Entre 1950 y 1976, la postura de China sobre el conflicto palestino-israelí experimentó un cambio drástico, pasando de posibles vínculos diplomáticos con Israel a un firme apoyo a la liberación palestina. Con raíces en los ideales revolucionarios maoístas, China brindó apoyo diplomático, financiero y militar, a la vez que fomentaba la solidaridad interna mediante la propaganda y el intercambio cultural, un legado perdurable que configura la postura de China hoy.

Illustration by Fourate Chahal El Rekaby

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Entre el pasado revolucionario y el presente centrado en el comercio: la política exterior de China con Palestina desde la década de 1980 hasta la actualidad
Tras la muerte de Mao en 1976, la Revolución Cultural llegó a su fin con un golpe de Estado en el que la facción moderada de la vieja guardia del Partido Comunista de China enfrentó con vigor a los líderes de la facción radical-izquierdista, que posteriormente recibió el mote despectivo de “banda de los cuatro”. Deng Xiaoping, como líder de los reformistas, tardó dos años en consolidar su poder dentro del partido. En 1978, Deng celebró con éxito la famosa 3ª sesión plenaria del 11º Comité Central del Partido Comunista de China como inicio de la política de “reforma y apertura” de Deng. Como señaló durante su conversación con el líder etíope Mengistu Haile Mariam en 1988, el principio rector del Gobierno chino “pasó de la lucha de clases al desarrollo de la economía” (Deng 1988).
En cuanto a la diplomacia, este cambio significó que el apoyo a las revoluciones mundiales dejó de ser parte del orden del día de la diplomacia oficial china y, a principios de 1980, Deng ya había interrumpido la ayuda de la República Popular China a los grupos comunistas del sudeste asiático, África, América Latina y el sur de Europa. A medida que China intentaba atraer inversiones extranjeras de Occidente para su desarrollo económico, el apoyo a las luchas antiimperialistas también quedaba cada vez más relegado en su política exterior. China comenzó a reconsiderar la posibilidad de establecer lazos diplomáticos con más miembros del bloque capitalista, Israel entre ellos.
La nueva atmósfera internacional de esta época también tuvo un impacto importante en los chinos. En 1977, el presidente egipcio Anwar Sadat pronunció su discurso en la Knesset israelí, y la mejora de las relaciones entre Egipto e Israel hizo creer a los chinos que el irresoluble “conflicto árabe-israelí” podría haber llegado a su fin. Impulsado por esta percepción, en julio de 1980, He Ying, viceministro de Relaciones Exteriores de China, anunció públicamente que la nueva postura china sobre la cuestión palestina era que “todos los Estados de Oriente Medio tenían derecho a la independencia y la supervivencia”. Esta declaración marcó el fin de la anterior política china durante los años sesenta y setenta de apoyo a la lucha armada y al desmantelamiento del régimen sionista. China comenzó a considerar que la existencia del Estado israelí no era inherentemente antitética a la de un Estado palestino. En diciembre de 1982, Hu Yaobang, secretario general del Partido Comunista de China, propuso al rey Hussein de Jordania que los Estados árabes “deben respetar y restaurar los derechos nacionales del pueblo palestino y, simultáneamente, reconocer los derechos de supervivencia pacífica del pueblo israelí”. Ese mes, en su visita a Egipto, el primer ministro chino, Zhao Ziyang, volvió a anunciar que China se disponía a reconocer el “derecho de supervivencia” de Israel, siempre que este “se retire de las tierras árabes ocupadas” y “restablezca los legítimos derechos de los palestinos de reconstruir su Estado”.
En septiembre de 1988, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Qian Qichen, anunció una “propuesta de cinco puntos” de su país sobre los asuntos de Oriente Medio, que incluía la promoción del diálogo, el retiro de Israel de todos los territorios árabes ocupados a cambio de garantías de seguridad y, lo más importante, la promoción del reconocimiento mutuo entre el Estado de Palestina y el Estado de Israel. Aunque distintas administraciones de líderes chinos han anunciado sus propias propuestas sobre los asuntos de Oriente Medio con distintos nombres, la esencia de la “propuesta de cinco puntos” de Qian —promover una solución de dos Estados a través del diálogo— sigue siendo el núcleo de la política exterior de China sobre Palestina.
El comercio es sin duda uno de los elementos más importantes que influyen en este cambio de la postura china que implica un mayor acercamiento a Israel. En 1985, para impulsar el establecimiento de las relaciones oficiales con China, Israel reabrió su consulado general en Hong Kong, que había estado cerrado por más de 10 años, y comenzó a vender sus productos de alta tecnología, especialmente tecnología y equipos militares, a la China continental a través de Hong Kong. Después de que el breve período de idilio entre China y Estados Unidos terminara con una ruptura complicada en 1989, Israel se convirtió en una de las pocas vías para que China pudiera adquirir tecnologías militares avanzadas y así eludir el bloqueo occidental. La relación siguió siendo importante para Beijing hasta 2001, cuando Israel canceló unilateralmente el acuerdo comercial con China bajo presión de Estados Unidos.
El interés por el intercambio comercial y la creencia de que el “conflicto árabe-israelí” estaba llegando a su fin llevaron a China a mostrarse cada vez más abierta a establecer relaciones diplomáticas plenas con Israel. Entre 1990 y 1991, numerosos Estados del bloque socialista, incluida la Unión Soviética, entablaron relaciones diplomáticas con Israel, y este fue el factor decisivo que llevó a China a tomar finalmente la decisión. En enero de 1992, China restableció relaciones diplomáticas con Israel.
En consecuencia, China acogió con beneplácito los Acuerdos de Oslo en 1993. El Diario del Pueblo, por ejemplo, afirmó que la paz entre Palestina e Israel ya era posible gracias a los Acuerdos de Oslo. Incluso cuando el Gobierno de derecha de Benjamín Netanyahu saboteó severamente el proceso de paz en 1996, los medios oficiales chinos seguían creyendo que “los Acuerdos de Oslo ya habían plantado las semillas de la paz en los corazones de los pueblos palestino e israelí” y que la opinión pública israelí estaba a favor de la paz y en contra del Likud (“Zhongdong huhuan” 1999). En octubre de 1993, un mes después de la firma de los Acuerdos, Yitzhak Rabin realizó la primera visita oficial de un primer ministro israelí a China, lo que demuestra que Beijing no solo era optimista sobre el futuro, sino que tenía la convicción de que la profundización de la relación con Israel ya no era un problema para las relaciones de China con la OLP y los estados árabes.
Aunque finalmente se comprometió con la llamada solución de dos Estados, China nunca titubeó en su apoyo a Palestina, al menos en su discurso diplomático. El 20 de noviembre de 1988, luego de que Yasser Arafat declarara el Estado palestino cinco días antes, China anunció oficialmente su reconocimiento del Estado de Palestina y ascendió la categoría de la oficina de la OLP en Beijing a la de embajada palestina en diciembre de ese año. En diciembre de 1995, China estableció oficialmente su embajada de la Autoridad Palestina en Gaza y posteriormente la trasladó a Ramala en mayo de 2004. El expresidente palestino Yasser Arafat, por ejemplo, fue invitado a visitar China 14 veces a lo largo de su vida, y sorprendentemente la mayoría de las visitas se realizaron a partir de 1980 (la última fue en 2001). Hasta el final de su vida, Arafat mantuvo una estrecha amistad personal con Deng Xiaoping y con el presidente chino Jiang Zemin.
Como ya se mencionó, desde el inicio de la reforma de Deng a principios de la década de 1980 hasta la década de 2010, las autoridades políticas chinas estaban convencidas de que “la diplomacia debía estar al servicio de los intereses económicos, y no al revés”, por lo que la política exterior china hacia Oriente Medio se centró principalmente en el comercio, absteniéndose de implicarse en los “problemas” de esa región. Como admite Hua Liming, exembajador chino en Irán y EAU, “en esta época, Oriente Medio es una región marginada de la estrategia diplomática china en general” (Hua: 2014: 8).
Sin embargo, desde 2013, el Gobierno de Xi Jinping retomó el interés político en Oriente Medio, incluida la cuestión palestina, con la intención de promover el prestigio internacional de China como potencia mundial. En 2013, cuando el presidente palestino, Mahmud Abás, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visitaron por separado Beijing, Xi propuso facilitar el diálogo entre ambos, pero Netanyahu ignoró la propuesta. En julio de 2017, Xi anunció su “propuesta de cuatro puntos” para el “conflicto”, que comparte la misma esencia de las “propuestas de cinco puntos” de Qian Qichen anunciadas en 1988. La “propuesta de cuatro puntos” señala que China apoya la solución de dos Estados y un “Estado de Palestina completamente soberano e independiente basado en las fronteras de 1967, con Jerusalén Oriental como capital”. Además, reitera la importancia de resolver la cuestión palestina mediante el diálogo político y exige que Israel “detenga inmediatamente la construcción de asentamientos en los territorios ocupados, de conformidad con la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU” (“Zhongguo daibiao” 2017).
Para promover la “propuesta de cuatro puntos” de Xi, Beijing organizó el Simposio de Paz Palestina-Israel en diciembre de 2017, en el cual participaron importantes figuras como Ahmed Majdalani, secretario general del Frente de Lucha Popular Palestina, y MK Yehiel “Hilik” Bar, portavoz adjunto de la Knesset israelí.
En mayo de 2021, el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, volvió a reiterar el interés de China en invitar a representantes palestinos e israelíes al diálogo en Beijing. En su discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Wang no solo hizo hincapié en que “la cuestión palestina siempre ha sido el centro de los problemas en Oriente Medio”, sino que, por primera vez “no habrá paz verdadera en el mundo a menos que Oriente Medio sea estable”. En la actualidad, las palabras de Wang se han convertido en la norma del discurso diplomático chino sobre Palestina. Esta perspectiva, que considera la resolución de la cuestión palestina como indispensable para la paz mundial, debe tomarse como parte del legado más amplio de la era de Mao y Zhou, en la que los líderes chinos veían a Palestina como la frontera que protegía tanto a Asia como a África del imperialismo occidental. Sin embargo, a diferencia de la posición de China en la era Mao, la renuencia a que sea percibida como una toma de partido limitó su política exterior.
Vale la pena señalar que, aunque China expresó su compromiso político con la lucha palestina y el Estado palestino (incluida la firme presión a favor del ingreso de Palestina en la ONU y la facilitación —finalmente infructuosa— de negociaciones de paz), entre 2015 y 2020 China e Israel vivieron un breve idilio de creciente comercio e inversión. Mientras las relaciones entre Estados Unidos e Israel atravesaban dificultades debido a la agresión israelí en la Cisjordania ocupada y su oposición al acuerdo nuclear con Irán, el Gobierno de Netanyahu intentó coquetear con China. Durante su visita a ese país en 2017, Netanyahu calificó la relación bilateral de “matrimonio perfecto” y mostró interés en sumarse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta. En esa ocasión, el Gobierno chino anunció el establecimiento de una “asociación integral innovadora” con Israel. Cuatro meses después, Netanyahu usaría la misma metáfora para describir las relaciones de Israel con India, rival geopolítico de China, e Israel nunca llegaría a adherirse oficialmente a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, pese a que China insistió en describir de forma unilateral sus proyectos de inversión en Israel —como el puerto de la bahía de Haifa— como parte de ella.
No obstante, los intereses económicos, especialmente en alta tecnología, impulsaron el creciente interés de China en Israel. Además, dado que la relación de China con el presidente estadounidense Donald Trump durante su primer mandato (2017-2021) fue terrible —la mayoría de las vías de comunicación entre Beijing y Washington se cortaron—, China también pretendía invitar a Israel para que oficiara de puente para mantener el contacto con Estados Unidos.
La mayor inversión emblemática de China en Israel durante este período fue el puerto de la bahía de Haifa, también conocido como el nuevo puerto de Haifa. En 2015, la empresa estatal china Shanghai International Port Group (SIPG) firmó un acuerdo con Israel que le otorgó los derechos para operar el puerto durante 25 años a partir de 2021. Este acuerdo, muy difundido en 2018, llegó a considerarse uno de los proyectos insignia de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en Oriente Medio, y sigue siendo legalmente válido hasta hoy. En 2023, el puerto manejaba el 80% de los contenedores de transbordo de Israel (Lavi, 2024). Sin embargo, como se analizará más adelante, la guerra en Gaza afectaría gravemente el próspero panorama del proyecto portuario operado por China. Actualmente, China paga el alto precio de haber confiado en la sostenibilidad de su “idilio” con Israel.
Al analizar la política exterior de China a partir de la década de 1980, se observa que el país ha vacilado entre los principios anticoloniales heredados de la era de Mao y sus intereses económicos actuales. Por un lado, la percepción china de Palestina sigue teniendo una fuerte influencia del legado maoísta, y China aún considera a Palestina como el frente anticolonial que protege a Asia y África del imperialismo occidental. Pero, por otro lado, la política de China en Oriente Medio durante la era posterior a Mao es, en esencia, economicista, por lo que no está dispuesta a renunciar al comercio con Israel. Esta solidaridad política con Palestina y los vínculos económicos con Israel generan una contradicción en la política exterior china, y la opción que adoptó Beijing fue simplemente declararse amiga de ambas partes, buscando presentarse como potencial mediadora.
Desde 1992 hasta 2023, cuando la comunidad internacional aún albergaba cierta esperanza en el diálogo y la solución de dos Estados, China logró manejar esta contradicción en su política exterior y fortalecer las relaciones con Palestina e Israel por separado. Para el Gobierno chino, la relación diplomática y comercial con Israel no fue un obstáculo para su amistad tradicional con la Autoridad Palestina, ni le impidió expresar inequívocamente su apoyo al Estado de Palestina en plataformas internacionales como la ONU.
Sin embargo, en los últimos años, la imagen de China como “amiga de Palestina e Israel” se ha vuelto cada vez más insostenible debido a dos dinámicas principales. En primer lugar, este enfoque se basa en gran medida en las premisas del proceso de negociación de paz palestinoisraelí de la década de 1990 a principios de 2000. A medida que los asentamientos israelíes en la Cisjordania ocupada refuerzan la tensión y hacen casi imposible la solución de dos Estados, la fe de China en esta solución puede parecer desfasada frente a la realidad sobre el terreno. En segundo lugar, esta política exterior se fundamenta en las relaciones de China con Oriente Medio durante las décadas de 1990 y 2000, cuando su participación en la región era muy limitada en lo económico y no deseaba ejercer influencia política alguna. Sin embargo, a partir de 2013, China buscó mejorar su reputación en el mundo en desarrollo renovando su histórica solidaridad con Palestina; y además, a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta, incrementó rápidamente sus inversiones en Israel entre 2015 y 2023. Por lo tanto, en los dos últimos años, la contradicción entre la agenda política y económica de China con respecto a Oriente Medio se intensificó inevitablemente, y su intento de mantener lo que percibe como una posición “equilibrada” se volvió insostenible.
Desde principios de la década de 2000 hasta 2023, Israel exacerbó su agresión y opresión contra el pueblo palestino. Entre los acontecimientos más importantes se incluyen la segunda Intifada de 2000; la invasión israelí del Líbano a partir de 2006; las guerras de Israel contra Gaza en 2008-2009, 2012, 2014 y 2021; la Gran Marcha del Retorno en 2018-2019; la represión israelí a las protestas palestinas en 2021; y la guerra genocida contra Gaza en 2023. En cada una de estas ocasiones, China realizó declaraciones diplomáticas con críticas a las acciones de Israel, pero ninguna de las atrocidades cometidas por Israel repercutió en el comercio chino-israelí. En estas dos décadas, los vínculos económicos entre China e Israel crecieron enormemente, un hecho que lleva a la comunidad internacional a dudar cada vez más de la sinceridad del apoyo autoproclamado del Gobierno chino a la liberación palestina.
Esta contradicción en la política china hacia Oriente Medio está destinada a obligar al país a reconsiderar su enfoque insostenible. La realidad cada vez más grave en los territorios ocupados de Palestina terminará por pinchar la burbuja de la fantasía ilusoria heredada del efímero proceso de paz de las décadas de 1990 y 2000, y forzará a China a abandonar el objetivo poco realista de fraternización con ambos bandos. Desde el genocidio israelí en Gaza, esta contradicción en la política exterior china se agravó hasta un nivel sin precedentes, dado que Israel amenazó con perjudicar las inversiones chinas si Beijing mantiene su apoyo diplomático a Palestina.

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El conflicto diplomático, la propaganda israelí y la construcción orgánica de la opinión pública china: cómo reacciona China ante el genocidio en Gaza
La relación bilateral entre China e Israel, que parecía prometedora entre 2015 y 2020, generó voces tanto en la sociedad china como en la israelí que abogaban por una cooperación estratégica más profunda entre ambos países. Sin embargo, lo ocurrido el 7 de octubre de 2023, y en particular el posterior bombardeo israelí de Gaza, destruyó irreversiblemente toda posibilidad de continuar como si nada hubiera pasado.
Inmediatamente después del 7 de octubre, el Gobierno israelí exigió a China que condenara la Operación Inundación de Al-Aqsa y que catalogara a Hamás como organización terrorista. Como era de esperar, Beijing rechazó esa demanda. El Gobierno chino no acepta la narrativa occidental-israelí que presenta al 7 de octubre como el inicio de la historia. En cambio, China lo considera una de las numerosas tragedias en el prolongado “conflicto árabe-israelí” heredado del dominio colonial británico. La República Popular China, como un régimen surgido de la estrategia maoísta de “guerra popular”, guerra de guerrillas y lucha armada anticolonial, mantiene una simpatía inherente hacia otras fuerzas guerrilleras del Sur global. Así como la China de Mao se convirtió en la primera potencia mundial no árabe en darle apoyo pleno a la OLP, la China de la era posterior a Mao también se niega rotundamente a calificar a las organizaciones de resistencia palestina, incluida Hamás, de organizaciones terroristas. Ya en 2003, en un período en el que China era mucho más prooccidental que hoy y dependía en gran medida de Israel para la compra de tecnología avanzada y equipamiento militar, la agencia oficial de noticias Xinhua evitó referirse a Hamás como “organización terrorista” en un artículo sobre la entrevista de una periodista china al jeque Ahmed Yasín. En 2016, con la administración actual, esta tendencia se institucionalizó: la agencia de noticias Xinhua ordenó que los medios chinos “no deben referirse a Hamás como organización terrorista o extremista” (“Xinhuashe” 2016).
No existe un documento que explique mejor la postura oficial de la República Popular China sobre el derecho de los palestinos a resistir, incluido mediante la lucha armada, que la declaración de Ma Xinmin, Director General del Departamento de Tratados y Derecho del Ministerio de Relaciones Exteriores y ex embajador chino en Sudán, ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el 22 de febrero de 2024. En la audiencia pública en La Haya, Ma declaró categóricamente:
El conflicto palestino-israelí se origina en la prolongada ocupación israelí de los territorios palestinos y en la opresión histórica que Israel ha ejercido sobre el pueblo palestino. La resistencia del pueblo palestino contra la opresión israelí y su lucha por completar la creación de un Estado independiente en los territorios ocupados son, en esencia, acciones justas encaminadas a restaurar sus derechos legítimos (Ma Xinmin, 2024).
Citando numerosos artículos de derecho internacional, Ma afirma que “la lucha que libran los pueblos por su liberación y derecho a la autodeterminación, incluida la lucha armada contra el colonialismo, la ocupación, la agresión y la dominación por fuerzas extranjeras, no debe considerarse un acto terrorista”, y “la lucha armada en este contexto se distingue de los actos de terrorismo. Está fundamentada en el derecho internacional. Esta distinción es reconocida por varios convenios internacionales”. Además, declara: “en el ejercicio de su derecho a la autodeterminación, el uso de la fuerza por parte del pueblo palestino para resistir la opresión extranjera y completar la creación de un Estado independiente constituye un derecho inalienable, plenamente reconocido por el derecho internacional” (Ma Xinmin 2024).
La declaración de Ma en La Haya constituye el documento más representativo de los muchos que ilustran la postura clara del Gobierno chino hacia la lucha armada palestina y las organizaciones de resistencia en Palestina. A través de estos diversos pronunciamientos públicos propalestinos, China insta repetidamente a Israel a declarar el alto el fuego inmediato, incluso desde octubre de 2023. Además, China continúa votando a favor de Palestina tanto en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea General de la ONU. La República Popular China demostró al mundo que no abandona su tradición diplomática anticolonial ni su solidaridad con Palestina, forjada durante las décadas de 1960 y 1970 por Mao y Zhou. Si bien actualmente no muestra la determinación de realizar mayores esfuerzos, como unirse oficialmente al movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), y aún no utilizó directamente el término “genocidio” para definir los crímenes israelíes en Gaza en documentos diplomáticos oficiales, China le ha demostrado al mundo que al menos no está dispuesta a permanecer en silencio ni ser cómplice de Israel en este genocidio en curso, a diferencia de los países occidentales (especialmente Estados Unidos y Alemania).
A partir de octubre de 2023, la delegación china ante las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales han expresado fuertes críticas contra la muerte de civiles en Palestina y el Líbano por parte de Israel, sin cambiar de postura a pesar de la vehemente oposición y presión diplomática de este último. Además, China no abandona la convicción en su papel de facilitador de diálogos. Como la mediación entre Palestina e Israel en el contexto actual resultó claramente imposible, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino intentó facilitar el diálogo entre las distintas facciones palestinas. El 17 de marzo de 2024, el embajador Wang Kejian, enviado especial de China para Oriente Medio, se reunió con Ismail Haniyeh, entonces jefe de la Oficina Política de Hamás. Aunque los medios no informaron sobre los detalles de este encuentro, es muy probable que en esa ocasión Wang haya extendido una invitación oficial a diplomáticos de Hamás para que visitaran Beijing, dado que menos de un mes después, representantes de Hamás llegaron a China para negociar con sus contrapartes de Fatah. El mundo desconoce los pormenores de esta reunión de abril, que con toda probabilidad haya fracasado, ya que ninguna de las facciones emitió declaración al respecto.
Sin embargo, tres meses después, tras otra ronda de negociaciones iniciada en Beijing el 23 de julio de 2024, 14 facciones políticas palestinas lideradas por representantes de Fatah y Hamás firmaron —en presencia del ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi— la declaración conjunta conocida como la “Declaración de Beijing para poner fin a la división y fortalecer la unidad nacional palestina”. El documento establece que todas las facciones cooperarán en “la formación de un Gobierno interino de reconciliación nacional centrado en la reconstrucción de Gaza tras el conflicto” (“Facciones palestinas firman la Declaración de Beijing para poner fin a la división y fortalecer la unidad nacional palestina”, 2024).
Sin bien la Declaración de Beijing es simbólica y no puede lograr realmente la unidad palestina ni detener la guerra en Gaza, marca un contraste con lo que ocurrió al otro lado del Pacífico exactamente un día después de la ceremonia de clausura de dicha Declaración y que es uno de los momentos más vergonzosos de nuestra era. En su discurso de 56 minutos ante el Congreso de Estados Unidos el 24 de julio de 2024, Netanyahu recibió innumerables ovaciones y aplausos, lo que dejó al resto del mundo consternado por el apoyo incondicional y entusiasta del Congreso estadounidense a los crímenes de guerra cometidos por Israel en Gaza.
Como era de esperar, el apoyo diplomático de China a los palestinos la arrastró a un conflicto diplomático con Israel. Ya a mediados de octubre, el Ministerio de Relaciones Exteriores israelí reiteraba su frustración e ira por la negativa de China a condenar la Operación Inundación de Al-Aqsa, y se pueden observar numerosos debates intensos entre diplomáticos chinos e israelíes en los canales bilaterales, declaraciones públicas y reuniones de la ONU.
Israel también se enfocó en el puerto de la bahía de Haifa, de propiedad china, con el fin de presionar a China. Desde octubre de 2023, la empresa china que opera el puerto redujo drásticamente su volumen comercial debido a los riesgos de seguridad derivados de la guerra, y en enero de 2024, tras la crisis del mar Rojo, cesó por completo sus operaciones. Rápidamente, el medio israelí Ynet la presentó como “la primera y única empresa en cortar sus relaciones comerciales con los puertos de Israel” (Azulay, 2024). En enero de 2024, el director del puerto de Ashdod, administrado por el Estado israelí, exigió que el Gobierno cesara sus acuerdos con China, alegando que el país se negaba a apoyar el genocidio de Israel en Gaza y era cómplice de imponer un bloqueo marítimo de facto contra Israel (Rabinovitch y Saul, 2024).
Hasta la fecha, el Gobierno israelí no ha anulado oficialmente el tratado de 25 años que firmó con China por el puerto de Haifa. Sin embargo, considerando las graves tensiones diplomáticas entre China e Israel en el último año, y dado que el puerto era un blanco probable de ataques de Hezbolá desde el Líbano, es evidente que el futuro de esta inversión china es poco auspicioso. Podría decirse que este proyecto es el mayor error de las inversiones de la Iniciativa de la Franja y la Ruta en la región hasta la fecha.
Además de la presión diplomática y la amenaza de cierre del puerto de la bahía de Haifa, Israel también lanzó una campaña masiva en las plataformas de internet chinas con el objetivo de influenciar la opinión pública.
El 8 de octubre de 2023, un día después del inicio de la Operación Inundación de Al-Aqsa, la cuenta oficial de la embajada de Israel en Weibo —una plataforma china similar a X—, junto con las cuentas en Weibo de los consulados israelíes en Chengdu y Guangzhou, publicaron mensajes que destacaban que Noa Argamani, una de las rehenes secuestradas en el ataque, era mitad china. Para incitar aún más el sentimiento nacionalista de los internautas chinos, la embajada de Israel también difundió intencionalmente información falsa que afirmaba que Argamani había nacido en Beijing,11 lo cual fue desmentido por la madre de Argamani, Li Chunhong (cuyo nombre israelí es Liora Argamani). Haciéndose eco de la embajada israelí, numerosas publicaciones proisraelíes, muchas con características claras de redes de bots, inundaron Weibo e intentaron consolidar la desinformación que sostenía que Argamani era ciudadana china. Desde el 9 de octubre hasta el 26 de diciembre, el consulado israelí en Chengdu nunca dejó de recalcar el origen chino de Argamani y trató de apelar directamente a los sentimientos de las masas chinas. La publicación del 26 de octubre, por ejemplo, retrató a Netanyahu como un caballero de corazón blando que, tan consternado por la noticia de que la madre de Argamani padecía cáncer, decidió “suplicar directamente [al] embajador chino en Israel que transmitiera su petición de ayuda, sin importarle los protocolos ni las normas diplomáticas”.12
Aunque la campaña propagandística de la embajada israelí no logró ganarse a la mayoría de los internautas chinos, sí generó una considerable presión pública sobre el Gobierno chino. Desde 2011, Beijing ha hecho hincapié en la protección y evacuación de ciudadanos chinos en situaciones de crisis en el extranjero como un proyecto importante de la agenda de propaganda interna de China, por lo que sería perjudicial para la imagen del Gobierno que una ciudadana o ciudadano fuera retenido como rehén por una entidad que China se niega a condenar. Además, el Gobierno generalmente prefiere tratar estas cuestiones por vías diplomáticas sin darlas a conocer, pero la campaña de propaganda israelí no dejó a China otra opción que abordar directamente la cuestión por canales públicos. Paradójicamente, el intento de instigar el sentimiento nacionalista de los chinos contra su Gobierno rápidamente fue aplastado por el mismo sentimiento nacionalista que intentaba manipular. Cuando en una entrevista preguntaron a Li Chunhong si ella o su hija eran ciudadanas chinas, reprendió a los internautas chinos con un tono arrogante: “Sí, soy ciudadana israelí. ¿Pero cómo pueden ustedes los chinos negarse a ayudarme solo porque soy ciudadana israelí? ¿Lo entienden? Ayudarme es un deber de todos” (Entrevista a Li Chunhong, 2023). El hecho de que utilizara “ustedes los chinos” en la frase provocó la ira de los internautas chinos, y China perdió interés en este asunto.
Tras instigar el sentimiento nacionalista mediante la difusión de información falsa, la embajada israelí intentó otras formas de propaganda digital. La estrategia más utilizada fue sencillamente la crítica pública de la postura diplomática de China y la promoción de la narrativa de Israel en Weibo. El 14 de octubre, por ejemplo, la embajada israelí no solo expresó su “profunda decepción” ante la postura de China en materia de política exterior, sino que también criticó la mención del Ministerio de Relaciones Exteriores chino a las numerosas víctimas civiles en Gaza como “información falsa que no se corresponde con las tragedias y los temores que Israel ha sufrido en los últimos días”. 13 Publicaciones similares se realizan de manera constante hasta el día de hoy.
Además de difundir desinformación y criticar abiertamente al Gobierno chino, la embajada israelí en Beijing ha promovido activamente información proisraelí. Por ejemplo, Israel utilizó el típico argumento del “feminismo colonial” para aparentar ser el único Estado “civilizado” y favorable a las mujeres de la región. En el Día Internacional de la Mujer de 2024, por ejemplo, el consulado israelí de Shanghái organizó un webinario que vinculaba los derechos de la mujer con el atentado del 7 de octubre. 14
La embajada israelí también ha cooperado activamente con sus colaboradores de la intelectualidad china para encubrir los crímenes de guerra en Gaza. El ejemplo más sorprendente de este tipo de propaganda ha sido la controvertida declaración de Yin Gang, un prestigioso académico de larga trayectoria que fue vicesecretario general de la estatal Sociedad Académica China-Oriente Medio. Instruyendo a las masas chinas en televisión que “miraran a Oriente Medio con ojos apáticos”, Yin culpó a los palestinos de “vender lágrimas al mundo” y afirmó que “según mi investigación en profundidad, en el bombardeo del hospital Árabe al-Ahli no murió ni una sola persona”. En esa misma entrevista, también ridiculizó a las masas chinas: “no lloren por Gaza cuando les digan una cifra de muertes falsa, afirmando que murieron 10 000 civiles, porque ese número fue exagerado probablemente diez veces” (“No hablemos” 2023). Ocho meses después, tras recibir constantes críticas de los internautas chinos por su encubrimiento de los crímenes de guerra israelíes, Yin murió repentinamente de un ataque al corazón. Inmediatamente, la embajada israelí publicó un comunicado refiriéndose a él como “un viejo amigo que defendía una postura objetiva y justa en los asuntos de Oriente Medio”,15 lo que muchos internautas chinos consideran una prueba del vínculo de Yin con el Gobierno israelí.
Tras repasar esta campaña de propaganda a gran escala promovida por la embajada israelí en China a partir de octubre de 2023, surge la pregunta: ¿se ha ganado a la mayoría de la juventud china? La respuesta es un “no” contundente. Desde el 7 de octubre, los internautas chinos han apoyado abrumadoramente la lucha palestina por todos los medios, incluida la lucha armada. En un lenguaje bastante poético, muchos jóvenes cibernautas chinos se refieren a las fuerzas paracaidistas palestinas en la Operación Inundación de Al-Aqsa como “guerreros dientes de león” por dos razones: en primer lugar, los paracaídas suspendidos en el aire se parecen a las semillas voladoras de los dientes de león; en segundo lugar, las semillas de los dientes de león pueden crecer en cualquier lugar en el que caigan, por lo que la vitalidad de esta planta es similar a la resistencia del pueblo palestino.
En Bilibil, el sitio web de intercambio de videos más popular entre la juventud china, hay muchos videos que conmemoran a los “guerreros del diente de león”. Algunos de los más vistos —todos ellos superan el medio millón de visitas— tienen títulos sumamente bellos y poéticos, con una enorme capacidad de contagio emocional: “¡Mamá, me he convertido en diente de león y he vuelto volando a nuestra patria!”; “El diente de león nunca morirá. Solo se aleja con el viento hacia un lugar lejano llamado patria”; “Los niños crecieron entre las ruinas de la ciudad, y ahora, convertidos en dientes de león, se esparcen hacia la patria que sus antepasados añoran desde hace generaciones”.16
En el último año, los internautas chinos mostraron un gran interés por conocer más sobre Palestina. En Douyin (el TikTok chino) hay muchas imágenes de Gaza y varios creadores de contenido en la web se dedican a producir videos que educan al público sobre la historia de la lucha palestina o informan sobre las novedades de la guerra. Hay personas especializadas en difundir en la internet china videos que publican las fuerzas de resistencia palestinas y en analizarlos para el público.17 Tras la muerte de Yahya Sinwar, incluso hubo quienes tradujeron voluntariamente al chino su novela La espina y el clavel como homenaje. 18
Innumerables ciudadanos chinos se comunicaron con la embajada palestina en Beijing a través de Weibo con la intención de realizar donaciones para la población en Palestina. En marcado contraste, la página de la embajada israelí recibió un sinfín de comentarios críticos que aplastaron los esfuerzos propagandísticos de su Gobierno. Paradójicamente, la autoproclamada “única democracia de Oriente Medio” no toleró que los internautas chinos expresaran sus opiniones democráticas sobre Palestina. Desde octubre de 2023, el Gobierno israelí limitó la sección de comentarios en su cuenta de Weibo, permitiendo únicamente la publicación de mensajes favorables a Israel. En comparación, la cuenta en Weibo de la embajada palestina en Beijing —aunque ocasionalmente recibe comentarios hostiles— nunca ha cerrado su espacio de comentarios ni impuesto un sistema de censura y selección de opiniones, como sí lo hace la “única democracia de Oriente Medio”.
Cabe destacar que, mientras el Departamento de Estado de Estados Unidos prohíbe comparar las políticas de Israel con las de la Alemania nazi por considerarla una forma de “antisemitismo” ("Defining Antisemitism", 2016), el pueblo chino, como principal víctima del fascismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial, no puede evitar comparar el genocidio en Gaza con las masacres japonesas contra la población civil china. De hecho, el trauma histórico de China como nación invadida es precisamente lo que genera una afinidad natural con el pueblo palestino. Por lo tanto, los internautas chinos suelen decir que “el pasado de China es el presente de Palestina”, o que “Palestina se parece a nosotros hace 100 años”. Por ese motivo, los cibernautas chinos se refieren a los luchadores de la resistencia palestina como laoxiang (compatriotas), término que históricamente se usaba para los guerrilleros chinos durante la Segunda Guerra Mundial.
Hasta un artículo de la Voz de América (VOA, medio de propaganda estatal estadounidense) sobre el supuesto “antisemitismo” de los internautas chinos tuvo que admitir a regañadientes que gran parte de la población china ve similitudes entre la resistencia palestina y el Ejército Unido Antijaponés del Noreste, una guerrilla china que resistió desesperadamente la ocupación japonesa durante 14 años hasta la victoria definitiva (Ma Wenhao, 2023). El 24 de octubre de 2023, la embajada alemana en Beijing emitió una declaración muy grosera, que calificaba literalmente a todos los chinos que comparan a Israel con la Alemania nazi de “idiotas ignorantes o miserables descarados”. Sin embargo, las embajadas de Israel, Alemania y Estados Unidos en China pronto aprendieron, muy a su pesar, que las secciones de comentarios de sus cuentas en Weibo se inundaban de furiosas críticas de internautas chinos. Hasta la fecha, estos siguen comparando los crímenes de guerra de Israel en Gaza con los crímenes contra la humanidad cometidos por la Alemania nazi y el Japón fascista en las décadas de 1930 y 1940.
Curiosamente, aunque el Estado chino nunca utilizó directamente esta comparación en declaraciones oficiales o documentos gubernamentales, sí mostró una afinidad implícita con ella. El periódico China Daily, medio oficial estatal, transmitió una entrevista con Fariz Mehdawi, el embajador palestino en China, en la que comparó al pueblo palestino en la actualidad con la población civil china de Nanjing que padeció la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial («Balesitan zhuhua dashi» 2023). Incluso Xue Jian, cónsul general de China en Osaka (Japón), compartió en su cuenta oficial de X una pintura del artista Zhou Sheji que compara vívidamente a los soldados israelíes con los fascistas japoneses que masacraron a niñas y niños chinos durante la Segunda Guerra Mundial. 19
La imagen de la izquierda corresponde a la publicación del Cónsul General Xue Jian en Twitter, mientras que la de la derecha es la pintura original creada por el artista digital chino Zhou Sheji.

Illustration by Fourate Chahal El Rekaby
De la inercia histórica a la solidaridad orgánica: el debate sobre Gaza como esperanza para la futura solidaridad chino-palestina
Al examinar la postura contemporánea de la política exterior china hacia Palestina, se distingue claramente una disyunción entre dos legados distintos. El primero, forjado por el espíritu revolucionario y radical de la era de Mao, es precisamente lo que garantiza que el apoyo a la liberación palestina siga siendo un principio político tanto para el Gobierno como para la sociedad de China. El segundo legado —el llamado “enfoque equilibrado” de la era posreforma, institucionalizado desde fines de los años ochenta— lleva al Gobierno chino a considerar su relación con Israel ni como una amenaza para los vínculos con Palestina, ni como un obstáculo para su apoyo a la solución de dos Estados.
Como en otros aspectos, el actual Gobierno de China no desea elegir entre su pasado maoísta y los legados posteriores a Mao e intenta ignorar la disyuntiva entre ambos enfoques, dejando de lado las diferencias y resaltando los puntos en común. En consecuencia, las reacciones de China al genocidio que está ocurriendo en Gaza suelen ser ambiguas. Por un lado, el Estado chino condena inequívocamente a Israel en todos los foros internacionales y, a diferencia de Occidente, deja muy claro que apoya al pueblo palestino en el uso de todos los medios disponibles, incluida la lucha armada, contra la ocupación israelí. Mientras casi todas las potencias occidentales se dedican a reprimir físicamente las voces propalestinas tachándolas de “antisemitas”, el Estado chino no solo tolera, sino que en gran medida fomenta e interactúa con la expresión genuina de los internautas chinos en defensa de la justicia para Palestina.
Sin embargo, también es un hecho que el apoyo de China a Palestina parece estar más impulsado por la inercia histórica de la era maoísta, y que en gran medida quedó al margen de la evolución del movimiento mundial de solidaridad con Palestina. Como se mencionó anteriormente, China fue uno de los primeros países del mundo en reconocer a la OLP y al Estado de Palestina, y en su momento estuvo a la vanguardia del movimiento de solidaridad internacional con Palestina. No obstante, en los últimos 20 años, aunque la amistad histórica entre China y la OLP sigue siendo una realidad vigente, el Estado chino se mantuvo distante y ajeno a las nuevas tendencias globales, como el movimiento BDS. La intelectualidad china tampoco logró tender redes productivas de solidaridad mediante la diplomacia paralela (Track III) con el sector intelectual palestino, ya sea en los territorios ocupados o en la diáspora mundial.
Debido a su escasa comprensión de la situación sobre el terreno y a no estar dispuesta a poner en peligro el intercambio comercial con Israel, el Gobierno chino no quiere aceptar el doloroso hecho de que la solución de dos Estados es cada vez más inviable, y que la meta china de convertirse en amiga en común tanto de Palestina como de Israel ya no se ajusta a la realidad en la cual la población palestina se enfrenta a amenazas existenciales. Ante el genocidio en Gaza, el Estado chino se esfuerza por prestar su apoyo a Palestina en los foros diplomáticos, pero no se percata de la necesidad de adoptar oficialmente la palabra “genocidio” para definir los crímenes israelíes en Gaza. China apoya oficialmente la acusación de Sudáfrica contra el genocidio israelí en la Corte Internacional de Justicia, pero no ha utilizado directamente este concepto en sus propios documentos diplomáticos.
Además, el Gobierno chino tiene la obsesión de mantener el diálogo en sus propios foros diplomáticos en Beijing como forma de impulsar su reputación mundial, y no se percata del todo de que acusar a Israel en foros jurídicos mundiales, como la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional, como hizo Sudáfrica, podría ser la mejor forma de generar una imagen prestigiosa para China. Por último, y más importante, es una verdadera lástima que el Estado chino sepa muy poco sobre el movimiento de BDS y que casi no haya debate, tanto en el Gobierno como en la sociedad, sobre la posibilidad de que China o sus instituciones académicas se sumen al mismo.
Además, es probable que el segundo mandato de Donald Trump también sea un obstáculo para que China avance sustancialmente en su apoyo a Palestina, más allá de las declaraciones diplomáticas y de ofrecerse como sede para el diálogo. Como ya se mencionó, Beijing estaba al tanto de la firme postura proisraelí de Trump y, durante su primer mandato, tuvo interés en utilizar a Israel como posible puente para la comunicación entre China y Estados Unidos. Dado que el idilio de Beijing con Israel terminó por discrepancias diplomáticas en el último año, es probable que Beijing haya abandonado la fantasía de invitar a Israel como intermediario. Sin embargo, la fuerte postura proisraelí de Trump también disuadiría a China de tomar medidas comerciales enérgicas contra Israel. Con el antecedente de la reacción china al reconocimiento por parte de Trump de Jerusalén como capital israelí en 2017, cabe esperar que China adopte una estrategia similar. Por un lado, que aproveche el apoyo a ultranza que brinda Trump a los crímenes israelíes como una oportunidad para publicar más declaraciones diplomáticas y albergar más instancias de diálogo en apoyo a Palestina nominalmente con el fin de promover una mejor imagen internacional de China. Por otro lado, China se asegurará de no involucrarse en las luchas armadas palestinas o libanesas ni en ninguna campaña de boicot económico contra Israel para no generar problemas adicionales a sus sombrías relaciones con Estados Unidos.
No obstante, aún se puede mantener un optimismo cauteloso sobre el futuro del papel de China en el movimiento de solidaridad con Palestina. A nivel estatal, la histeria del Gobierno israelí desde octubre de 2023 desagrada al Gobierno chino. China se niega a condenar la Operación Inundación de Al-Aqsa, y las disputas con Israel en la ONU acabaron con el anterior idilio entre ambos países. Aunque en el futuro podrían estrecharse lazos económicos entre China e Israel, tras las disputas por el puerto de la bahía de Haifa es posible que ambos Estados se muestren reacios a cooperar en proyectos similares de gran escala.
En cuanto al ámbito sociocultural, la guerra en Gaza llevó a la juventud china, cada vez más antioccidental, a reconectarse con el legado revolucionario de la era Mao. A través del aprendizaje activo sobre Palestina en internet y la creación entusiasta de poemas, canciones, videos, pinturas y otras obras artísticas y literarias que ensalzan la lucha palestina contra la ocupación israelí, una generación de jóvenes chinos —que se formaron una imagen de Palestina en gran medida a partir del horror del genocidio en Gaza— podría convertirse en la generación más descreída de la narrativa sionista desde los años ochenta. A largo plazo, a medida que las y los jóvenes ocupen posiciones más relevantes en el Gobierno y la sociedad china, hay una gran esperanza de que China (re)asuma sus tradiciones anticoloniales de las décadas de 1960 y 1970 y desempeñe un papel más activo en el movimiento internacional de solidaridad con Palestina.
Quisiera terminar este artículo con una cita de Zhang Chengzhi, un legendario escritor chino musulmán hui que inventó el término “Guardia Roja” durante su participación activa en la Revolución Cultural cuando era estudiante de secundaria, y que más tarde dedicó su carrera a escribir sobre Palestina y el mundo islámico para el público chino. En su famoso artículo La hija del Ejército Rojo japonés, que recordaba a un grupo de maoístas japoneses que participaron en la lucha armada en Palestina en colaboración con el Frente Popular para la Liberación de Palestina entre las décadas de 1970 y 1990, Zhang dejó su profecía en lenguaje poético:
Los proyectos persistentes que pretenden deslegitimar las revoluciones están condenados a ser inútiles, porque la dominación, la opresión, la desigualdad, la injusticia y la naturaleza intrínseca de búsqueda de la verdad de los seres humanos, todo ello fomentará que la gente vuelva a considerar, a respetar y, finalmente, a adherir de nuevo a las revoluciones (Zhang 2009).
A medida que las semillas de los dientes de león de Palestina se esparzan por el planeta y se posen en los corazones de la juventud china, estos granos que crecen rápidamente romperán inevitablemente los límites de la hegemonía de las narrativas occidentales y del nacionalismo estrecho de miras. Con el tiempo, la juventud china se sentirá inspirada a replantearse el papel de la China contemporánea y a volver a abrazar a sus hermanos y hermanas árabes.
Las opiniones expresadas en el presente artículo pertenecen exclusivamente a su autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista o posiciones del TNI.
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Guanhuatuanzhang jielu sumei tuixing qiangquanzhengzhi wannong pianjv在安理会讨论所谓在中东监督停火问题的会议上 乔冠华团长揭露苏美推行强权政治玩弄骗局[En la reunión del Consejo de Seguridad para debatir la llamada cuestión de la supervisión del alto el fuego en Oriente Medio, el jefe de delegación Qiao Guanhua desenmascaró la política de poder y el engaño manipulador de la Unión Soviética y Estados Unidos]”, People’s Daily, 25 de octubre 1973.
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