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Mientras decenas de miles de refugiados mueren al intentar llegar a Europa huyendo de la violencia, hay quien se lucra con su tragedia. Este informe denuncia a las empresas militares y de seguridad que se han beneficiado con la crisis, primero vendiendo armas y, después, obteniendo contratos multimillonarios para suministrar equipos y tecnología de vigilancia de fronteras.
>> Leer el resumen ejecutivo en catalán, inglés, francés, italiano, alemán y neerlandés.
>> Leer la versión actualizada del informe (de diciembre de 2016) en el Anuario 2016-2017 del Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIP), página 79.
La crisis de refugiados a la que se enfrenta Europa ha causado consternación en los pasillos del poder y ha calentado el debate en las calles. Ha puesto de manifiesto una fractura de todo el proyecto europeo, ya que los Gobiernos no han logrado ponerse de acuerdo ni tan siquiera con el reparto de unos pocos refugiados. En cambio, no han parado de culparse los unos a los otros. Los partidos de extrema derecha han aumentado su popularidad entre las comunidades afectadas por el impacto de la austeridad, culpando de la recesión económica a un chivo expiatorio muy oportuno en vez del poderoso sector bancario. Y los que más están sufriendo son los refugiados, que están huyendo de una terrible situación de violencia y adversidad para terminar atrapados entre fronteras o entre países, y empujados a optar por rutas aún más peligrosas para llegar a zonas seguras.
Sin embargo, hay un grupo de intereses que solo se ha beneficiado de la crisis de los refugiados y, en particular, de la inversión que ha desembolsado la Unión Europea para ‘asegurar’ sus fronteras. Se trata de las compañías de defensa y seguridad que proporcionan el equipo a los guardias fronterizos, la tecnología de vigilancia para monitorizar las fronteras y la infraestructura tecnológica para realizar el seguimiento de los movimientos de población.
Este informe arroja luz sobre esos actores que se están aprovechando de la seguridad fronteriza, analizando quiénes son y qué servicios prestan, cómo influyen en las políticas europeas y se benefician de ellas, y qué fondos reciben de los contribuyentes. El informe muestra que, lejos de ser beneficiarias pasivas de la generosidad europea, estas empresas están fomentando activamente una creciente ‘segurización’ de las fronteras europeas y están dispuestas a proporcionar tecnologías cada vez más severas para ello.
Lo más perverso de todo es que también demuestra que algunos de los beneficiarios de los contratos de seguridad en las fronteras son algunos de los mayores vendedores de armas a la región de Oriente Medio y el Norte de África, alimentando el conflicto que es la causa de muchos de los refugiados. En otras palabras: las compañías que están creando la crisis después se benefician de ella.
Además, han recibido el apoyo de los Estados europeos que les han otorgado las licencias necesarias para exportar armas y, después, les han concedido contratos de seguridad fronteriza para hacer frente a las consecuencias. Sus acciones también se deben entender en el marco de una respuesta a la crisis de los refugiados por parte de la UE cada vez más militarizada.
La Comisión Europea, blandiendo el estandarte de la ‘lucha contra la inmigración ilegal’, prevé transformar su agencia de seguridad fronteriza, Frontex, en una Agencia Europea de Guardia Costera y Fronteriza más poderosa. Esta controlaría las iniciativas de seguridad fronteriza de los Estados miembros y desempeñaría un papel más activo como vigilante de las fronteras, entre otras cosas mediante la adquisición de su propio equipamiento. Esta agencia cuenta con el respaldo de EUROSUR, un sistema de la UE que conecta los sistemas de vigilancia y supervisión de la seguridad fronteriza entre los Estados miembros y terceros Estados.
La militarización de la seguridad fronteriza también se refleja en los objetivos militares de la ‘Fuerza Naval de la UE - Operación Mediterránea Sofía’ (EUNAVFOR MED), así como el uso del ejército en muchas fronteras, como las de Hungría, Croacia, Macedonia y Eslovenia. Las misiones navales de la OTAN en el Mediterráneo ya están colaborando de forma activa con la seguridad fronteriza de la UE.
Mientras tanto, a los países que no forman parte de la UE se los está abocando a asumir el papel de puestos de avanzada para tratar de impedir que los refugiados lleguen a las fronteras de la UE. Los recientes acuerdos migratorios entre la UE y Turquía, que han recibido duras críticas de las organizaciones de derechos humanos, deniegan a los refugiados el acceso a Europa y han dado lugar a más violencia contra ellos.
El informe muestra que:
En conjunto, las pruebas revelan una creciente confluencia de intereses entre los líderes políticos europeos que buscan militarizar las fronteras y los principales contratistas de defensa y seguridad que proporcionan los servicios. Pero esta no es solo una cuestión de conflictos de interés o de que algunos actores se estén beneficiando con la crisis, sino que también atañe a la dirección que está adoptando Europa en este momento crítico. Hace más de medio siglo, el entonces presidente estadounidense Eisenhower advirtió de los peligros del complejo militar-industrial, cuyo poder podría “amenazar nuestras libertades y procesos democráticos”. Hoy en día tenemos un complejo militar-de seguridad-industrial aún más potente, que utiliza tecnologías que apuntan hacia el exterior y el interior, y que en estos momentos se están dirigiendo contra algunas de las personas más vulnerables y desesperadas del planeta. Permitir que este complejo escape a todo examen representa una amenaza para la democracia y para una Europa construida sobre los ideales de la cooperación y la paz. Como dijo Eisenhower: “Por el largo camino de la historia que aún se ha de escribir… este mundo nuestro, que cada vez se vuelve más pequeño, debe evitar convertirse en una comunidad de horribles temores y odio, y ser, en cambio, una orgullosa alianza de confianza y respeto mutuo”.