El caso más notorio es el de César Apaza, ex secretario ejecutivo de la federación campesina de Chulumani de 2018 a 2021 y posteriormente jefe del Comité de Autodefensa, quien fuera brutalmente golpeado antes de ser enviado a prisión preventiva en la cárcel de San Pedro y luego trasladado a la prisión de alta seguridad de Chonchocoro, en el Altiplano, en las afueras de El Alto. Allí sufrió un derrame cerebral, muy probablemente como consecuencia de la golpiza, y fue hospitalizado durante dos semanas, pero aun estando paralizado, fue llevado de regreso a prisión para esperar el juicio.
En mayo de 2023, finalmente la Defensoría del Pueblo declaró que las lesiones de Apaza fueron consecuencia de las torturas y tratos degradantes a las que fue sometido por la policía, pero en lugar de recomendar el cese de la detención preventiva y permitir su arresto domiciliario, simplemente declaró que debería recibir atención médica profesional en Chonchocoro3.
La justicia boliviana es conocida por hacer un uso excesivo de la detención preventiva, y en general la justifica con el argumento de que el acusado tiene alta probabilidad de fugarse del país o que intentará manipular pruebas o intimidar testigos. Pero Apaza sigue sufriendo parálisis en la mitad de su cuerpo y no puede moverse de la cama sin ayuda, por lo que resulta difícil imaginar cómo podría escapar o intimidar a alguien.
La segunda al mando del Comité de Autodefensa, Rosalba Vargas, fue puesta bajo arresto domiciliario en Los Yungas, pero sin el derecho de salir a trabajar, lo cual es un abuso ridículo ya que la acusada es una campesina que no puede trabajar desde su hogar. Mientras tanto, diversas autoridades políticas acusadas de corrupción -que son miembros del MAS y podrían trabajar por internet desde sus hogares- fueron puestas bajo arresto domiciliario con derecho de salir a trabajar todos los días.
Todo este tiempo, desde 2021 en adelante, ADEPCOCA envió repetidas solicitudes al Gobierno para reunirse con el fin de resolver el conflicto con Alanes, pero según sus declaraciones públicas, estas nunca fueron respondidas. Sin embargo, se filtraron versiones de que, después del 8 de septiembre de 2022, sí habían celebrado reuniones secretas y llegado a un acuerdo por el cual los demás miembros de la administración no serían arrestados siempre y cuando evitaran cualquier acto de protesta y permitieran el funcionamiento del mercado de Alanes. Mientras tanto, Alanes intentó reflotar la demanda constitucional presentada previamente por Elena Flores para ser reconocido como el presidente legal de ADEPCOCA y, en consecuencia, pretendía una orden judicial para que le fuera entregado el mercado de coca legal.
Los acuerdos secretos entre el Gobierno y la ADEPCOCA de Alanes salieron a la luz el 28 de abril de 2023, cuando el ministro del Castillo, quien había reconocido a Alanes, ordenó los actos de represión y la persecución legal contra los dirigentes de ADEPCOCA. Esto fue recibido con aplausos por una asamblea en Villa Fátima, donde solo se permitió el uso del micrófono a los representantes regionales que respaldaron las negociaciones clandestinas. Simultáneamente, un miembro de la organización fue encarcelado brevemente y luego liberado tras una solicitud de juicio acelerado. Según la ley boliviana, esto equivale a que el acusado admita su culpabilidad a cambio de un juicio exprés y pena reducida. Alanes celebró la victoria, declarando que el hombre en cuestión, Gabriel Mamani, había admitido su culpabilidad en la totalidad de los quince delitos, lo que indicaba que los demás acusados de la lista también eran culpables. De hecho, el acuerdo con Mamani implicaba que solo debía admitir lesiones corporales y lesiones graves, pero muchos productores también creen que su confesión implica la culpabilidad de los demás acusados por los delitos restantes.
A la fecha, se dice que Freddy Machicado está negociando un acuerdo similar por el que confesará algunas de las acusaciones a cambio de quedar en libertad bajo fianza, mientras ha surgido otra demanda constitucional4, esta vez contra José López, dueño de la antigua escuela que ahora es un 'punto de venta' de coca, reclamando daños por cerca de un cuarto de millón de bolivianos, unos 35 000 dólares estadounidenses. Como sucedió en Urujara, resulta que Alanes en realidad no había comprado el edificio, sino que solo lo alquilaba, supuestamente con una promesa de compra. Se había acordado valorar la propiedad con miras a finalizar la venta el 15 de septiembre de 2022, es decir, una semana después de que fuera tomada y destrozada.
Alanes afirma que los dirigentes de ADEPCOCA deberán subastar o entregar el mercado de coca legal para pagar los daños. Dado que hizo tantas declaraciones falsas en el pasado,5 muchos cocaleros consideran que no es confiable, y otros sostienen que el mercado es propiedad de la institución y no de las personas que ocupan actualmente el liderazgo y, por lo tanto, no podría ser confiscado incluso si el proceso judicial le fuera favorable.
Sin embargo, la estrategia de persecución judicial tuvo su peor repercusión en Los Yungas. Se podría decir que le resultó mejor para el Gobierno que la confrontación directa y la represión, ya que provocó una crisis general de liderazgo en todos los niveles de la organización campesina. Muy pocas personas se atreven ahora a postularse a las elecciones en las federaciones campesinas y en los niveles de las centrales y subcentrales agrarias, a menos que sean simpatizantes del MAS y estén dispuestas a obedecer las órdenes del Gobierno, porque temen que, de oponerse a las políticas concebidas para Los Yungas, se les acusará de cargos falsos y terminarán en la cárcel, dado que el sistema judicial carece absolutamente de independencia.
Esto forma parte de una estrategia a largo plazo que el MAS lleva a cabo desde que Evo Morales logró su tercer mandato en 2015. La constitución que su Gobierno aprobó en 2009 estipula que al presidente solo se le permiten dos mandatos consecutivos. Pero Morales y el MAS sostienen que su primer mandato transcurrió durante la constitución anterior y, por lo tanto, no contaba, por lo que su segundo mandato recién comenzaría a partir de 2015. El igualmente sumiso tribunal constitucional declaró entonces que la reelección indefinida es un derecho humano, descartando la propia constitución de Morales.
Sin embargo, como ocurre con cualquier Gobierno que prolonga su tiempo en el cargo, el MAS iba perdiendo gradualmente el apoyo de las 'organizaciones sociales' que afirmaba representar. Cuando el MAS perdía el control de una organización, adoptaba la estrategia de instalar una organización paralela integrada por militantes del partido de Gobierno, como fue el caso de la ADEPCOCA paralela de Elena Flores. Lo mismo sucede con las federaciones campesinas y las centrales agrarias en gran parte de Los Yungas, y con las regionales de ADEPCOCA, lo que provocó muchos conflictos locales, como golpizas, destrucción de propiedad, la cosecha de campos de coca pertenecientes a miembros de la organización rival, e incluso muertes. Las autoridades municipales y organismos estatales colaboraron con estas divisiones al reconocer a las organizaciones paralelas minoritarias y canalizar proyectos de desarrollo y obras públicas a través de ellas, ignorando a quienes mantuvieron su apoyo a las organizaciones mayoritarias.
Tras la renuncia de Morales, la mayoría de las autoridades dejaron de manipular proyectos de manera tan directa, pero aún reconocen a las organizaciones paralelas, aunque la mayoría de estas tienen escaso o nulo apoyo de las bases y sus dirigentes permanecen en el cargo durante años, habiendo superado hace mucho tiempo sus mandatos. Las divisiones fueron particularmente activas en el municipio de La Asunta, donde ya habían aparecido antes de 2015 cuando los dirigentes favorecieron las campañas de erradicación de coca (véase más abajo).
Se produjeron divisiones dentro de la misma comunidad, y en ocasiones, una central agraria entera se asociaba a una u otra facción. Esta situación ocurrió con La Calzada, que era acérrima opositora del Gobierno, en contraposición al pueblo vecino de Santa Rosa, partidario incondicional del MAS. En marzo de 2023, Evo Morales, que ya no ocupaba cargos en el Gobierno pero aún era influyente como presidente de la organización partidaria del MAS, realizó una visita personal a Santa Rosa. Desde allí tenía la intención de continuar hacia la capital municipal de La Asunta para reunirse con sus seguidores, pero cuando viajó desde Santa Rosa hacia la carretera principal, personas de Calzada, junto con la federación campesina antigubernamental de Asunta, bloquearon la carretera y se negaron a dejarlo pasar. Morales se vio obligado a dar la vuelta e hizo una visita no planificada a Irupana, un municipio que apoyaba al MAS. Resultó que el automóvil en el que viajaba había sido robado en Santa Cruz y fue recuperado por la policía, pero no fue devuelto a su propietario, sino que le fue entregado al partido político gobernante.6
Además de sus vínculos turbios con el Gobierno, hay indicios de que la dirigencia de ADEPCOCA fomenta la división a nivel regional, en casos donde estas ya habían sido superadas con mucho esfuerzo debido al resentimiento generado por conflictos previos, como sucedió en regional de Arapata. En abril de 2023, esta regional eligió una junta directiva nueva, pero los dirigentes departamentales no se presentaron para tomarle juramento. Sus integrantes fueron juramentados por el mismo comité electoral que organizó las elecciones, por aclamación, presuntamente porque carecía de fondos para imprimir las papeletas para la votación secreta. ADEPCOCA argumentó que ese no era un procedimiento legítimo,7 no reconoció a la junta recién elegida cuando se presentó en Villa Fátima y, unas semanas después, juramentó a un nuevo comité electoral de notorios simpatizantes del MAS para llevar a cabo otra elección.
Los dirigentes de Villa Fátima querían ratificar al presidente regional, quien respaldaba sus acuerdos con el Gobierno, pero las bases eligieron una administración nueva que, al igual que la mayoría de los productores de coca, considera que los líderes se han sometido al Gobierno solo para evitar la cárcel y sin obtener ninguna concesión a cambio: en particular, la exigencia del cierre del mercado ilegal de Alanes y, de no lograrse la absolución, al menos permitir el arresto domiciliario para César Apaza y otros detenidos. Aquellos que se dirigían a tomar juramento a su candidato preferido alegaron que había 'problemas' en Coroico, no quisieron arriesgarse a involucrarse y se dieron media vuelta antes de llegar. Queda por verse cuáles serán las consecuencias de estas acciones.