. Como afirmó un titular de un título aborigen: “Todavía no he tenido ninguna buena experiencia con las energías renovables, solo mucha indignidad y dolor”. Una excepción es el parque solar de Bungala, que obtuvo un contrato de arrendamiento para emplear a trabajadores y contratistas aborígenes.
Con el resultado del Título Nativo, los Propietarios Tradicionales de Barngarla (BDAC, por sus siglas en inglés) firmaron en 2022 un acuerdo pionero sobre el uso de la tierra, y se aseguraron de este modo la copropiedad y los ingresos por arrendamiento de un gran parque solar en tierras de la Corona. Las empresas mineras suelen pagar cánones a los propietarios tradicionales, pero la copropiedad es prácticamente desconocida, salvo en una gama cada vez mayor de proyectos de energías renovables.
El resultado de Barngarla se considera un gran avance. La participación en el capital significa que el BDAC no solo es el terrateniente y propietario de la totalidad del proyecto, sino que también tendrá una participación en el mismo, lo que nos convierte −a los pueblos de las Primeras Naciones de la zona− en copropietarios de una de las mayores centrales de energía renovable del Estado .
Con ello, podría decirse que se abre una nueva fase de copropiedad en el desarrollo de las energías renovables.
Dado que el 40 % de la energía renovable a nivel nacional se ubicará en tierras indígenas, la copropiedad ha crecido. En 2023 había una docena de proyectos de energías renovables de propiedad conjunta con grupos indígenas locales (Baker, 3 de noviembre de 2023); el National Native Title Council (21 de abril de 2023) declaró que esto requería una “reconceptualización del papel de las Primeras Naciones en el desarrollo”. No hay razón para que este modelo de propiedad social no se extienda a otras poblaciones u organizaciones locales y se redefina la energía renovable para el desarrollo regional.

Illustration by Matt Rota©
Posibilidades
La propiedad de la tierra es la cuestión clave para el desarrollo de las energías renovables a gran escala. Los inversores en energías renovables buscan un espacio vacío para acumular, ejemplificado en el mar de paneles solares, de horizonte a horizonte, en el parque solar de Pavagada. El comisario australiano de Infraestructuras Energéticas nos dijo que los inversores en energías renovables prefieren “grandes extensiones de terreno y un número reducido de propietarios, sin vecinos, sin ciudades ni otros asentamientos”. De este modo, hacen operativas las desigualdades existentes en materia de tierras, desde el mito australiano de la terra nullius hasta los fracasos de la reforma agraria en la India.
Frente a la creación de una nueva élite terrateniente basada en las energías renovables, y la desigualdad que esto conlleva, hemos encontrado a la población local que presiona para lograr una asociación más democrática. Las narrativas de las energías renovables regionales revelan un claro imperativo de democratizar el proceso de transición para aprovechar todo su potencial de transformación social. Los componentes clave serían el reparto de los ingresos, la copropiedad de las instalaciones energéticas y la cogestión de la tierra, la mejora del empleo y un diseño de la energía solar que coexista con la agricultura. En palabras de un agricultor indio: “La producción de energía continuará; las estructuras no pueden desmantelar- se. Por lo tanto, deberían darnos una asociación”.
La población local sostiene que la energía renovable debe tratarse como un proyecto de desarrollo regional, no simplemente como un proyecto energético. No debe desplazar los medios de subsistencia existentes y debe ofrecer beneficios locales considerables. El enorme superávit financiero obtenido de las energías renovables beneficia principalmente a las empresas de electricidad: la población local reconoce que esto es una gran injusticia y exige un cambio de modelo. Cuando visitamos parques eólicos y solares, a menudo nos dijeron que se trataba de un trabajo en curso. El director de Pavagada dijo que la planta era una “universidad” en la que se ponían a prueba nuevas ideas.
Este “trabajo en curso” está siendo forzado en nuevas direcciones. La oposición ha creado nuevas demandas de regulación, un mayor compromiso con el desarrollo regional y nuevas iniciativas de descarbonización. Al mismo tiempo, la energía distribuida persiste. Las energías renovables ya han establecido un nuevo sector energético doméstico y comunitario, un “procomún” energético basado en la autonomía energética.
Siempre existe la posibilidad de que haya retrasos. La transición energética es inevitable, pero su calendario es controvertido. La dependencia de los combustibles fósiles sigue siendo considerable, sobre todo en el caso de la electricidad. Se necesita un fuerte respaldo público para superar estas presiones: el desplazamiento, la privación de derechos y el desencanto solo pueden ralentizar la transición. La propiedad social y la regulación participativa siguen siendo débiles, pero pueden ser la base del apoyo público.
La llegada de las energías renovables “socializa” el cambio climático y climatiza la energía. Desempeña un papel clave en el avance de los imaginarios sociales emergentes en la búsqueda de la agencia climática y la ética necesaria de la vida afectada por el clima. Al igual que ocurrió con las transiciones energéticas en el pasado, la coyuntura actual ofrece múltiples posibilidades (aún inimaginables).
La oposición obliga a una participación democrática más fuerte y apunta a una transición basada en la propiedad común, más allá del poder empresarial. El imperativo es claro: el control social de las energías renovables es ahora una base para la estabilidad climática, al mismo nivel que cualquier “patrimonio común” de la humanidad.
Bibliografía
ABC News (10 de junio de 2015). Alinta Energy to close power stations at Port Augusta and coal mine at Leigh Creek. https:// www.abc.net.au/news/2015-06-11/power-stations-port-augusta- alinta-energy/6537814
AEC (2018). Rating equity for commercial and/or industrial land uses outside towns in South Australia. https://nylga.sa.gov.au/wp-content/ uploads/2018/11/Final-Report-Rating-Equity-for-Commercial-In- dustrial-Land-Uses-Outside-Towns-in-SA-1.pdf
Baker, Russell (3 de noviembre de 2023). First Nations co-investment is a win-win for asset owners.Investment Magazine.https://www. investmentmagazine.com.au/2023/11/first-nations-co-investment- is-a-win-win-for-asset-owners/
Bhambhani, Anu (15 de septiembre de 2023). German State Launches Solar Expansion Offensive. Taiyang News. https://taiyangnews. info/markets/german-state-launches-solar-expansion-offensive
Energy & Mining (2022). Leading the green economy. Government of South Australia. https://www.energymining.sa.gov.au/industry/ hydrogen-and-renewable-energy/leading-the-green-economy
McGreevy, Michael y Baum, Fran (12 de marzo de 2021). South Australia has become a renewable energy powerhouse. How did they do it? Race to resilience. https://climatechampions.unfccc. int/south-australia-has-become-a-renewable-energy-powerhouse- how-did-they-do-it/
National Native Title Council (21 de abril de 2023). There is no net zero economy without first nations policy change. https://nntc. com.au/media_releases/there-is-no-net-zero-economy-without- first-nations-policy-change/
PlanSA (2024). Crown development and essential infrastructure. https://plan.sa.gov.au/development_applications/state_develop ment/crown-development
Spencer Gulf Cities (13 de septiembre de 2022). Regional Partnership Priorities Launch. https://upperspencergulf.com.au/2022/09/ regional-partnership-priorities-launch/
State Planning Commission (2019). Discussion paper on proposed changes to renewable energy policy in the planning and design code. Adelaida: Government of South Australia.
Subramanian, Meera (26 de abril de 2023). India’s quest to build the world’s largest solar farms. The New Yorker. https:// www.newyorker.com/news/dept- of- energ y/indias – quest-to – build-the-worlds-largest-solar-farms